El exgobernador de Boyacá, Carlos Amaya, días atrás denunció un hackeo contra su FanPage de Facebook, hoy pide a sus seguidores mantenerse atentos a su nueva página, y advierte a sus atacantes que no lograrán «silenciar y borrar la memoria de lo que entre todos hemos construido».
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«Hace 13 años creamos nuestra página de Facebook. Durante todo este tiempo hemos trabajado con el alma y hemos sido voz de miles a través de ese canal de comunicación. Con el ataque que recibimos, nos quisieron silenciar y borrar la memoria de lo que entre todos hemos construidos, ¡PERO NO LO VAN A LOGRAR! Como me enseñó mi viejo y como me ha enseñado la vida, a los ataques le respondemos construyendo, con el corazón, con fe e ilusión. Aún tenemos la esperanza de recuperar la página que nuestros contradictores nos quieren quitar. Sin embargo, mientras esto sucede, los invito a seguirnos en esta página. ¡Hoy es un buen día para empezar de nuevo #NoNosSilenciarán«.
Pero Sr Amaya, quién lo podrá silenciar con la exorbitante capacidad económica que Usted, posee, al parecer, incongruente, con los ingresos percibidos como funcionario público y probablemente, otros de su actividad comercial, que por lo menos no los reflejan ni los balances ni el estado de pérdidas y ganancias y menos lo cancelado a la Dian por asuntos fiscales. Ese desfase, entre lo percibido como utilidad y el derroche y ostentación soterrada que supuestamente se percibe en torno suyo, hace suponer que algo no concuerda desde el observatorio legal y deja muchas dudas de la transparencia con que maneja lo público que algún día cuando el » sol brille para todos» alguna nubecita le oscurecerá el día. Por ahora siga colocando vallas, como en la campaña pasada, pero ahora entre otros, con exDirectores de Hospitales, de los cuales como el Ministro Jaramillo dice, probablemente se enriquecieron con el covid. Y sus casas parecieran clínicas privadas, sin ambulancias, claro, pero, con un parque de camionetas, Audis, o mercedes, o Bmw, dispuestas para desplazarse velozmente, por la verguenza que causa el dar la cara de dignidad que no reflejan.