Por | Guillermo Velásquez Forero / www.guillermovelasquezforero.com
No sólo los monstruos genocidas de alta gama, los asesinos gloriosos e inmortales, sino también los pobres diablos títeres de la muerte, homicidas espontáneos, carniceros dementes, matones imbéciles, simples matarifes y sicarios, creen que la justicia no existe, que la Ley y la justicia son ellos, y que, por tanto, sus crímenes son actos legales y justos. Es obvio que nada ni nadie puede juzgarlos y castigarlos, porque están por encima de todas las Cortes y Tribunales del mundo. Así, un delincuente poderoso e impune como Álvaro Uribe, famoso por sus miles de asesinatos y masacres, se atreve a desautorizar y deslegitimar a la Corte Suprema de Justicia en Colombia, y con sus pichones de bandidos desató una campaña de injuria y calumnia contra ella. Por esa misma razón violenta, Estados Unidos, imperio invasor, genocida, saqueador, distinguido como la organización criminal más terrible y despiadada del mundo, está convencido de que la justicia y la Ley no existen, y que no puede ser juzgado. Y se atrevió con todo descaro y cinismo a “imponer sanciones” contra Fatou Bensouda, que ejercía como fiscal general de la Corte Penal Internacional, por estar investigando los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por el ejército norteamericano en Afganistán. La bestia humana endiosada y enloquecida por el poder, la riqueza y las armas sigue en su furor y en auge. Todavía no hemos salido de la prehistoria, sobrevivimos en medio de la barbarie dirigida por los grandes criminales y depredadores del planeta que gobiernan el mundo a sangre y fuego.