La pandemia del COVID-19 implicó un nuevo reto para un proyecto naciente como el de la Nueva Licorera de Boyacá, que luego de 16 años en manos de un operador privado, regresó al dominio departamental, sin que esto implicara un retroceso para una de las industrias de licores mejor consolidadas en el país.
Muchos fueron los cuestionamientos que surgieron a finales de 2019 cuando la Licorera de Boyacá regresó a ser manejada por el sector público, para de paso convertirse en la Nueva Licorera de Boyacá. No faltaron las premoniciones de desfalco, de debacle y de quiebra al tratarse de una empresa que iba a ser manejada por el departamento, pero nada de esto ocurrió, es más, la reinvención ha sido descollante, y la respuesta ante un mercado desconocido a causa de la pandemia ha sido ejemplar.
Fue exactamente el 12 de noviembre de 2019 el día en que inició actividades la Nueva Licorera de Boyacá, y con ella surgieron metas y objetivos, proyectados en cabeza de su nuevo gerente, Sergio Tolosa. Entre estos la consolidación de productos como el Aguardiente Ónix Sello Negro, y el Ron Boyacá, que para ese momento eran poco conocidos. También se tenía en mente la tarea de fortalecer productos tradicionales como el Aguardiente Líder Tradicional, el Líder Sin Azúcar y el Líder 24°.
Algo que también tuvo claro Tolosa fue la necesidad de ampliar el portafolio de productos, pero nunca imaginó que la pandemia del COVID-19 le obligaría a recurrir a una diversificación difícilmente imaginada en tiempos de normalidad.
Las ventas de licores se frenaron en seco con el inicio de la pandemia, pero ahí mismo la Nueva Licorera de Boyacá se anticipó a las necesidades de mercado y llegó a la ciudadanía a través de la venta de alcohol antiséptico y gel antibacterial, siendo la primera licorera del país en apostar por estos productos, así como la primera en lograr la certificación por parte del Invima para su comercialización.
Fue todo un acierto, pues en esos primeros días de encierro y temor a causa del COVID-19, las ventas de estos productos se dispararon. Lo hicieron a tal punto que la Nueva Licorera de Boyacá se vio obligada a trabajar a toda máquina para cumplir con la demanda existente por ese entonces hacia estos productos.
Entendiendo que el mercado tendría un comportamiento atípico, y habiendo superado la primera crisis a causa del confinamiento, la Nueva Licorera de Boyacá superó su primera prueba de fuego. No hubo despidos, ni suspensión de contratos temporales, todo el personal se mantuvo porque la empresa lo necesitaba. Es más, se realizó la modernización de infraestructura y del sistematizado de sus productos, realizando una fuerte apuesta por la tecnificación de la planta de producción.
Pero a pesar de esta decisión, casi que visionaria, no ha sido un año sencillo, pues para cubrir el ingreso que genera la venta de una sola botella de aguardiente, se necesita vender seis de alcohol antiséptico, y una vez que en otras regiones del país entendieron que el negocio estaba en la venta de este producto, terminó el auge en las ventas de geles y alcohol.
Pero la rápida reacción y el buen desempeño durante los dos primeros meses del año fueron suficientes para que la Nueva Licorera de Boyacá alcanzara una cifra más que aceptable en materia de transferencias. En estos primeros 12 meses se ha transferido al departamento una cifra cercana a los 16.000 millones de pesos, siendo el 37% de este valor destinado al sector salud, el 3% al deporte, y el 60% restante a las arcas del departamento. Como si esto no fuera suficiente, la Nueva Licorera de Boyacá entendió su papel preponderante y decisivo en medio de la crisis social que se ahondó desde marzo para muchos de los colombianos. “Hemos realizado donaciones por más de 100 millones de pesos a entidades que lo necesitaban, como organismos de socorro, seguridad, centros de salud y hogares geriátricos, entre otros, aportando un granito de arena a la contención del COVID-19”, señala Sergio Tolosa, gerente de la Nueva Licorera de Boyacá.
También se apostó por el apoyo a un sector que se ha visto gravemente amenazado durante los últimos tiempos, el de los productores paneleros de la Hoya del Río Suárez. “Tenemos un tema de desarrollo empresarial donde estamos apoyando clúster, en el caso de la producción de tafias, para que nuestro Ron Boyacá salga con tafias y mieles de nuestros cañicultores boyacenses”, explica Tolosa.
Claro que el reto es constante, más todavía en este escenario de pandemia en el que las medidas restrictivas vienen y van. Los planes de incursión de licores boyacenses a otros departamentos siguen en marcha, siendo Casanare el primer departamento al que ingresaron sus productos, previo a las estrictas restricciones a bares, discotecas y anulación de eventos masivos.
El último trimestre del año es el que históricamente ha implicado el mayor volumen de ventas de licores, no solo en Boyacá sino en todo el país, pero en este contexto está en entredicho que el comportamiento sea similar al habitual. Pero no por ello la Nueva Licorera de Boyacá ha renunciado a la promoción de licores que poco a poco han ido ganándose el afecto y la recordación entre los boyacenses, por eso, para este fin de año, tiene previsto poner en circulación 3.000 botellas de una edición especial de Ron Boyacá y 3.000 de una de Ónix Sello Negro. Claro está que el éxito de esta estrategia dependerá de las decisiones que tomen los municipios en cuanto a toque de queda y ley seca.
Sobre 2021 hay grandes expectativas a pesar de la pandemia, pues se tiene confianza en que la situación mejorará, en que los ciudadanos irán perfeccionando las medidas de autocuidado, lo que tendrá como consecuencia la flexibilización de medidas restrictivas. Por eso se han planteado una meta ambiciosa, la venta de por lo menos 1.500.000 botellas de licores boyacenses.