Por | Guillermo Velásquez Forero
En estos días y noches de asesinatos de jóvenes manifestantes, víctimas del terrorismo de Estado, vuelve a cobrar actualidad la funesta presencia de la policía en la historia negra de la violencia colombiana. Que la policía se convierta en una organización criminal al servicio del gobierno de ultraderecha, no es nuevo. Es histórica su capacidad de armar bandas de asesinos y apoyar y amparar genocidas. En la época llamada “la Violencia”, que se inició con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, crearon una legión de matarifes a sueldo que se hizo muy famosa por su modus operandi, su sevicia e innumerables crímenes, y se llamó Chulavita. Esos asesinos fueron financiados por el Estado, eran policías. Paralelo a ese engendro sanguinario, surgió un grupo, conformado por civiles que también actuaban como sicarios, pagados por el partido conservador, los empresarios y terratenientes, y se denominaron Pájaros. A esos verdugos los utilizaron para cometer el exterminio de los liberales, comunistas, ateos, etc. La cifra de doscientos mil muertos, torturados, desaparecidos y desterrados, causadas por estos monstruos asalariados, no la conoce nadie. Ese genocidio quedó en la impunidad. Así que, no es raro que hayan vuelto a sus andanzas con las muertes ajenas al hombro. Evidencias gráficas de fotos y videos, y testimonios de testigos, sobrevivientes y familiares de las víctimas muestran que la policía colombiana se ha dedicado en este paro nacional de 2021 a disparar contra los manifestantes, a torturar, secuestrar y desaparecer jóvenes, actuando como imbéciles y zombis al servicio del matarife Álvaro Uribe; con sus acciones brutales violan la Constitución, la Ley, los Derechos Humanos y los tratados y normas internacionales vigentes para todos los países. Para eludir la justicia, están utilizando bandas de asesinos de civil que aún no se sabe si son “servidores públicos” o sicarios particulares, apoyados y protegidos por los uniformados. Es el eterno retorno de los Pájaros y la Chulavita. Estos bandidos, parásitos mantenidos con los impuestos que pagan sus víctimas, están cometiendo toda clase de delitos y atropellos contra la democracia y la vida de los ciudadanos que deberían respetar y proteger. Pero hoy, el país no está solo y en manos de los asesinos; el mundo entero ha visto y escuchado sus numerosos crímenes, y no sólo la Historia sino la Justicia los va a condenar, y a devolverle a Colombia el derecho a la esperanza de un mundo productivo, creativo, con paz y bienestar para todos, donde sea posible vivir y luchar por crecer y ser felices.
he escuchado que había chulavitas liberales