A mediados de 1894, hace 125 años, fue terminada la construcción del órgano tubular de la Basílica de Chiquinquirá a manos del organero español Aquilino Amezua, miembro de la dinastía de organería española más reconocida de finales del siglo XIX y principios del siglo XX: la Casa Amezua, de Barcelona.
A partir de una indagación documental realizada por el músico Julio César Peña Aponte se han podido establecer este y otros datos históricos acerca del suntuoso instrumento. Fuentes bibliográficas sobre la organería española en el siglo XIX confirman que el 26 de junio de 1894 el órgano fue presentado oficialmente en los talleres del señor Amezua con una audición ofrecida por el organista Joaquín Portas, quien se desempeñara como maestro de capilla en la Iglesia de Belén (España). Dos años más tarde, en marzo de 1896, el órgano fue recibido en Chiquinquirá luego de estar abandonado durante más de un año en la Costa Atlántica a causa de la guerra civil colombiana que tuvo lugar en 1895.
Se estableció también que su instalación en el interior del templo estuvo a cargo del organero español José Beobide, enviado expresamente por la casa Amezua para tal fin.
Al año siguiente, el 31 de octubre de 1897, fue inaugurado el majestuoso instrumento, muy probablemente con la intervención del presbítero español Lorenzo de Elcoro, quien fuera el compositor de la música de la llamada “novena grande”, el más conocido y popular Responsorio a la Virgen de Chiquinquirá cuyo texto recita: “pues sois de los pecadores el consuelo y la alegría, ¡Oh Madre Clemente y Pía, escuchad nuestros clamores!”.
Durante más de 100 años el órgano tubular de la Basílica ha sido protagonista de las más importantes solemnidades en honor a la Virgen del Rosario. Las bodas de plata y las bodas de oro de la Coronación de la Reina de Colombia (1944 y 1969), las misas Pontificales, y las Novenas y Triduos a la Virgen de Chiquinquirá han sido siempre enaltecidas con su esplendorosa sonoridad. También ha sido el instrumento acompañante por excelencia de las agrupaciones corales del Santuario en las fiestas religiosas y en las principales celebraciones litúrgicas.
Registros históricos resaltan además los nombres de algunos organistas y maestros de capilla como Juán Suárez Elcoro, Justo Pastor Avellaneda y Luis Eduardo Saza, quienes cumplieron un papel fundamental en la formación de niños y adultos cantores. De la misma manera, destacan la interpretación en concierto por parte de organistas de talla internacional como es el caso del padre benedictino Emmanuel Löwe en el concierto realizado el 16 de junio de 1994, “casualmente” cuando el órgano cumplía 100 años de haber sido construido.
Además del órgano de la Basílica de Chiquinquirá, otros instrumentos de la Casa Amezua que fueron enviados a Colombia a finales del siglo XIX son: el órgano de la Iglesia de San Ignacio, en Bogotá, el órgano de la capilla del convento del Desierto de la Candelaria, y el órgano de la Catedral Primada de Colombia; este último, restaurado y ampliado recientemente con la intervención especializada de organeros españoles y una inversión cercana a los 2.500 millones de pesos por parte del Ministerio de Cultura.
Sin duda, la celebración del Centenario de la Coronación de la Virgen de Chiquinquirá como Reina de Colombia, será el mejor motivo para volver a escuchar las bellas combinaciones sonoras del gran órgano de la Basílica, y de paso, conmemorar sus 125 años como uno de los instrumentos pilares de la historia musical de Chiquinquirá.
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Bogotá, 28 de abril de 2019
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