Julio Flórez Roa, 101 años de inmortalidad

Foto | Vía internet
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Cuando la trascendencia convierte al individuo en infinito, como el propio pensamiento, siempre evito el termino patético y duro, de su muerte. Aquellos que marcan la historia con sus letras o sus obras, parten al Olimpo Celestial, donde en un mosaico, entre deidades, sabios, héroes, filósofos o humanistas, permanecen vivos, en la memoria de los pueblos, como sucede con el poeta Chiquinquireño Julio Flórez Roa, quien con sus versos enamoró a la humanidad y signó con letras doradas la época del romanticismo universal. Su vida de bohemio apasionado y tenebrista, marcada por el infortunio y la celebridad, traspasó los límites de la condición humana y se mantiene en el recuerdo como la impronta indestructible de la inmortalidad.

Por | Maestro Eduardo Malagón Bravo
Patriota Boyacensista

Medallón de Julio Flórez – Presentado en el Natalicio del poeta el 21 de mayo 2022 por su autor el maestro Eduardo Malagón Bravo, con destino Usiacurí, como testimonio de agradecimiento al pueblo usiacureño por acoger al poeta en sus últimos años.

USIACURÍ

Julio Barón Ortega
Académico Historiador

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Esta apacible y afortunada población costeña, situada a 38 Kilómetros de Barranquilla y equidistante a Cartagena, por su ambiente acogedor y su estructuración piramidal, da una sensación de Cielo y de Paz.

Sus gentes cordiales y laboriosas. Su área rural está conformada por fértiles tierras, cuyas sabanas típicamente tropicales, son ricas en ganadería y cultivos propios de su ambiente tropical.

En el poblado sus diminutas calles y plazoletas, se han ido colgando a manera de espiral por los flancos piramidales de su topografía, en cuyo vértice se levanta la iglesia parroquial, resaltada bella y caprichosa, en tinte azul. Esta atalaya de fe sobre el valle, pareciera una muralla protectora contra los contagios modernistas y bulliciosos de sus vecinas ciudades, para conservarle su ambiente soñador y bucólico, entre lo que fueran Los romances florecidos y las algazaras de sus cumbias regionales de hoy. No podía ser otro el lugar escogido por Don Julio, el bardo trota mundo y donjuanero, para reposar sus ímpetus y entregarle sus últimos 13 años a su esposa Petrona y a sus hijos.

Hoy el municipio ornamentado por sus hermosas artesanías de Iraca, lo alegra una bulliciosa juventud estudiantil, que se prepara en prestigioso Instituto de Bachillerato, gobierna sus destinos civiles el dinámico y popular Rafael Urueta C. y dirige la parte espiritual el sacerdote Álvaro Porto Pacheco.

Finalizamos este breve esbozo, resaltando su hermoso Himno Municipal, de cuya letra es autora la Hermana María C. Moreno A. dilecta hija de esta tierra; y su música inspiración del gran maestro del pentagrama, sacerdote jesuita Juan José Briceño Jáuregui.

Alcaldesa de Usiacurí Katherine Pasos y alcalde de Chiquinquirá Wilmar Triana Firman, firman la Declaratoria de Hermandad de sus municipios – Promotor Maestro Eduardo Malagón Bravo,

Himno de Usiacurí

Coro
Usiacurí, tus hijos te aclaman,
¡Paraíso del sol tropical!
Un futuro de gloria te espera,
¡Adelante! La meta es triunfar
I
Manantial de salud y reposo,
Es tu tierra remanso de paz,
Tus colinas, tus aguas, tu cielo,
Son ensueño de dicha sin par
II
Eres cuna de insignes patriotas
Y artesanos de fe y tradición,
Cuyas obras exaltan tu nombre,
La constancia, el trabajo, el tesón.
III
Corre sangre caribe en tus venas,
Hidalguía y orgullo español;
En el alma la fe de tus padres,
En el pecho un leal corazón.
IV
Es tu templo tesoro sagrado
Centinela y herencia ancestral,
Donde Dios a su pueblo protege
y de gracias derrama un caudal.
V
V este pueblo se siente orgulloso,
Porque a Flórez le supo brindar
El amor que su vida anhelara,
Y su eterno refugio de paz.

