Por: Edilberto rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo de investigación OIKOS de la UPTC / @zaperongo
Si la economía colombiana está confinada a su mercado interno, la economía boyacense tiene una baja presencia en el comercio exterior del país, comoquiera que sólo representó en 2019 el 0,9 por ciento de las exportaciones y el 0,3 por ciento de las importaciones totales.
Desde la apertura económica iniciada en la década de los noventa, Colombia se ha empeñado en alcanzar una mayor inserción en los flujos del comercio mundial, a horcajadas de las estrategias que van desde los bloques comerciales regionales hasta los tratados de libre comercio bilaterales.
La recurrencia de las bonanzas de productos básicos de las últimas décadas, ha encadenado el comercio exterior colombiano al sector minero-energético que ha dependido de los precios internacionales, acentuando la volatilidad de la economía y frenando la urgencia del cambio estructural. La canasta de bienes, servicios y productos transables (exportables e importables) no ha registrado cambios sustanciales, lo que ha condicionado la transabilidad de la economía colombiana, haciendo que prevalezca el mercado interno como destinatario de los bienes y servicios ofrecidos.
La actual coyuntura de la economía mundial está atravesada por la volatilidad y la incertidumbre. La pandemia del cornavirus ha puesto en jaque el comercio internacional, forzando a muchas economías nacionales a cerrar, literalmente, sus fronteras, llevando a una reedición de las más diversas formas de proteccionismo comercial.
Tanto en la estructura productiva del país (en 2019, el 77 por ciento eran sectores típicamente no transables) como en su orientación comercial, han predominado los sectores de bienes y servicios no transables, lo que ha dificultado un mayor relacionamiento externo.
Pese a que la bonanza minero-energética generó cuantiosas rentas (las exportaciones mineras alcanzaron su máximo pico en 2014, año que coincide con el nivel más bajo de las exportaciones manufactureras), a lo largo de las últimas dos décadas, la balanza comercial de Colombia ha sido, persistentemente deficitaria.
Grado de apertura comercial de Colombia
No obstante que Colombia es la cuarta economía de América Latina, sin embargo, registra un notorio rezago en su inserción internacional o profundización comercial, dado que sus exportaciones no superan el 12 por ciento de su PIB, en dólares, y un poco más de 15 por ciento, en pesos constantes. Aún más, el grado de apertura comercial se ha contraído, hasta situarse en 27 por ciento, cifra reveladora del cierre de su economía. Ese nivel es inferior al que se observa en las demás economías latinoamericanas. Paradójicamente, las economías más pequeñas tienen mayor grado de apertura comercial, en contraste con las economías líderes del continente, como Brasil y Argentina.
Así las cosas, podría parecer que el bajo nivel de apertura comercial del país, lo haría menos vulnerable a los llamados “choques externos”; sin embargo, dada la estrecha composición de su canasta exportable e importable, por el retraimiento de actividades como la agricultura y la industria manufacturera, que crecieron el año pasado por debajo de la media nacional (3,3 por ciento) y, además, están volcadas hacia el mercado doméstico, la economía colombiana seguirá dependiendo de los volátiles precios de su menguada canasta exportable.
Si la economía colombiana está confinada a su mercado interno, la economía boyacense tiene una baja presencia en el comercio exterior del país, comoquiera que sólo representó en 2019 el 0,9 por ciento de las exportaciones y el 0,3 por ciento de las importaciones totales. Mientras la venta de carbón coque y esmeraldas representaron el año pasado, el 99 por ciento, la compra de barras, chatarra, alambrón, productos de hierro y acero, además de ferroaleaciones, concentran el 73 por ciento de las transacciones externas.