Por |Vicente Ramírez Garzón / Periodista.
El Presidente Encargado Roberto Urdaneta presidia la reunión y recibió el siguiente parte: “Colombia podría ocupar militarmente los islotes, lo cual crearía una seria situación internacional que las fuerzas militares de Colombia no están en capacidad de respaldar ahora, ni en un futuro inmediato”. Acción Recomendada: En las actuales circunstancias Colombia debe hacer caso omiso de los actos venezolanos referentes al problema de los Mogotes de los “MONJES”. Estado Mayor General del Ejército D-3 Operaciones 4 de marzo de 1.952”.
Este documento, autenticado con la firma del Teniente Coronel Otálora y el sello del ejército, acompañado del cable internacional enviado por el embajador en Caracas el 11 de marzo de 1952, donde asegura: “De fuente merece absoluto crédito obtuve siguiente información: Que Coronel Pérez Jiménez, miembro Junta de Gobierno y ministro Defensa, envió parte secreto todas guarniciones informando existe grave situación internacional con Colombia. Que Ministro Interiores ha enviado comunicado Gobernadores deben hacer política acercamiento grupos liberales colombianos prestándoles la mayor cooperación”, análisis que fueron determinantes para que, gobierno tan mediocre y violento, enviara la Nota GM 542 de 1952, por medio de la cual: “Colombia no objeta la Soberanía de Venezuela sobre el Archipiélago de los Monjes”, nota que, cuarenta años después, fue declarada nula por el Consejo de Estado Colombiano, cuando Venezuela ya ejercía actos soberanos sobre esas ínsulas del guano y el petróleo.
Así, finiquitada la acción traicionera de los gobernantes a la República, campantes siguieron en el poder; pero un nuevo acto de perfidia y afrenta le esperaba a la Nación; corría 1987, gobierno de Virgilio Barco, cuando luego de unos ejercicios militares conjuntos, Colombia decidió pasar la línea en disputa sobre el golfo de Venezuela; desde luego que Barco tuvo, necesariamente, que haber dado la orden de tocarle la garra al tigre. Los hechos que se desencadenaron por esta acción culminaron tras una reunión dominguera, agosto 17 de 1987, en la Presidencia, con los altos mandos, allí el general Botero, Comandante del ejército informó: “Presidente, el ejército solo está en capacidad de combatir durante dos días porque no tenemos tanques en la zona y las unidades de artillería no disponen de equipos suficientes”.
A su vez el almirante Grau reportó: “Presidente, los cuatro submarinos existentes no están en capacidad de ofrecer resistencia efectiva… y, salvo una, las otras corbetas no tienen defensa antiaérea”.
Y el general Franco, Comandante de la FAC declamó: “Presidente, 14 de los 15 aviones Mirage están en tierra por falta de recursos para su mantenimiento”.
Mientras esta lamentable y desmoralizadora situación gubernamental seguía su curso por las esferas del poder, en Bogotá, en Caracas, el Presidente Jaime Lusinchi, debidamente asesorado, reflexionaba sobre si era necesario iniciar el ataque con uno de los misiles recién comprados para las fragatas misilísticas.
Al final, Lusinchi decidió e informó al Presidente Barco que: si a las doce de la noche del festivo lunes 17, no había ordenado el retiro de la fragata de la línea base del golfo, se daría inicio a la confrontación: ¡El gobierno de Colombia se había ganado la risa del tigre!
Ahora sí, asustado y tembloroso, el Presidente Barco, que siempre cargaba una pistolita en el cinto, le ordenó al General Samudio Molina Ministro de Defensa, que diera la orden de retirar la nave de guerra, pero Samudio le respondió: “Presidente yo acato esa orden pero no doy la orden de retirarla porque estos hechos los va a juzgar la historia”.
En consecuencia, el ministro puso en comunicación con el Presidente a Ospina quien estaba al mando de la nave: “Señor Presidente lo escucha el vicealmirante Ospina”. Y el lacónico Barco ordenó: “Almirante Ospina, retire la corbeta del Golfo de Venezuela”.
El Presidente estaba tan descompuesto que le dio a Ospina un rango superior y ordenó retirar la corbeta cuando en realidad, en ese momento ya la corbeta ARC Caldas había sido retirada porque no tenía defensa antiaérea, y remplazada por la fragata ARC Independiente.
A las 11:45 de la noche, Barco, por radio y televisión, le informó al país, a su manera, de la derrota sufrida sin haber disparado un solo tiro.
Y ahora, en agosto de 2019, tres décadas después de esta auto-humillación, el actual gobierno, que ha desplegado una ofensiva diplomática sin precedentes desde la República, contra Venezuela, se encuentra con la contundente afirmación del gobierno Bolivariano:
“En los últimos tres meses se ha intentado desde la inteligencia del gobierno colombiano, captar suboficiales y oficiales venezolanos para afectar el sistema de radares, el sistema de defensa aérea y sus aviones, el sistema de defensa antiaérea y el sistema misilístico venezolano».
Es el anuncio de la guerra híbrida, fundada en modernos y complejos sistemas y los antiguos ejércitos, carne de cañón de quienes gobernando a Colombia, sin escrúpulo ni rubor alguno, una vez más, han traicionado a la Nación.