La casi que permanente Ley Seca decretada en Tunja más las rigurosas restricciones a causa de la pandemia, tienen al borde de la quiebra a cerca de 300 establecimientos comerciales dedicados al ocio y expendio de bebidas embriagantes.
Las prohibiciones y restricciones son comprensibles, pues en prácticamente todos los rincones de Colombia existen. Lo que aún siguen sin comprender las personas pertenecientes a este gremio es la falta de voluntad de la Administración Municipal para sentarse y conjuntamente plantear alternativas al sector que quizá es el más golpeado durante esta pandemia.
La Ley Seca también ha jugado un papel determinante para que esa sensación de agobio y desesperación crezca, pues la distribución de licor a domicilio era una de las pocas alternativas para todos aquellos que han tenido que cerrar sus bares.
En diálogo con EL DIARIO, David Contreras, Asesor Jurídico de Asobares a nivel nacional, y Armando Ávila, propietario del bar Joplin, dieron a conocer su punto de vista y se cuestionaron por la verdadera efectividad de la Ley Seca, que ha sido decretada prácticamente todos los fines de semana desde que empezó la cuarentena, y que no ha logrado frenar la escalada de casos de violencia intrafamiliar, argumento principal de la Administración Municipal para decretar la medida.