Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado de monedas,
o por cohecho o soborno están traicionando y derramando la sangre de sus hermanos.
Emiliano Zapata
Por | Lorena Rubiano Fajardo
Se conoció en las últimas horas la verdad sobre el porqué Panamá no apoyó a última hora a nuestro país, ante la propuesta de convocar a una reunión de cancilleres de los países miembros de la OEA, para estudiar la crisis fronteriza con Venezuela.
En agosto de 2015, Colombia presentó la solicitud de la convocatoria a esa reunión para exponer a los ministros de Relaciones Exteriores la grave crisis humanitaria desatada por la deportación, de miles de nuestros compatriotas, que vivían y trabajaban con sus familias en el Táchira.
Esa decisión estaba en manos de Panamá, que con su voto inclinaba la balanza. El embajador Jorge Miranda Corona, cambiando la actitud que siempre había tenido Panamá con Colombia, dijo que quería ser facilitador para poder escurrir el bulto, porque era a sabiendas de que con un voto en favor o en contra se evitaba el análisis, y por ende, proponer soluciones a la grave situación humanitaria fronteriza.
Como la verdad, aunque se demore, siempre sale a flote, ahora se conoce todo el interés económico que había detrás de ese voto y que el Presidente Varela, en alianza por el empresario Stanley Motta, había vendido el voto de Panamá en la OEA para comprometer a Venezuela y su presidente Nicolás Maduro, a saldar una deuda con la empresa aérea Copa Airlines, que es de su propiedad.
En el libro “Luis Almagro no pide perdón’ se reveló una negociación entre el Gobierno de Panamá y Venezuela durante la administración del expresidente Juan Carlos Varela, y que salvó a Maduro de una sanción en la OEA en medio del conflicto fronterizo con Colombia
Para la época, la canciller colombiana María Ángela Holguín gestionaba con los países amigos el apoyo necesario para abordar la crisis humanitaria en la frontera y exigir al presidente venezolano parar la deportación de colombianos y sancionarlo por ese hecho.
La canciller y el secretario general de la OEA, Luis Almagro, se pusieron en la tarea de llamar a los presidentes y enviarles mensajes, para contar con los 18 votos, que eran los justos para aprobar la resolución, sin percatarse de que el presidente venezolano y sus amigos se habían movido y la situación era riesgosa.
Toda la presión y la posterior negociación para la venta del voto se hizo vía telefónica entre los presidentes de Panamá, Juan Carlos Varela y de Venezuela Nicolás Maduro, en donde acordaron saldar la deuda que mantenía con Copa Airlines, aproximadamente 1.000 millones de dólares, a cambio de que el canciller panameño se abstuviera de apoyar a Colombia y a otros 17 países para hacer el debate sobre la situación en la frontera colombo-venezolana.
Así las cosas, Stanley Motta recibió el dinero de Venezuela, producto de la traición y con ese mismo dinero vino al país y compró AeroRepública, hoy Copa Colombia.