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Jon Fosse – Septología – De Conatus – Colección ¿Qué nos contamos hoy? – 2023 – Traducción: Kirsti Baggethun y Cristina Gómez Baggethun.

Por | Darío Rodríguez
X | @etinEspartaego
thopos.wordpress.com

La prosa de Jon Fosse es un reto directo para cualquier clase de lector. Si uno está acostumbrado a cierto orden del discurso narrativo consistente en unir, de modo hábil, descripciones, acciones, diálogos, para presentar una situación o contar un suceso, quizá Septología y el estilo de Fosse no sean lo más recomendable.

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En el caso de estas siete novelas reunidas por la editorial De Conatus, con la friolera de ochocientas páginas, lo que se halla es casi la contradicción o ya francamente la subversión del relato formal al que nos han habituado los periodismos, los textos publicitarios y los memes de variado pelambre. ¿Novelas o tan solo libros? La discusión queda sobre la mesa. Recordemos por ejemplo que autores de diverso calado como Gabriela Wiener, Fabián Casas o Cabrera Infante descreen un poco, con razón, de la categoría ‘novela’.

Miremos, ahora, un trozo de la avalancha que es Septología:

…y el Profesor lo mira y Asle nota que el hombre no se cree lo que le dice y Asle dice que quisiera pedirle que le dejara no leer en voz alta en clase y el Profesor lo mira y dice que a menudo pide a una fila entera que lea en voz alta, como ya habrá visto Asle, y que entonces sería raro que no leyera él también, dice, y Asle nota que el profesor no le cree y entonces el Profesor dice que intentará tenerlo en cuenta y que Asle tampoco tiene que leer mucho, una rase o dos nada más, pero es importante que ejercite la pronunciación, dice el Profesor, y luego pregunta a Asle si tampoco quiere que le haga preguntas, que le pregunte si ha hecho los deberes, y Asle dice que eso no es problema, y hay cierta guasa en la voz del Profesor y Asle dice que solo quería decirle eso y el Profesor dice que entonces entren en clase, y hoy al menos no tendrá que leer, porque sí que le ha oído tartamudear y balbucear, aunque su pronunciación es buena, sí, su inglés es bueno, así que seguro que aprenderá a hablar bien el inglés…  

El fragmento forma parte de un párrafo que sólo se extiende por catorce páginas. Uno de los más breves de la colección de libros, por cierto. Pertenece a la zona suave de una narración desatada, que se deleita en su propia densidad y capacidad de énfasis o de repetición, donde no es raro hallar construcciones prosísticas sin un solo punto que alargan lo que desean contar en veintenas, treintenas de páginas.

Se preguntará el lector, o el curioso, por qué escribir de esa manera. La respuesta más veloz puede ser: porque el protagonista de los siete libros y su mundo lo piden. Sin afán de resumir los argumentos de Septología – algo, por otra parte, imposible -, los libros nos muestran a un anciano pintor llamado Asle, que está planteándose abandonar su oficio mientras reflexiona acerca del sentido de la búsqueda artística y del arte mismo, sin descartar lo que fue su pasado y lo que un Asle alternativo pudo haber sido. El escenario de estos acontecimientos no es físico. Es la mente del narrador, del viejo pintor. Lo que consigue Fosse es algo ya intentado y, si se quiere, superado: devolverle la dignidad perdida al monólogo interior, a la corriente de conciencia, narrar con el mismo vibrato usado magistralmente por Joyce, Virginia Woolf o, en contextos nuestros, por el Carlos Fuentes de La muerte de Artemio Cruz. Que el relato se asemeje al frenesí del pensamiento.

Estamos como lectores dentro de la mente del pintor. Y por ese motivo lo vemos repetirse, regresar una y otra vez a determinados temas ya eternos en la literatura, el amor, la venganza, las dificultades de vivir en comunidad. La gracia del estilo de Fosse reside en que las siete novelas no se limitan a reproducir el modo en que Asle, o las versiones paralelas de Asle, piensan. Hay en todos los libros unas cadencias, unos ritmos más cercanos al del místico que al del poeta. O mejor, al del poeta cuando se inclina a lo sacro. Un elemento fundamental en los libros de Fosse es el misticismo. No es extraño hallar parecidos entre la oración o la meditación cristiana y las cavilaciones del pintor.

Septología es recomendado, entonces, para lectores sin prisas. Para personas que se den pausas en la lectura. No se promete entretenimiento inmediato ni diversión al leer estos libros. Pero algo sí es seguro: Fosse conduce a buscar un sentido, un punto de apoyo, justo en épocas donde inquietud y dudas es lo que menos está ofreciendo la literatura. La Academia Sueca acertó al concederle el premio Nobel a este escritor insólito y exigente.

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1 COMENTARIO

  1. Es increíble cómo en su novela Melancolía, se mete en muchas cabezas, entre ellas, la del pintor romántico experto en pintar nubes Lars Hertervig. Una escritura y por ende, una lectura esquizofrénica. Excelente reseña, querido Darío.

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