Por | Ilvar-Josué Carantón-Sánchez[1]
I
En época preelectoral la baraja de candidatos comienza a sonar y se hacen cábalas y conjeturas sobre quién o quiénes son y serán los elegidos. Se arman programas de gobierno, se reparten puestos y se decide sobre lo divino y lo humano, pero sobre lo fundamental, ese acuerdo tan necesario hoy en diversos escenarios, desaparece y todo se torna los mismo con distinto “inquilino” y séquito.
Para comenzar pondré sobre la mesa un solo tema, el municipio y por añadidura la ciudad. Aunque sea el discurso de campaña de la mayoría, los temas de mayor relevancia no los puede controlar el gobierno de turno; no dependen de él ni la educación, ni la salud, muchos temas de infraestructura tampoco pueden ser controlados por el gobierno municipal, este depende de una sincronía entre las administraciones centrales, regionales, locales, los organismos no gubernamentales que apoyan estas causas y la empresa privada.
Trabajar en la ciudad que articule espacios públicos, espacios de servicios y espacios de vivienda equilibrados, es la meta, esa es una ciudad de usos mixtos.
Casi que la única acción sobre la que tiene incidencia real, es sobre el ordenamiento territorial; entonces, generar valor en la ciudad, ya sea porque tenemos muchos profesionales o técnicos expertos con saberes específicos, o porque se potenciaron zonas para ser urbanizadas, depende del que gobierna. Si el alcalde no hace urbanismo, nadie más lo va a hacer, todo lo demás tiene dolientes, la organización del territorio para multiplicar el valor, depende exclusivamente de él. Trabajar en la ciudad que articule espacios públicos, espacios de servicios y espacios de vivienda equilibrados, es la meta, esa es una ciudad de usos mixtos. Esa es la ciudad que necesitamos construir, eso es hacer ciudadanía antes que ciudad.
La ciudad constantemente necesita especificidades, ese es el gran valor que entrega todos los días tener tantas personas juntas en un mismo territorio. Todo conocimiento adquirido, o arte u oficio que llega a ella, se multiplica y se valoriza. Si la ciudad es más compacta, mayor será el valor de cada saber.
Para entender esto, es necesario tener claro que en virtud de los usos que tradicionalmente van teniendo los lugares y que son tan dinámicas las evoluciones de esos usos que sería un atropello hoy dedicar exclusivamente a un solo uso una zona. Cuando se definen ordenamientos territoriales de usos exclusivos, atentan contra el gran valor que hoy tenemos para competir con el mundo entero: el conocimiento.
Los usos mixtos, la gestión sincronizada de cada necesidad y la resolución de los problemas, son mucho más eficientes en una ciudad conectada, porque en la ciudad dispersa, se acaba con la valorización del conocimiento, se acaba con las iniciativas ciudadanas.
II
El peor error y más frecuente, es dejar a la merced de la actividad económica, el desarrollo urbano. El mercado tiende a dominar la dinámica urbanística y no es un buen planificador, y a mi modo de ver, es el peor. En todo el continente latinoamericano no llega a 30% el promedio de los perímetros planeados, esto quiere decir que la inmensa mayoría de los desarrollos habitacionales son improvisados, hechos en lugares que no tenían contemplado ese uso. No puede el mercado ser superior a la organización de las ciudades.
Entonces surge la pregunta de ¿cómo Gestionar nuestros municipios? Y la respuesta es Urbanismo y Cultura, un vínculo absolutamente necesario para el desarrollo de nuestras ciudades, que siguen confundiendo progreso con concreto y enviando mensajes equivocados a sus habitantes, al dejar a la merced de la actividad económica, el desarrollo urbano.
Esta relación tan necesaria y tan ausente de nuestra realidad urbana en América Latina, ha venido separándose cada vez más de las lógicas de los gobernantes, imponiendo intervenciones sin fondo en los territorios y llevando las manifestaciones culturales, empíricas y vivas, propias de estos países, a recintos cerrados.
los buenos usos que se den a cada predio depende, que se haga la evolución de un gran centro de consumo, donde el ciudadano, llega a comprar bienes y servicios,
Hoy sería una buena práctica, dudar de todas las fórmulas de ordenamiento territorial que privilegie los desarrollos para la vivienda por encima de los espacios públicos. Las ciudades cambiaron de rol, y de los buenos usos que se den a cada predio depende, que se haga la evolución de un gran centro de consumo, donde el ciudadano, llega a comprar bienes y servicios, a un gran centro de producción, que genera conocimiento, que vale mucho y que, al poderse transferir, recibe mucho más de lo que pudiera exigir.
