Otra vez los paisas nos ganaron de mano la Arquidiócesis en Tunja

A la Izq., Gabriel Ángel Villa Vahos, foto | Jairo Angarita. A la der.: Luis Augusto Castro, foto | Hisrael Garzonroa
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Es lo que piensan muchos boyacenses ante la escogencia del nuevo arzobispo de Tunja, un cura de origen antioqueño, nacido en Sopetrán, lo que volvió a tomar por sorpresa a muchos sectores de la feligresía católica arquidiocesana que esperaban que esta vez tal dignidad se la dieran a un cura de estas tierras, (Froylán, Camilo o Justiniano…) ya que con la llegada de Luis Augusto Castro, natural de Bogotá, se había roto la seguidilla de obispos paisas.

El nombramiento de Gabriel Ángel Villa Vahos, natural de Sopetrán, un municipio cerca a Medellín, hacia el noroccidente, devuelve la presencia paisa en la cabeza de la iglesia de Tunja.

Villa Vahos, quien venía desempeñándose como obispo de Ocaña, llega a ser el octavo nombre que ocupa la silla arzobispal desde que se creó la diócesis en 1880, hace ya 140 años. Con este nombramiento, cuatro de los ocho han sido paisas.

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Al analizarse la actual situación es evidente que aquí el clero arquidiocesano y las fuerzas políticas gremiales y sociales se durmieron para hacer el lobby correspondiente para tratar de imponer el nombre de alguno de los suyos como la máxima autoridad de esta jurisdicción eclesial. Vale preguntarse qué hizo la bancada conservadora para tratar de favorecer el nombre de un candidato boyacense. O se trata de otra señal de la debilidad de la colectividad azul que en tiempos de Cayo Leonidas Peñuela y del obispo Maldonado Calvo, tanta influencia tenían en las altas esferas, casi que hasta el Vaticano.

Se va Luis Augusto

Luis Augusto Castro. Foto | Hisrael Garzonroa

Deja el cargo el ahora obispo dimisionario Luis Augusto Castro, después de 22 años de ejercicio (nombrado el 14 de marzo de 1998), con un legado cuyos resultados se notan más en lo económico, dado que su labor se enfocó fundamentalmente en recomponer las cosas de este mundo para los intereses de la iglesia, con iniciativas muy importantes para el campo de la educación, como la creación de la Universidad Juan de Castellanos; el reordenamiento de las economías parroquiales en medio de un programa de expansión que puso metas concretas a los párrocos para mejorar los templos, construir casas curales, locales complementarios y proyectos urbanísticos, donde se pudieran; o como el largamente proyectado y hasta ahora ejecutado complejo urbanístico en Tunja, en los amplios terrenos aledaños al Seminario Mayor.

También, Castro Quiroga se distinguió en el orden burocrático de la jerarquía eclesiástica colombiana, siendo el presidente de la Conferencia Episcopal, cargo en el cual debió recibir a Francisco en su visita a Colombia, hace ya casi tres años, honor que no logró, suponen algunos, dada la posición de  última hora de Castro de oponerse al sí en el plebiscito por la paz en 2016. El fondo del asunto parece que lo resolvió el propio presidente Santos, maniobrando para que la Conferencia eligiera un nuevo presidente que finalmente estuvo en la cabeza del recibimiento al Papa.

En cuanto a los temas propiamente pastorales, Castro en realidad pasó un tanto desapercibido, tratando de compensar este vacío con la creación y fortalecimiento del sistema de medios de comunicaciones, que también deja como herencia innovadora, con el periódico, el canal de TV y las emisoras adjuntas, pero que no llenaron la carencia de una pastoral que los católicos convencidos quizá siempre esperaron. Tal vez el evento de devoción más importante al que Luis Augusto siempre le dedicó todo su empeño fue la celebración, cada año, de la festividad en honor a la Virgen del Milagro, un evento en el cual también se combinaba un robusto recaudo, aprovechando el lleno total de la plaza mayor. Como episodio inesperado en la tarea pastoral del arzobispo que se va, es posible que el tropiezo más notable fue la relación que recién terminó con el gobierno de Carlos Amaya.

El mismo Castro cuenta que tan pronto llegó Amaya, las relaciones Arquidiócesis-Gobernación quedaron casi que resquebrajadas, cuando Amaya le pidió que retirara su capellán de los espacios del Palacio de la Torre, y lo poco que el gobierno lo tuvo en cuenta como la máxima autoridad eclesiástica para los diferentes eventos donde era tradición que el primer invitado fuera el arzobispo.

En este punto es curioso cómo en la posesión del nuevo gobernador, Ramiro Barragán Adame, el mismo Luis Augusto encabezó la comitiva que incluyó cuatro de sus curas para que tomaran posesión de los espacios perdidos. Así que todos estos elementos aumentan la expectativa por la presencia del nuevo prelado que asumirá después de los idus de marzo.

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2 COMENTARIOS

  1. Seguir favoreciendo mentalidades regionalistas es como no salir del «pequeño mundo» en el que nos movemos. Venga de donde venga el obispo, debe trabajar por Tunja, él tendrá que rendir cuentas al clero de Tunja y no al de Medellín o al de Ocaña.

  2. Si bien es cierto que en lo terrenal se movió con presteza el saliente Arzobispo, al nuevo la verdad es que le falta mucha profundidad en sus intervenciones…la verdad de un pastor espero más…mucho más, ojalá le vaya bien y mejore en sus catequésis

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