Obelisco en honor a Julio Flórez – Finca Museo del Pensamiento y la Libertad
Maestro Eduardo Malagón Bravo
Arcabuco, Boyacá, Colombia

MIS FLORES NEGRAS

Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
En el fondo de esta alama que ya no alegras,
Entre polvo de ensueños y de ilusiones
Yacen entumecidas mis flores negras.
Ellas son el recuerdo de aquellas horas
En que presa en mis brazos te adormecías
Mientras yo suspiraba por las auroras
De tus ojos, auroras que no eran mías.
Ellos son mis dolores, capullos hechos;
Los intensos dolores que, en mis entrañas,
Sepultan sus raíces cual los helechos,
En las humadas grietas de las montañas.
Ellas son tus desdenes y tus reproches
Ocultos en el alma que ya no alegras;
Son, por eso, tan negras como las noches
De los gélidos polos mis flores negras.
Guarda, pues, este triste y débil manojo,
Que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
Guárdalo, nada temas, es un despojo
Del jardín de mis hondas melancolías.
Julio Flórez

Boceto Biográfico de Julio Flórez

Pedro Pastor Peña Ruíz

Al exaltar la memoria de Julio Flórez es tocar el alma del pueblo colombiano, sensibilizada en la profunda expresión poética del bardo chiquinquireño, nacido el 21 de mayo de 1867, en el cálido hogar de don Policarpo maría Flórez y Doña Dolores roa. Aquí pasa su infancia recogiendo las impresiones culturales-artísticas que se reflejarán más tarde en su verso sencillo y delicado, con el cual identifica el sentimiento cultural de nuestro pueblo.

También en su infancia asimila en Chiquinquirá la imagen del paisaje de la campiña, surcada de sauzales y y rodeada de robledales con el fondo del azul del cielo, que no fue testigo de la desilusionada vida y la melancólica alma de Julio Flórez, quien a la corta edad de seis años componía versos, como:

“Fue mi lecho la América del Norte,
La América del Sur, mi cobertor;
Recliné mi cabeza en el Atlántico
Y me dormí del Niágara al rumor”

Durante 1879 y 1880 continuó sus estudios en el colegio de Vélez, donde su padre era rector. En 1881 la familia se trasladó a Bogotá, ciudad que para entonces contaba con unos setenta mil habitantes. Allí julio Flórez entró a estudiar literatura en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, actividad que interrumpió dadas las circunstancias que rodearon el ambiente familiar y la vida socio-política del pueblo colombiano que se debatía entre las guerras civiles impulsadas por los partidos tradicionales que se disputaban la dirección del estado.

Diríase entonces, que el bagaje político y los aciagos hechos familiares transformaron al niño hombre. Para entonces julio Flórez ha alimentado su espíritu en las ideas liberales, expresadas a través del romanticismo literario, cuya fuente de inspiración desde comienzos del siglo XIX la constituía el poeta y novelista francés Víctor Hugo, a quien los jóvenes latinoamericanos leían ávidamente en este continente que acababa de hacer su independencia, sin encontrar aún la definición política que los gobernara. El 3 de Julio de 1884, a la edad de 17 años, Julio Flórez sorprende al público, declamando espontáneamente unos versos en honor del poeta y amigo Candelario Obeso. A partir de entonces, surge la leyenda de julio Flórez asociada con una vida palaciega y bohemia que se robaba el corazón de las mujeres y cantaba las dichas y desilusiones del pueblo, cuya alma adquiere dimensión lírica en el fino verso que caracterizó el acervo poético de Flórez y que muchas veces solía improvisar, dando testimonio de las dotes artísticas con que la naturaleza había prodigado al insigne bardo.

La temática poética de julio Flórez toca diversos y connotados aspectos de la vida humana, impregnados de una profunda melancolía, propia del sentimiento romántico que buscaba plasmar la angustia y ansiedad metafísicas de la existencia, en medio de ese mundo hostil
Del desarrollo tecnológico que desplazaba la mano de obra del obrero europeo, o que traslucía el anhelo de libertad política y religiosa de las nuevas generaciones del espíritu latinoamericano, oprimido por la aristocracia político-social a que se consolidó en el poder después de las guerras de independencia. Pleno sentimiento romántico encontramos en el soneto Abstracción, igualmente en ¡Oh Poetas!, poema
escrito a mediados de 1896, para ser declamado en el Teatro Colón con motivo de la Corona de laurel que sería entregada al poeta; solo que este mensaje ponía en ascuas al Gobierno de Miguel Antonio Caro, razón por la cual, se quiso censurar y julio Flórez rehusó aquel acto público a en su honor.

Sin embargo, este episodio de la corona de laurel, dio origen a una de sus obras inmortales: “La Araña”:

“Entre las hojas de laurel marchitas,
De la corona vieja
Que en lo alto de mi lecho suspendida
Un triunfo no alcanzado me recuerda,
Una araña ha formado
Lóbrega vivienda
Con hilos tembladores
Más blancos que la seda”

El corte simbolista y la perfección estilística de este poema, lo colocan al lado de obras universales como “El Cuervo” de Edgar Allan Poe, el “Nocturno” de José Asunción Silva, o Los “Camellos” de Guillermo Valencia, entre otros.

