La estrategia de perseguir y destrozar objetivos de alto valor

Foto | Presidencia
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Por | Manuel Humberto Restrepo Domínguez

El camino de la paz total implica cambios y transformaciones en el contexto y condiciones de aplicación de los derechos humanos asumiendo sus retos para ponerlos en práctica en toda su complejidad y sin simplificaciones que supongan deformaciones y consecuencias adicionales para quienes sufren las injusticias de la desigualdad y tienen sin sanar todavía heridas de otras violencias.

         Hacer la paz requiere confrontar enigmas, salir de tradicional esquema de calificar fuerzas opuestas en la dualidad de izquierdas o derechas, como anuncian las élites para fijar la idea de que el país está polarizado. De un lado al enigma lo simboliza el gobierno rodeado de quienes acuden a los derechos como guía con la convicción de que sin paz no hay democracia, pero a la vez que sin desarrollo no hay paz y enfocan los esfuerzos hacia la resolución de conflictos por vías no militares y la liberación de recursos para invertir en la cultura, la economía y el bienestar. Un problema latente es la falta de mandos medios en instituciones y cargos, que mitigue el rol de los altos cargos hoy expuestos a mantenerse en estado de confrontación que debilita procesos y reduce capacidades.            

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         Los asociados del lado del gobierno, tendrán que estar preparados para pensar, actuar y organizar en torno a derechos, comprendiendo que las certezas y seguridades de antaño, afirmadas en las decisiones colectivas, el debate abierto en la asamblea, el programa político y la movilización consensuada, han sido paulatinamente sustituidas por nuevas formas y modos de acción de mayor celeridad y eficacia inmediata. No atender a este contexto permitirá a quienes conociendo esta debilidad se aprovechan para conseguir sus objetivos e impedir el cierre de la guerra.

    Al otro lado se ubican quienes con recursos ideológicos y predicciones apocalípticas atacan sin pausa, vuelven problema toda oportunidad o propuesta del gobierno y afirmados en sus certezas de poder oscurecen las rutas de la paz, utilizan cualquier hecho adverso para “demostrar” que es imposible convenir la desmovilización de los armados no políticos, negociar con los políticos,  desarmar a todos los civiles, desmontar estructuras de guerra y sacar al país en su destino trágico.

         Quienes han optado por impedir que cualquier cambio sea posible y que la paz se haga verdad, se benefician de los exorbitantes gastos militares y las violencias en espiral y ponen al descubierto su afán de recuperación del poder llevando técnicas de la guerra, a la política, convencidos de que el único ámbito de paz sería el mercado en donde están a salvo y tienen sus cuarteles. La estrategia está basada en la selección de “objetivos de alto valor” que le resulto funcional a la seguridad democrática en su lucha contra el enemigo interno y que ahora parece calcada en la política contra el gobierno popular, visible en las formas y técnicas utilizadas de asedio judicial, mediático, psicológico, sucio.

      La estrategia empieza por establecer un objetivo de alto valor (ministro, ministra, consejero, vicepresidenta, embajador, otro). Es presumible que la “identificación del objetivo” (perfilamiento) ocurra en un Think Thank (tanque de pensamiento, que podría ser “primero Colombia” que en 2014 fue reconocido como uno de los cuatro más importantes de Colombia y puesto 43 en América latina y que “es una institución sin ánimo de lucro fundada para consolidar la doctrina y propuestas a largo plazo del expresidente AUV). Desplegada la operación contra el objetivo de alto valor, los depredadores separan del grupo a la presa seleccionada y atacan hasta destrozarla.

       Luego con una misma lengua (como con la lengua del Furher) hablan los expresidentes, olvidan que son responsables políticos del desastre en que entregaron una economía desvalorizada y débil, barbarie enraizada en el despojo, genocidios en marcha y tres de cada cuatro habitantes en el límite entre pobreza y miseria. Después vienen voces de las casas de poder tradicional nacionales y regionales sostenidas por clientelas y militancias que mezclan riqueza y poder político; y como si fuera casualidad, entran a escena grandes inversionistas o empresarios subalternos que “cooperan” difundiendo sentencias apocalípticas y “recomendando” que lo privado es intocable y que es mejor dejarlo como está y bajar el tono de lo público, que es justamente de donde emanan las garantías para realizar derechos, porque la primera lucha es por bienes materiales. En este andamiaje la amplitud de los medios de comunicación hace su pedagogía de banalización y simplificación que “vende” la idea de que el país esta polarizado, dividido entre los que gobiernan a los que se empecina en señalar de izquierda y los que antes gobernaban a quienes nomina como oposición. Sin embargo, la gran masa de población, multitud u opinión pública no está polarizada, ese es el mito de quienes reducen a creer que los derechos son para propietarios que se piensan en el mercado. El país no está dividido entre dos extremos opuestos (izquierda-derecha), porque pueblo es más que izquierda y oposición tampoco es una unidad ciega de ultraderecha a pesar de sus identidades y apuestas de menosprecio a derechos.    

       A un lado, no un extremo, se agrupan esfuerzos, iniciativas y aspiraciones por la construcción de la sociedad de derechos y del real estado de derecho, con resultados esperados de atención a las demandas populares con sitio de encuentro en la esperanza por realizar sus derechos y defender la vida con dignidad, bajo el principio de universalidad, es decir, para todos, para todas, sin excepción, sean de centros, izquierdas, derechas o indiferentes. Y en el otro lado se concentra la mayor parte de la minoría de élites, que espera mantener su statu quo, segura de su enorme capacidad de dominio y con suficiente astucia para manipular a su antojo la historia y ocultar ideológicamente que las cosas sí cambian, que están cambiando y que gobernar con el pueblo no es populismo si no democracia.

P.D. Se refunda la historia que sigue a Abu Grahim y Guantánamo. Bukele organizó la mega cárcel “campo” para 40.000 maras salvadoreñas, ya trasladó a 2000, los muestra rapados, semidesnudos, solo con pantaloneta, arrodillados, amarrados, aislados de todo, entre sombras y grueso hormigón…

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