
Una realidad que avergüenza
De acuerdo con los últimos reportes del DANE, en mayo de 2025 la proporción de personas en Colombia que trabajan en condiciones de informalidad laboral alcanzó el 56,8% de la población ocupada, un aumento de 0,5% respecto a mayo de 2024. En Tunja, principal ciudad del departamento, esta situación afecta al 42,8% de la población trabajadora.
De los 23,6 millones de colombianos que hacen parte de la población ocupada del país, aproximadamente 13,4 millones trabajan por cuenta propia, no están afiliados al sistema de seguridad social, no cuentan con un contrato formal de trabajo, sus condiciones laborales no cumplen plenamente las regulaciones legales, o simplemente trabajan en empresas familiares sin ninguna remuneración.
En el sector rural y los centros poblados, la situación es más gravosa, la informalidad creció 0,8% en el último año y alcanzó al 87,4% de los trabajadores rurales. Esto significa que 9 de cada 10 trabajadores del campo sobreviven en condiciones laborales precarias. Es difícil imaginar el desarrollo de Colombia con 15,7 millones de personas viviendo en condiciones laborales indignas o desempleadas.
La informalidad como generador de empleo
En mayo de 2025, la tasa de desempleo se ubicó en 9,0%, con una reducción de 1,3 p.p. con relación a mayo de 2024, cuando alcanzó el 10,3% de la población económicamente activa del país. No obstante, la propaganda oficial omite que esa disminución se debe en gran medida al crecimiento del empleo informal, caracterizado por la falta de afiliación de los trabajadores al sistema de seguridad social y al trabajo por cuenta propia.
Según las cifras oficiales, de los 597 000 empleos credos en el último año, 202 000 corresponden a trabajos informales (Portafolio, 2025). Es decir, cerca del 34% de los nuevos puestos de trabajo pasan a engrosar las cifras de la informalidad. Se estima que el trabajo por cuenta propia aumentó en el último año y en 2025 representa cerca del 41% de la población ocupada; Así mismo, las relaciones laborales independientes presentaron un crecimiento del 5,4% respecto de 2024 y los micronegocios aumentaron 8,3% en el primer trimestre de 2025 en comparación con el mismo periodo en 2024.
Esta realidad refleja el esfuerzo de los colombianos por salir del desempleo, pero en condiciones indignas de empleabilidad. No se puede perder de vista que son 2,3 millones de colombianos los que continúan desempleados y que la informalidad es un factor determinante en la disminución de las cifras de desempleo.
Una reforma laboral sin los informales
La reforma laboral aprobada el mes pasado en el Congreso, avanzó en la recuperación de algunos derechos laborales, mejoró la jornada laboral y los horarios nocturnos, recuperó, aunque de manera progresiva, los recargos dominicales y festivos, restableció el carácter laboral del contrato de aprendizaje y avanzó en algunos aspectos relacionados con inclusión y licencias laborales.
Es cierto que se recuperaron algunos derechos, que las contrarreformas laborales de Cesar Gaviria (Ley 50/90) y Álvaro Uribe Vélez (Ley 789/02), habían restringido. Sin embargo, quedan deudas significativas: la reforma mantiene la tercerización laboral de las OPS y los Contratos por Obra Labor, prolonga la inestabilidad de los contratos a término fijo ahora extendida a cuatro años, no elimina los pactos colectivos ni los contratos sindicales y nunca tuvo en cuenta los derechos colectivos laborales.
Pero especialmente, la reforma excluye a los más de 13 millones de colombianos trabajadores informales. No resuelve de manera integral este grave problema nacional, no adopta medidas estructurales ni incentivos para la formalización, salvo algunas medidas focalizadas para grupos específicos. En definitiva, el lastre de la informalidad, continuará como un obstáculo para el desarrollo nacional.
Coletilla: Que no nos pretendan convencer los propagandistas del gobierno con discursos triunfalistas, el trabajo digno en Colombia sigue siendo una meta lejana.