El alma nostálgica de Julio Flórez, no se dejó ahogar en el tedio del provincialismo que por entonces se respiraba en Bogotá. Estremecido por el relámpago de cañones que devoraba vidas humanas en medio de guerras fratricidas. Su alma creativa, halla respuesta en la bohemia como excusa para sus divagaciones poético-ideológicas.

Emprende entonces su peregrinaje por otros países, en lo que se ha denominado un diplomático destierro, que le brindó ovaciones, gloria y éxitos en Venezuela, (1905), Nicaragua, el salvador y Guatemala (1906), Honduras, Costa Rica, Cuba y México (1907) y finalmente España y Francia (1908 y 1909).

A su regreso a la Patria, Julio Flórez decide temporalmente ubicarse en la Costa Atlántica, buscando quizás sosiego a su atormentada alma y reposos a su cuerpo, alejándose del ambiente citadino que antaño lo había agobiado. Fijó su residencia en Usiacurí, atraído por un romántico amor que había anhelado desde su adolescencia; allí encontró el corazón de Petrona Moreno, de solo 16 años de edad, quien conquistó el desilusionado mundo del poeta, dándole sosiego y paz a su atormentado espíritu, pero no a los achaques de su cuerpo.

El 14 de enero de 1923 julio Flórez recibió la esquiva corona de laurel. El acto se llevó a cabo en Usiacurí en momentos difíciles de la vida del poeta; que recibió por mandato del presidente Pedro Nel Ospina.

Al morir el 7 de febrero de 1923 nos legó un vasto acervo poético, recopilado en varias obras.

Julio Flórez y La Gruta Simbólica

Julio Flórez, Luis Ma. Mora, Diego Uribe, Clímaco Soto Borda, Rivas Frade, Eduardo Echeverría, Víctor M. Londoño, Ismael López, Max Grillo – Cred. Gloria Serpa

En plena guerra civil de los Mil Días, los intelectuales de Bogotá decidieron fundar la GRUTA SIMBÓLICA, que duró entre 1900 y diciembre de 1903, alcanzando hasta setenta miembros. Se le dio el nombre de Simbólica en homenaje a la escuela Literaria Francesa, con la influencia de los poetas Stephanie Mallarmé y Artur Rimbuaud. Uno de sus fundadores fue precisamente el poeta Julio Flórez, con sus compañeros Luis maría mora, Carlos Tamayo, Julio de francisco, Ignacio Pose Amaya, Miguel a. Peña Redonda y Rudesindo Gómez. Se reunieron por primera vez en la casa del doctor Rafael Espinosa Guzmán, quien fue su “Mecenas”.

Por la gruta Simbólica desfilaron notables escritores colombianos, repentistas, músicos y artistas.

Destacamos entre ellos a Guillermo Valencia, Clímaco Soto Borda, Luis María Mora, Federico Rivas Frade, Julio de Francisco, Antonio Ferro (Jetón Ferro), Max grillo, Víctor M. Londoño, Jorge Pombo, Alfredo Gómez Jaime, Aquilino Villegas, Roberto McDoual, Enrique Álvarez Henao, Víctor Martínez Rivas, Antonio Quijano, Emilio Murillo, Francisco Restrepo Gómez, Diego Uribe, Roberto Vargas Tamayo, Rudesindo Gómez, Carlos Villafane, Daniel Arias Argaez, Pedro Ignacio Escobar, Samuel Velázquez, y otros. Sus reuniones casi siempre terminaban en el cementerio, barrios tristes, cantinas y tiendas de cerveza.

Tres de los integrantes de la Gruta simbólica formaban un completo trio de cuerdas; Eduardo Echeverría tocaba magistralmente el violín, Clímaco Soto Borda, el tiple, y Julio Flórez la guitarra, que a veces acompañaba con su sonora y melodiosa voz. También cantaban los integrantes Ignacio Borda Angulo, Carlos Castello e Ignacio Posse Amaya.

En esos años de plena juventud, el poeta julio Flórez, comandaba a los poetas de la Gruta simbólica. Se caracterizaba por la palabra aguda y chispeante; por sus poesías de anhelos libertarios, de soledades, ausencias y desengaños. El poeta Chiquinquireño declamaba con insuperable mímica y con voz cálida y vibrante, y y le gustaba rasgar el tipleo la guitarra con maestría y además tenía fama de trovador.
Su atractivo personal y su poesía romántica y sensual hacían suspirar a muchas mujeres. Era un joven de tez morena, frente ancha, ojos negros y mostacho retorcido; vestía sumamente elegante. Gabán de paño grueso y corte característico, chambergo de alas anchas y bastón con empuñadura de plata.

