Llegaron para quedarse

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Por: Luis Heriberto Bohórquez / Ingeniero de Vías y Transportes. / @luchocalidad

Ingeniero de Vías y Transportes, egresado de la UPTC oriundo de Garagoa. Catedrático universitario, especialista en calidad de materiales y producción industrial de concretos. Foto: Archivo personal

Algún día superaremos este difícil momento de la historia de la humanidad y con seguridad algunas costumbres que tuvimos que asumir durante los aislamientos, se quedarán y ojalá sea para bien, pues habrá que emprender la reconstrucción de lo que deje maltrecho el COVID-19.

Lo primero que se debe mencionar, serán las buenas acciones que como seres humanos emprendamos luego de las profundas reflexiones que cada quien haya hecho durante el encierro y que lógicamente deberá convertirnos en mejores personas. Algo tiene que quedar de esta dura experiencia.

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En una época de acelerada evolución de la tecnología, cuando llevábamos mucho tiempo debatiendo sobre las conveniencias del teletrabajo, la pandemia nos metió en ese ambiente a las malas. Entidades públicas y privadas, debieron de la noche a la mañana implementar esta modalidad de trabajo, para el que unos y otros no estábamos preparados.

Estamos aprendiendo y dependemos de nuestra propia disciplina y de un entorno corporativo donde toda la información esté digitalizada y los procesos de planificación sean perfectos. De no darse estas condiciones habrá tropiezos y ahí es donde aparece la necesidad de capacitación en trabajo remoto y además una excelente planificación en todas las áreas corporativas. Y el Estado a legislar en la materia, estableciendo una jornada mínima obligatoria de teletrabajo a la semana.

Sin duda, el teletrabajo conquistó los espacios que el virus le abrió, aplicable a trabajadores citadinos, pueblerinos y hasta campesinos, porque todos tenemos opción de integrarnos a producir mediante la tecnología.

Ahora pasemos de la tecnología a una actividad que aporta a la supervivencia y se ha convertido en mercadeo de la satisfacción del cliente: el servicio a domicilio. En ciudades pequeñas cómo Garagoa, muy tímidamente se ofrecía y/o solicitaba esta misión solo aplicable para taxis, y de la noche a la mañana se hizo imprescindible por razones de comodidad, seguridad y necesidad. Hemos visto asepsia, seriedad, responsabilidad, e innovación, principalmente en emprendedores jóvenes tanto hombres como mujeres. Me atrevo a asegurar, que de aquí saldrán empresarios exitosos.

Como para sobrevivir hay que comer, obvio, se necesita el tradicional “mercado de plaza” y los garagoenses tuvimos que adaptarnos a nuevas reglas para adquirir víveres: pico y cédula por día y con cierre total los sábados y domingos. Algo difícil para una comunidad acostumbrada a ir a “mercar” los domingos, pero finalmente lo asimilamos; así que estamos listos para desmontar el mercado dominical y mantener activa la plaza durante toda la semana.

Este cambio dinamizaría la economía de la ciudad, manteniéndola activa de lunes a sábado y reservando los domingos para el descanso y el reencuentro familiar. Actualmente Garagoa tiene actividades que funcionan a medias durante sábado y domingo, lo que obliga a muchas personas a laborar en forma idéntica durante estos dos días. Reorganizando la feria de ganado bovino y porcino y mejorando el tratamiento para la plaza campesina, la jornada dominical quedará para ocupaciones orientadas al entretenimiento, al turismo y en un mínimo a sus servicios conexos. Estamos en mora de dar un paso más, hacia la modernización de nuestras costumbres.

Lo único que no llegó, porque ya estaba y, además, se quedará, es el canibalismo ideológico entre unos y otros bandos ciudadanos, alimentado por la máscara de las redes sociales, donde pululan a diario los insultos de algunos convencidos que madrear es una solución para que la gente piense a favor de la causa que defienden, pero el resultado es totalmente contrario. Y pensar que muchos de esos agravios se pronuncian, supuestamente, en defensa de la educación y sus limitados recursos. El buen consejo, seguido del mal ejemplo.

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