Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
Hace cerca de veinte meses Colombia se vio envuelta en la vorágine de la pandemia y los principales indicadores económicos y sociales se desplomaron. Los meses de abril y mayo del año pasado fueron los más críticos para el mercado laboral, cuando se vino a pique la tasa de empleo (41,6 por ciento) y la desocupación alcanzó su máximo pico (21,4 por ciento).
Pese a los intermitentes síntomas de recuperación observados a finales de 2020, que se prolongaron hasta mayo de este año, con rebrotes ligados a los coletazos pandémicos en la economía, esta sólo se enrutó por un sendero estable en junio, sin alcanzar, de lejos, los niveles de prepandemia. En octubre de este año se registró una evidente mejoría en el empleo repuntando 1,4 puntos porcentuales, con relación a igual periodo de 2020, y 2,9 puntos menos en la tasa de desempleo nacional, lo que significó 833.000 nuevos puestos de trabajo y una merma de 695.000 desempleados.
Sin embargo, no hay que olvidar que en el mes de octubre del periodo 2019/2020 se perdieron 1,8 millones de empleos, mientras que 1,3 millones de colombianos engrosaron la población desempleada, además de la persistencia de una enorme franja de un poco más de 6 millones de subempleados (casi una tercera parte de los ocupados) y más de 15 millones de personas -de los 50 millones de colombianos-, que abandonaron el mercado laboral, refugiándose en esa heterogénea categoría de población económicamente inactiva, en la que confluyen estudiantes, oficios del hogar, pensionados, rentistas, etc.
Pero, si esto ocurre a escala nacional, en Tunja el comportamiento del mercado de trabajo sigue las fluctuaciones cíclicas. En efecto, durante el último trimestre móvil (agosto-octubre) reportado por el DANE, reveló una reversión del deterioro del empleo causado por la pandemia, resultados que son opacados por la dudosa calidad de esta reanimación.
Como se observa en la tabla anterior, durante el periodo 2019-2021, se registró un repunte en los niveles de generación de empleo, comoquiera que en el último trimestre de este año se restableció, en términos absolutos, más no relativos, el guarismo de 2019. No obstante, -como se puede apreciar en el ámbito nacional-, aún la dinámica laboral está distante del periodo de prepandemia. Aún más: existe una marcada inconformidad de quienes poseen una plaza de trabajo, dado que los ingresos percibidos o las ocupaciones que tienen, no le satisfacen o no se acoplan a sus competencias laborales, lo que lleva a que cerca de 19.000 tunjanos de los 200.000 habitantes de esta ciudad, tengan que recurrir al pluriempleo para compensar sus menguadas remuneraciones. A lo anterior se agrega, que la limitada capacidad de la economía local para general empleo, -el cual se concentra, principalmente, en el comercio y la administración pública (65 por ciento)-excluyó a cerca de 70.000 personas de la fuerza laboral.
COLOFÓN: Las tres categorías ocupacionales predominantes en Tunja, -y otro tanto ocurre en el país-, son los obreros y empleados particulares, los trabajadores por cuenta propia y los empleados del Gobierno, sobre quienes gravitará el eventual reajuste del salario mínimo, objeto de la actual puja tripartita, y que, quizás, no convergirá en el tan esperado millón de pesos.
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