Por: Carlos Molina
Estos tiempos cercanos a elecciones han dejado ver un claro descontento de la comunidad hacia la política tradicional, esa que poco y nada ha hecho por el país, pero, siempre llega al poder.
Uno de los grandes problemas que rodean a este fenómeno es el abstencionismo: la gente mucho se queja pero poco hace, a lo mejor desconoce el poder tan grande que tiene con su voto, por algo dicen que “la voz del pueblo es la voz de Dios”.
En los últimos días, en el caso de Boyacá, se ven a diestra y siniestra candidatos luchando por un voto y trabajando con las uñas, esto se debe a que el panorama está difícil, el boyacense ya no cree, y esto beneficia de gran manera al aspirante de opinión, ese que no invierte exorbitantes recursos, al contrario con poco, hace política puerta a puerta. Sin embargo, ¿podrá la opinión vencer la maquinaria?, a lo mejor sí.
Una semana atrás, se vio en Tunja, una expresión pura de maquinaria política. Un candidato presencial recorrió las calles de la capital boyacense en compañía de los candidatos al Congreso, allí, los coequiperos de los aspirantes como en una carrera atlética les metían por los ojos la imagen de su candidato a los transeúntes, dando un claro ejemplo de las prácticas de una política tradicionalista que ya tiene cansado al pueblo. Es ahí donde entra la opinión y las ideas nuevas y frescas, para hacer que esa maquinaria se oxide.
Ya se acerca el 11 de marzo, ese día se comprobará si la gente manifiesta su descontento en las urnas y cambia las cosas, o solo se queda en quejas, que seguramente seguirán por cuatro años más.