Esto incrementa sustancialmente el área urbanizada y reduce la densidad urbana. El área urbanizada se concentra, se repotencia, se recoge y hace más fácil la generación de conocimiento, ese es el verdadero valor de producción de las ciudades hoy, con esto se vuelve supremamente eficiente, puesto que es muy barato llevar agua y luz, limpiar y buscar las basuras, entre otras, en un espacio concentrado, que en un espacio disperso.
El aumento de la densidad urbana sería posiblemente el problema más grave de todos, es muy costoso llevar los servicios a cada casa en un territorio desconectado y desconcentrado, por eso cada que se hace de un espacio rural, un territorio urbano, se genera un problema económico con un margen de maniobra casi nulo, pues se beneficia el gobernante por los incentivos que puede tener al decretarlo, pero se afecta a toda la población que tiene que pagar llevar a cada esquina de esos lugares incorporados a la retícula urbana, todos los servicios.
Es una ecuación elemental, conviven hoy en día simultáneamente en las ciudades el consumo y la generación de conocimiento, pero si se trabaja para que aumente el segundo, aumentan los dos, si se trabaja para asegurar el primero, desaparecen consumo y generación de conocimiento. La inversión en los cerebros es claramente lo que garantiza la evolución de las ciudades, no la inversión en centros para el consumo. Lo resumimos construyendo ciudadanía antes que ciudad, esa es la única salida.
III
El espacio para el ciudadano no está contemplado en ese desarrollo urbano, dejando a los condominios, también llamados fraccionamientos o unidades residenciales el elogio de la calle, porque es más seguro no salir a la ciudad, tiene menos riesgo vivirla en una pequeña urna que reduzca el encuentro. Hay que salir a la calle y vivir la ciudad, es urgente encontrarnos y reconocernos, es la forma más clara de construir ciudadanía.
En estos últimos 20 años, ha crecido más el suelo jurídicamente catalogado como urbano, que la población, (ONU Hábitat 2016) Si las ciudades siguen creciendo más rápido que la población, la burbuja inmobiliaria será el mayor problema en un corto plazo, incluso mayor, que el de mínimos elementales como el del agua, o el de las cloacas (alcantarillado).
El valor del predio urbano, según la misma fuente, es 10 veces más que el rural, lo que implica que es alto el incentivo que recibe el que desafecta un territorio para permitir urbanizarlo. Esta disparidad entre las lógicas de la urbanización, contribuye también a que la legislación urbana, sea otra herramienta para acentuar con mayor fuerza lo injusto y arbitrario de las normas y en definitiva el triunfo del mercado inmobiliario sobre la organización de la ciudad.
El punto es que las ciudades ya son las protagonistas, Jane Jacobs lo repitió hasta su muerte, y por si no quedó claro, lo dejó bien fundamentado en Las ciudades y las riquezas de las naciones una especie de teoría económica actual basada en las ciudades, no en los países. Jacobs era una activista socio política también, absolutamente inconforme con el desarrollo urbano por encima del humano y además una persona muy molesta para los intereses políticos de la New York del siglo pasado, motorizada y pavimentada en exceso.
Un gobernante no puede ser capitalista en su actuar, de lo contrario, ampliaría más la brecha, generaría más desequilibrio. David Harvey, tal vez uno de los académicos más citados en estos temas urbanos, se auto define como Urbanista rojo, como para que se hagan a la idea de lo sensible que es, aún hoy, hablar de las intervenciones urbanas de las grandes ciudades. Harvey lo explica en Urbanismo y desigualdad un texto que debieron haber leído muy bien antes de actuar, los gobiernos que pusieron edificios retorcidos en los territorios como si fueran pirámides faraónicas para dejar en la memoria su nombre por toda la eternidad. Pero es que hoy los edificios se caen, se deterioran, dejando en evidencia la incapacidad del que los pensó y la soberbia del que invirtió los recursos de toda una población en su propio ego. Llámenlo como quieran: urbanismo social, acupuntura urbana, inclusión social.
Lo digo porque estos autores que cito son hoy la referencia de los nuevos políticos que aún no diferencian entre lo que es de izquierda y lo que es de derecha.
[1] Experto de Urbano Medellín. Maestro en Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, Especialista en Gestión Cultural de la Universidad de Antioquia, Magister en Historia del Arte de esta misma universidad, Doctorando en Educación en la Universidad de Salamanca, España. Se desempeña como asesor y consultor educativo, artístico y cultural y profesor de cátedra en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Correo electrónico: ilvar.caranton@gmail.com