“La única adicción que tengo es al gasto fiscal”

Foto | Presidente Gustavo Petro, cuenta oficial de Facebook
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Las propuestas ilusorias de Gustavo Petro, las teorías irrealistas, los discursos delirantes, el furibundo odio a los empresarios, no son los efectos de su adicción a la droga. María Jimena Duzán se equivoca, ello es por poco, el producto irremediable de su creencia en el socialismo. La verdadera adicción de Petro es a gastar. Mientras que en los dos últimos años otros países reducían gradualmente el gasto fiscal, contrariamente, su gobierno se dedicaba sin freno a elevarlo y a incrementar masivamente el hueco de la deuda pública. Resultado: el país con mayor inflación de América Latina.  

Por | Zully Orozco – Economista e investigadora

El gasto primario actual del 19% del PIB equivalente a $382 billones de pesos, es más alto que los niveles registrados antes de la pandemia (16%). Esto solo demuestra un hecho: el gasto se volvió permanente e irreversible. El gobierno anterior gastó en la crisis y el gobierno de Petro gasta durante la recuperación. Una maravilla.

Sin mencionar que seguirá gastando de forma indefinida en 2024 con la aprobación del Presupuesto General para la Nación (PGN) que asciende a $502,6 billones, un aumento en más del 9% frente al año anterior. El más alto desde 2020.

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Y a esto se le suma dos cuentas más: el descomunal aumento de la deuda pública que ascenderá al 57% del PIB en 2024, según las mismas previsiones del gobierno, y el elevado déficit fiscal del 5,6% que no retorna a niveles de 2019, pese a que los ingresos fiscales han venido registrado un rápido crecimiento por cuenta de los altos precios del petróleo, la histórica expansión de 2021-22 y el aumento del recaudo fiscal producto de la expropiante Reforma Tributaria, que solamente entre enero-junio, ha dejado un total de $173.9 billones, un incremento del 27.6% frente a 2022, según cifras de la DIAN.

No existe ningún freno que detenga el voraz consumo de Gustavo Petro: ni gravar con una Nueva Reforma Tributaria, ni mantener las cotizaciones del crudo por encima de los 80 dólares. Nada, absolutamente nada, logra henchir las desmedidas arcas gubernamentales.

El Estado es tan adicto al gasto, que implementa planes multimillonarios de estímulo fiscal en periodo de recesión y evita todo esfuerzo por reducirlos en periodo de crecimiento, en contradicción a la teoría Keynesiana, con razón todo lo que le entra nunca le alcanza; porque los ingresos fiscales se esfuman por completo y en muy poco tiempo debido a que los gastos siempre superan a los ingresos.

Y ante este escenario desastroso de desbalance record, el presidente y su gabinete de cortesanos obsesionados con sus ideas socialdemócratas, quieren seguir volcando la chequera sobre: la educación, la transición energética, la infraestructura, el cambio climático, etc.

Un momento. Cuanto más gasta el gobierno, tanto mayor es la cantidad que le debe quitar al sector privado; el gobierno no crea riqueza, solo la desvía de aquellos que realmente la generan, lo que conduce en última instancia a un empobrecimiento de la economía por la destrucción de la inversión y el empleo.

Todo lo que el gobierno gasta lo pagas tú mediante mayores impuestos e inflación futura.

El Estado, que consume más del 50% del PIB del país, ha contribuido a recalentar la demanda agregada y a presionar al alza la inflación que devasta salarios y ahorros reales por el deterioro del poder adquisitivo. Por eso no es casualidad que seamos el país más inflacionario en comparación a los pares de la región (después de  Argentina y Venezuela) con el Estado consumiendo más de $877 billones por dos años.

Sin embargo, vive en permanente déficit presupuestal. Por eso acude a endeudamiento externo para seguir ampliando el hueco del gasto aún sin importar que para ello se lleve 4,5 puntos porcentuales del PIB únicamente para el pago de intereses cada año.

Asumir que la deuda pública la vaya a pagar el gobierno es una idea errónea. La deuda siempre la pagan los contribuyentes. Como lo menciona Mike Hofstetter “Por cada cuatro pesos que pagamos en impuestos los colombinos, uno es destinado al pago de la deuda”.

Un aumento del gasto fiscal para 2024 como lo apunta el PGN del gobierno de Gustavo Petro, no es una una buena noticia, significa obligar al sector privado a desprenderse de su riqueza a cambio de que el Estado siga ampliando su participación en la economía.

Esta es finalmente la gran estafa del socialismo, que cuando más te promete el bienestar en realidad tanto más te encamina a la ruina. El incremento del gasto, significa más impuestos en el futuro; un escollo a la productividad, a la generación de empleo y al progreso.

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