Esa percepción de empeoramiento de las condiciones de vida es todavía más diciente entre la población rural, entre la que casi el 60 por ciento siente que sus condiciones han empeorado.
El COVID-19 llegó para quedarse, aunque se piensa que lo peor ya pasó. Aquellos tiempos de muertes masivas y encierros prolongados parecen haber quedado atrás. Lo que no quedó atrás fue la percepción de empeoramiento en las condiciones y calidad de vida, por lo menos entre los boyacenses.
De acuerdo al informe Boyacá: Contexto Social, Económico, Laborale impactos COVID-19, realizado por el Crepib, la OIT y la Gobernación de Boyacá, el 52% de los boyacenses piensan que, durante 2020, empeoró su calidad de vida.
El impacto es todavía más diciente en el campo, donde el 56% de sus pobladores contestó que empeoraron sus condiciones de vida, el 38% dijo que eran iguales, y solamente el 6% piensan que las cosas mejoraron.
Es que una amplia mayoría de los encuestados en el departamento afirma haberse visto afectado con la reducción de sus ingresos. El 69% de los boyacenses constato percibir menos recursos, y entre ellos un 94% relacionan esa disminución directamente con la pandemia, ya sea por las medidas de aislamiento, restricciones sectoriales o aspectos de salud individual. Entre la población rural la situación es aún más acentuada, pues el 73% vivió esa situación de reducción de ingresos.
Tal fue la reducción de recursos entre los boyacenses, que el 55% de los encuestados afirmó no haber contado con los ingresos suficientes para cubrir los gastos mínimos del hogar. En este sentido, la población rural constató las dificultades, aunque una menor proporción manifestó no haber podido cumplir con los gastos mínimos del hogar, en comparación con la población no rural.