Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
La espiral alcista en Colombia está incontenible. Como muchos temas que afectan el bienestar individual y colectivo, es un tema recurrente en el día a día de los colombianos. El mes de marzo reveló que uno de los problemas que agobian más al colombiano de a pie es el desbordamiento de los precios de la canasta familiar.
Desde que se instaló el gobierno del presidente Petro hasta febrero de este año se han creado 73.000 nuevos puestos de trabajo, mientras que 211.000 colombianos abandonaron su condición de desempleados. A finales de 2022 en Boyacá se incorporaron al mercado de trabajo alrededor de 60.000 personas, en tanto que el número de desempleados se mantuvo en 63.000 y los subempleados se elevaron en 17.000 personas. En contraste, en Tunja, donde el número de ocupados asciende a 75.000 personas, la dinámica laboral se ha mantenido inalterable, después de la severa recaída provocada por la pandemia.
De otra parte, en lo corrido del año (enero-marzo), Tunja se destaca como la ciudad más cara dentro de las 23 ciudades encuestadas por el DANE (5,27 versus 4,56 por ciento), por cuenta de rubros como educación, restaurante y hoteles (el menú ha alcanzado niveles estratosféricos), transporte, salud y alimentos y bebidas, principalmente.
Uno de los guarismos que mayor impacto causa entre los analistas económicos es la variación interanual de precios, que mide la trepada de precios en el mismo periodo de referencia entre dos años consecutivos. En efecto, al compararse estas cifras, se encuentra que la inflación en Tunja (14,33 por ciento) rebasó el promedio nacional (13,34 por ciento), ocupando la ciudad el cuarto lugar, después de Cúcuta, Sincelejo y Valledupar.
Aparte de identificar los rubros de mayor tendencia alcista, es pertinente buscar los factores que desatan este fenómeno que comprime los ingresos de los segmentos de la población más vulnerables, los asalariados.
Por ello, no pasa desapercibida la declaración del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien remite la explicación, principalmente, a factores estructurales, no tanto a los coyunturales, que distraen a incautos. El ministro afirmó que «es hora de que los empresarios ayuden a moderar la inflación de productos industriales y de servicios». Sin embargo, no obstante, que a los agricultores, industriales y comerciantes, les cabe una enorme responsabilidad por los exagerados reajustes en los precios, aduciendo incrementos en los costos de producción e intermediación, por cuenta de la subida en las tasas de interés, cuando no argumentando una aceleración de la devaluación con un dólar en caída libre o la severidad del ciclo de lluvias, los controles de precios han sido inocuos y los empresarios fuerzan un desabastecimiento ficticio, para justificar las alzas.
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