Nacionalismo Cristiano: ¿una amenaza para Estados Unidos?

Donald Trump reza con varios sacerdotes en la iglesia internacional de las Vegas, 2018. Foto | Retours
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Una de las cuestiones más preocupantes de los acontecimientos sociales que han tenido lugar en Norteamérica es el avance sostenido y demoledor de la ideología progresista en años recientes; la legislación a favor del aborto, el matrimonio homosexual, la agenda de género en las escuelas, entre otros, han marcado suficientes cambios para que la inmensa mayoría de grupos cristianos, sientan “el llamado divino”, una especie de misión purgatoria que pretende purificar moralmente a la sociedad norteamericana de la oleada antirreligiosa.

Por | Zully Orozco
Economista e investigadora

Por ello, son cada vez más los cristianos que participan en procesos electorales mostrando su apoyo a políticos de derecha. Según informes del Pew Research Center, centro de investigaciones para asuntos religiosos, el 75% de los votantes evangélicos votaron por candidatos republicanos a la Cámara en 2018.

También se señala que Donald Trump siguió teniendo un fuerte apoyo de los cristianos protestantes durante las elecciones de 2020 con el 59% de votos, en contraste al 40% que eligió a Biden. Trump obtuvo más apoyo del bloque evangélico en las elecciones de 2020 que en 2016, con un incremento del 18% de la cuota electoral.

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Por años, el lobby cristiano ha sido instrumentalizado por políticos como el expresidente Donald Trump para fines exclusivamente electorales. Pero, ¿esto puede significar un peligro para la democracia? Un gobierno en manos de cristianos evangélicos, ¿gobernaría igualmente para todos, o, lo utilizaría para imponer brutalmente su agenda ideológica sobre el resto de la ciudadanía?

Los manifestantes rezan frente al Capitolio de Estados Unidos en Washington el 6 de enero de 2021. Stefani Reynolds/Bloomberg/Getty Images

El nacionalismo cristiano no solo se ha caracterizado por ampliar aceleradamente su participación en la política, sino por sostener fuertemente la creencia de que los valores cristianos deben dirigir la política del país. Y aquí está el peligro.

Basta escuchar declaraciones como las de la diputada Marjorie Taylor que se denomina a sí misma como nacionalista cristiana para discernir los intereses increíblemente ideologizantes del movimiento: “…deberíamos educar a la nación en los valores cristianos… el nacionalismo cristiano no es «nada que temer»  el «movimiento» resolverá los tiroteos en las escuelas y la «inmoralidad sexual» en Estados Unidos”

O discursos extremistas como los de la senadora republicana Lauren Boebert que quiere borrar la separación entre iglesia y Estado, al respecto menciona: “la iglesia debe dirigir el gobierno y el gobierno no debe dirigir a la iglesia… Estoy cansada de esa basura de separación entre Iglesia y Estado.” Pronunció frente a una audiencia multitudinaria durante el culto dominical.

No hay duda de que el nacionalismo cristiano actúa como un movimiento totalitario al cargarse el principio de igualdad frente a la ley buscando obtener privilegios exclusivos del gobierno para legislar los valores tradicionales. En palabras de Amanda Tyler: Se basa en gran medida en una falsa narrativa de Estados Unidos como «nación cristiana», fundada por cristianos para privilegiar esa religión.

En efecto,la existencia de esta ideología, irreflexiva, oscurantista y anticonstitucional, constata una amenaza creciente para la libertad religiosa y la democracia estadunidense. 

La Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos consagra el concepto de separación de la Iglesia y el Estado: “El Congreso no aprobará ninguna ley sobre el establecimiento de la religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma.”

En principio,la declaración quería evitar los horrores de la intolerancia religiosa que padecieron multitudes de protestantes en el continente europeo antes de su llegada a América. Y la razón no puede ser más evidente, siempre que la iglesia se ha unido con el poder político ha dado cabida a toda serie de aniquilaciones y destrucción de los derechos humanos, mediante instituciones de genocidio masivo, censura y persecución, así como se ha abocado a la eliminación del pensamiento, la identidad y la cultura de innumerables colectivos religiosos.

De allí que la nación norteamericana desde su fundación hasta hoy, defienda los principios de tolerancia y respeto a toda clase de expresión religiosa sin declarar religión oficial alguna que se oponga a la autonomía individual de las personas.

Esta es la razón por la que movimientos ideológicos como el nacionalismo cristiano resultan chocantes. Fanatismos y extremismos religiosos como este constituyen por naturaleza un enorme peligro, pero si se vinculan en relaciones clientelares con el Estado como lo aspiran, el resultado es la pérdida progresiva de las libertades civiles.

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