Por: Daniel Triviño
Una de las grandes tradiciones de los habitantes de la capital boyacense ha sido recorrer sus calles a pie, no por nada en Tunja se registra que más del 40% de la ciudadanía opta por caminar, prefiriendo esta forma de movilización por encima del transporte público colectivo o individual.
Y despierta agrado entre los tunjanos recorrer las calles céntricas y encontrarse con olores como el de la calle 21 entre carreras 11 y 12, donde el olor a flores recorre las calles. O el de la calle 19, en inmediaciones a la Universidad Santo Tomás y lo que antes fue el almacén el Tía, donde es fácil percibir ese olor a pan recién hecho. Y cómo dejar de lado ese olor tan característico de la esquina de la carrera 9 con calle 19, donde prolifera el tradicional olor a pollo del Gran Pollo, tan típico de la ciudad.
Lastimosamente hoy, esos olores quedan cubiertos por el olor a podredumbre. Ese hedor que nace en el relleno de Pirgua y se esparce por los cielos tunjanos.
Olor a podredumbre que llega hasta las oficinas de ServiTunja, que cuando se le cita ante el Cabildo Municipal para explicar el plan para hacer frente a la crisis desatada a partir del cierre del relleno Terrazas del Porvenir en Sogamoso, hacen oídos sordos y dejan plantados a concejales y ciudadanos que quieren conocer las posibles soluciones. Empresa a la que se le ha citado para explicar el negocio de recibir las basuras de más de cien municipios, pero al parecer dicha explicación ha quedado enterrada bajo toneladas de residuos.
También huele a podrido en el despacho del Alcalde, que ha carecido de carácter para hacer valer eso que dijo a mediados del año pasado cuando se dio a conocer que Pirgua iba a recibir las basuras de todo el departamento. Esos tres mesesitos se fueron convirtiendo en más de doce; en más de un año de proliferación de enfermedades para quienes habitan en zonas aledañas al relleno de Pirgua.
Y el olor putrefacto es tan fuerte que se esparce por todo el departamento, por todos esos municipios en los que se han hecho los de la vista gorda con la implementación de los PGIRS (Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos), que además hoy encuentran respaldo en la Oficina de Diálogo Social y Paz de la Gobernación de Boyacá, que lo que pretende es que Tunja aprenda a manejar la problemática, pero no pretende lo mismo con los más de cien municipios, incluso desde Santander, que hoy disponen sus basuras en la capital boyacense.
Tan fuerte y nefasta es la descomposición, la putrefacción, que también se ha filtrado en el despacho de Sandro Condía, a quien se le ha removido de su cargo por este caos que ha desatado en el departamento, pero que tercamente insiste en tener la razón, sin importar la afectación en la vida de cientos de familias tunjanas que hoy tienen que soportar esta grave crisis.