Este primero de octubre serán instaladas por el gobernador Ramiro Barragán y el alcalde de Tunja, Alejandro Fúneme, las sesiones ordinarias del último periodo del año de la Asamblea del departamento y el Concejo Municipal de la capital, un hecho que reviste especial importancia dadas las circunstancias excepcionales con las cuales termina el año 2020 que pasará a la historia como uno de los hitos importantes del trasegar de la humanidad.
Llegó la hora de que estas corporaciones, cuya formación, se supone, está integrada por las representaciones de las diferentes aspiraciones ciudadanas que se reflejan en quienes llegan a esas dignidades producto del voto popular, asuman la tarea de discutir lo que será el futuro de sus respectivas jurisdicciones.
Y en esta oportunidad especial, tanto la Asamblea como el Concejo, ojalá de manera presencial, tengan el tino y la capacidad de asumir la discusión a fondo de la realidad de sus entornos y que de allí salgan propuestas y soluciones que ayuden a configurar la nueva realidad después de las duras condiciones de la pandemia con las consecuencias del aislamiento, el número de contagios, las muertes acaecidas, la crisis social y económica derivadas y las profundas transformaciones que vendrán inevitablemente.
Para la ciudad de Tunja el reto principal es enfrentar el drama del desempleo que de acuerdo con el Dane en el mes de agosto alcanzó la catastrófica cifra del 25.8%, afectando de manera especial a la población joven, lo que a su vez es agudizar más la crisis social y económica dada la condición de ciudad estudiantil. Así que las discusiones de estas sesiones deberán abordar el problema a partir de las iniciativas del ejecutivo y las propias que puedan surgir de la corporación.
Cómo reactivar la economía de la ciudad, qué propuestas para equilibrar el año entrante el pago oportuno y justo de los impuestos, para cuidar a su vez las finanzas de la ciudad; qué tipo de estímulos al sector productivo, qué va a pasar con la oferta educativa, en especial de la educación superior; cómo se moldeará el nuevo escenario para sectores como la construcción, las obras públicas, el espacio público, las tarifas de los servicios, los usos y costos del suelo, la estratificación, la valorización, la movilidad. Todos estos asuntos tendrán que ser abordados desde las iniciativas del ejecutivo y las posiciones en la corporación para tener enfoques y optar decisiones acordes con el tamaño de los problemas.
En el caso de la Asamblea del departamento, de acuerdo con los voceros de los distintos partidos representados en esta corporación, muchos están de acuerdo en que hay que retomar la presencialidad para adelantar la discusión a fondo de lo que viene para el departamento, cuya crisis económica será el eje de la situación inmediata.
Durante los últimos meses, de acuerdo con lo que expresa el presidente de la Asamblea, Alexander Serrato, se ha hecho el ejercicio de escuchar a los alcaldes y líderes provinciales para saber de sus necesidades y expectativas, sin embargo, el asunto está en qué se puede hacer realmente para atender tales peticiones, de modo que esta es la esencia del debate durante estas sesiones, que tendrán que aprobar el presupuesto del año entrante, el cual carecerá del margen necesario dada la crisis de los recaudos propios y las difíciles condiciones de las finanzas nacionales cuyo panorama no es más claro. Y si a esto se añade el poco peso regional que significa el departamento a la hora de disputar recursos del orden nacional, el horizonte se torna aún más complicado.En todo caso, las administraciones, tanto de la capital como del departamento, tienen el enorme reto de evitar que la crisis en marcha haga que la pobreza y la miseria golpeen de nuevo a las mayorías.
