Los datos oficiales, entregados en las últimas horas, dan cuenta de varios contagios del virus en Chiquinquirá, a pesar de las medidas adoptadas. Eso, despertó un ambiente de desconfianza entre los ciudadanos y los primeros señalamientos mutuos.
Los reportes oficiales más recientes, mostraron el contagio de coronavirus en seis pacientes en la ciudad de Chiquinquirá.
Esa situación dejó ver posibles debilidades en el conjunto de medidas aplicadas por las instituciones para afrontar la cuarentena. Y, lo que es peor, un conjunto de señalamientos precipitados, que apuntan a buscar culpables de la situación, que hoy tiene a la ciudad, como posible centro de la pandemia en Boyacá.
Ya, en varios informes se había anunciado que Chiquinquirá era una de las tres ciudades de Boyacá con mayor desobediencia de las medidas y, por consiguiente, con mayores comparendos. Lo que indicaba que esta ciudad, iba a ser un terreno difícil, en términos de educación ciudadana y adopción colectiva de medidas de cuarentena. Entre otras cosas, porque se trata de una ciudad que, históricamente, ha carecido de fuentes de empleo formal. Su base económica es el comercio. Y mantiene un turismo precario basado en la religiosidad y una cultura del “rebusque” que, de alguna manera, se heredó por el auge de riqueza de las esmeraldas que, en su momento, dejó liquidez en muchos sectores de la población, pero desprecio por la generación de empresas con estabilidad laboral.
Desde un comienzo, el Alcalde de la ciudad, Wilmar Triana González, decretó la aplicación de fórmulas que incluían “toque de queda” y la restricción a la movilidad de varios sectores. Pero, estas medidas, no marcaron una real diferencia, para una ciudad con tantas angustias, con tantas fisuras y con tanta indisciplina.
Varios analistas, en temas de salud, opinan que la administración municipal, nunca hizo un esfuerzo por identificar e interpretar los verdaderos escenarios, donde tenía que debatirse la situación del coronavirus en Chiquinquirá. Especialmente, para entender variables como el movimiento demográfico que sufre la ciudad, el comportamiento de sus índices de pobreza y marginalidad y un mapeo con los posibles focos de contagio para una ciudad con tanta población flotante.
Y en este punto, llama la atención, también, la ausencia de un modelo de Gestión de Salud Pública, que es el sistema que define los roles esenciales del Municipio frente a una pandemia, garantizando un manejo integro, coordinado, complementario y audaz de los procedimientos en salud.
Por eso, la población observó medidas contradictorias en el manejo de esta pandemia. Unos sectores de la ciudad, como el centro histórico, completamente cerrados con medidas drásticas. Pero, en contraste, otros sectores de la ciudad, con notable flujo de personas y vehículos. Adicionalmente, instituciones como los bancos, adoptando de manera autónoma medidas de manejo sanitario, sin la intervención o aprobación de la autoridad municipal en salud.
El Centro de Acopio
Pero las miradas, por estos días, apuntan hacia el Centro de Acopio de Chiquinquirá, la plaza de mercado. No sólo porque allí trabaja uno de los primeros ciudadanos contagiados. Si no, porque este espacio físico siempre ha sido un terreno difícil de descifrar, en términos de quién ejerce la verdadera autoridad. Parece como si existieran unos “micropoderes” muy invisibles que determinan y ordenan las dinámicas al interior de este establecimiento, desde hace tiempo. Por eso, nunca hubo cierre temporal, ni medidas de contingencia para desalojar, para desinfectar o para regular medianamente el acceso y la circulación, en el principal centro de abastecimiento.
Estos hechos, para muchos, abonaron el terreno perfecto para la aparición de los contagios en Chiquinquirá, a través de un empleado de una sección de este centro. Razón por la cual, nuevamente el Estado es responsable de esta situación por la omisión, timidez y la falta de carácter, a la hora de decretar el cierre de éste establecimiento, desde comienzos de la crisis, hace dos meses.
Pero, también varios conocedores del tema, hablan de medidas contradictorias tomadas a luz de la pandemia en esta ciudad. Ejemplo de esto, son: el decreto que abrió bruscamente varios sectores del comercio local hace algunos días y la ausencia de una política municipal para el manejo de población migrante. Que, sumadas a las anteriores, pueden hacer un dibujo completo de las dudas que tuvo la ciudad en el manejo de esta crisis.
El rol del Hospital Regional
En las últimas horas, se evidenció posibles diferencias entre un sector de la ciudadanía y el Hospital Regional de Chiquinquirá. Por una parte, se escucharon voces de inconformidad, de algunos sectores de ciudadanos, por la reelección de la actual gerente Luz Marina Estupiñán Merchán, anunciada por el Gobernador Barragán. Y en este punto, llama la atención la convocatoria, que apareció en las últimas horas, para adelantar cacerolazos en protesta por este nombramiento y una recolección de firmas para tratar de detener la decisión del gobernador.
De otro lado, un sector significativo de la opinión pública y de trabajadores de esta institución, recibieron con tranquilidad y entusiasmo la ratificación de la Sra. Estupiñán Merchán como gerente para los próximos cuatro años. Sostienen, que las grandes transformaciones del Hospital solo fueron posibles bajo la batuta de la esta funcionaria.
Por último, aparece un reclamo airado de un concejal de la coalición de gobierno, a través de un video publicado, donde denuncia un posible descuido del Hospital Regional de Chiquinquirá en la aplicación del “cerco epidemiológico” sobre la familia de uno de los contagiados, que vive en un sector residencial de la ciudad. Situación que generó mayor confusión entre los ciudadanos y que dejó ver una posible fractura entre instituciones encargadas de asumir las decisiones sobre esta crisis.
Con todo esto, la ciudad quedó confundida y llena de desconfianzas. Se espera en los próximos días nuevas medidas, una vez se verifique las pruebas que se vienen haciendo a algunos ciudadanos sospechosos de contagio. Y se espera, una actitud más comprensiva de las autoridades, más concertada y más fluida a la luz de la realidad cultural, histórica y económica de una ciudad como Chiquinquirá, que se mueve peligrosamente, en el filo de la angustia por la subsistencia y la miseria.