Los precios de los insumos que se han incrementado escandalosamente durante el último año, los tienen azotados. Comer pan también va camino a convertirse en un lujo, especialmente para las clases menos favorecidas.
Seguramente muchos han escuchado que no se debe “hacer pan, para vender pan”, y como van las cosas, es la realidad que afrontan quienes se dedican a llevar el pan de cada día a los hogares boyacenses.
Los insumos siguen subiendo, el negocio tiende a la baja.
Estos ingredientes han hecho que a nivel nacional el precio del pan tenga un aumento de hasta el 19 por ciento.
Las cifras no son alentadoras; de acuerdo con el último informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, Dane, los alimentos incrementaron su precio para marzo en cerca de 25%.
Con ello, la inflación general en el país alcanzó el 8,53 por ciento.
“Como ya es bien sabido por todo el mundo la guerra en Ucrania nos está afectando, uno de pronto a veces no cree no, que eso tan lejos y eso… pero sí, todo ha subido, estamos trabajando con muy poca ganancia, ya no es como en los viejos tiempos”, comentó don Wilson, propietario de una panadería en la capital de Boyacá.
Por ejemplo, un bulto de harina hace un año valía 110 mil pesos, ahora está en 145 o 147 mil pesos y hasta un poco más; una caja de grasa ni se diga (una caja de 25 libras está por el orden de los $105.000), incluso a veces ni se consigue; la levadura entre 4.000 y 4.200 pesos; mantequilla de vaca unos $75.000 que alcanza, más o menos, para una semana; el azúcar, que sube casi cada 8 días, se consigue entre 170 y 179 mil pesos, de modo que los distribuidores también se ven obligados a subirle y de ahí las panaderías se ven en aprietos.
“A mí hace como un año y medio me hablaban que el pan llegaría a los quinientos pesos, yo no la creía la verdad, hoy es una realidad; el que coma pan hoy en día es un lujo, como la papa, es lujoso, porque está verracamente caro, pero a pesar de todo el pan sigue siendo lo más barato que comemos”, añadió don Wilson.
Existen algunos negocios que incluyen huevos en la preparación del pan, la cubeta se consigue en un promedio de 14.000 pesos (tipo A y doble A, que son los más recomendables), de modo que eso va sumando; y así, las facturas de los servicios públicos, quienes deben pagar arriendo de sus locales, pagar empleados, en fin, un sinnúmero de factores que hacen complicado “sobrevivir”.
Al parecer, hasta donde se ha consultado, en Tunja quienes se dedican a este oficio no están agremiados ni asociados, es una independencia del rebusque y prácticamente como lo manifestaron en varios sectores de la ciudad, un “sálvese quien pueda”.
Los productos de pan se hacen generalmente en un aproximado de seis a ocho horas, en la mañana se pone a hacer, se deja reposar en el cuarto de crecimiento, y luego se deja reposar nuevamente para que salga de muy buena calidad.
“Se venda o no se venda quienes tenemos empleados debemos responderles, el que lleva a la final del bulto es el dueño y el consumidor claro está; cuando hay alza en insumos no queda de otra que subirle al producto, o bajarle al tamaño para tratar de sopesar”, concluyó este propietario de panadería.
La mayoría de los negocios en el centro de la capital boyacense mantienen un costo de $500 la unidad; algunos especializados tienen variedades por el orden de los 1.000 a los 1.400 pesos; mientras que en el norte está a $400, en el occidente a $400, oriente a $300 y en el sur entre $250 y $350. Y en algunas capitales del país, ya está por el orden de los $700 a $800.
Algunos piensan que deberían unir fuerzas, otros que eso no arreglaría nada. Lo que sí es cierto, es que, si la situación sigue así, aquella expresión de “se vende como pan caliente” no la volveremos a escuchar.
¨se vende como pan caliente¨ ahora, resulta procedente para aquellos productos costosos como unas mujeres y los artículos de primera necesidad, todo por culpa de Duque y la pandemia, que aumentaron el desempleo y acabaron con los ingresos legales.