Las gentes chismeaban sobre sus tedios, amarguras y citas al cementerio en horas avanzadas de la noche. Se comentaba también que julio Flórez ataba con cintas negras la osamenta de su amada para celebrar con ella los esponsales de la muerte. Que bebía vino en un cráneo humano, como así se lo dijo en Panamá al escritor Luis Enrique Osorio en 1922. Se comentaba también que bebía demasiado y llegaba a la madrugada a las ventas de comidas de mujeres humildes que lo estimaban.

Su popularidad se acrecentó en el mundo hispanoamericano y europeo con sus nuevas publicaciones y recitales. Los pueblos aún anhelaban su poesía romántica, en unos años cuando las elites poéticas transmitían el simbolismo, el parnasianismo y el modernismo. Por ello lo aplaudían multitudinariamente.

CORONA DE LAUREL

El 14 de enero de 1923 fue coronado por el Gobierno, la Sociedad y la Cultura como “POETA NACIONAL”. Esta ceremonia solemne se hizo en Usiacurí, en un tablado cubierto por una carpa y levantado en el patio fronterizo de la casa del poeta. Allí se colocaron las coronas, liras y numerosos obsequios que le hicieron al insigne bardo romántico.

A las 11 de la mañana se hizo la ceremonia con la asistencia de su esposa, sus cinco hijos y demás familia. Asistieron también el gobernador del Atlántico, los enviados oficiales del Gobierno, los representantes de los centros literarios y artísticos nacionales, los delegados de la prensa continental y nacional y numerosas personalidades.

Las señoritas Rita Isabel Alzamora y Beatriz Dugand Roncallo, portaron la corona de inmortales con la bandera tricolor de la República de Colombia, que ciñó la frente del eximio poeta, a los acordes del Himno Nacional. El presidente de la República, Pedro Nel Ospina, le envió una carta muy significativa, en nombre de Colombia. Terminado el acto solemne, la concurrencia desfiló ante el poeta consagrado.

Julio Flórez fue consagrado como el poeta popular de la Patria; fue el intérprete de los más hondos y palpitantes sentires de nuestro pueblo colombiano. Con sus creaciones poéticas levantó los sentimientos populares a las más diáfanas cimas de belleza y lirismo.

El cabildo de Chiquinquirá mediante Acuerdo Municipal, ordenó ofrecerle una corona de oro a su Hijo Ilustre y ordenó colocar una placa de mármol en la Casa Natal del poeta, con esta inscripción:

“Chiquinquirá a Julio Flórez”, El Periódico El Tiempo de Bogotá, le envió una simbólica araña de oro, el Gobierno de Cundinamarca, una Lira de Oro; los presos de la Cárcel de Santa Marta le enviaron un bello y artístico crucifijo. La colonia siria, una tarjeta de oro; la Colonia Italiana, unos laureles de oro y otros obsequios de instituciones y personas.

Algunos días después de la coronación, su enfermedad avanzó progresivamente, atendido por el médico Federico Hernández. Antes de morir, se despidió de su esposa Petrona Moreno y de sus hijos Cielo, Lira, León, Julio y Hugo; en honor al poeta francés Víctor Hugo, y en sus últimas palabras exclamó:

“Oh, ¡Qué Grande es el Universo!

El 7 de febrero de 1923, a los 56 años de edad, murió el poeta Julio Flórez en Usiacurí. Sobre su pecho, obedeciendo a su orden verbal, le colocaron el crucifijo de plata que le habían regalado los presos de Santa Marta, el día de su coronación.

Su entierro en Usiacurí fue solemne y con la asistencia de numerosas gentes. Se le hicieron cinco minutos de silencio y sin discursos, tal como el poeta pidió; y su féretro fue colocado en la cripta en el cementerio de ese querido pueblo costeño que lo recibió para la posteridad.

En su Testamento expresó sobre Colombia su patria: “La he amado con idolatría, en el exterior la he glorificado, y solo aspiro y deseo que se ponga como única inscripción en mi tumba: “Julio Flórez, colombiano”. Se le llamó “El Último Romántico”, por haber cantado con hondo lirismo al amor, la tristeza y la nostalgia.

A MIS CRÍTICOS

Supierais con que piedad os miro
y como os compadezco en esta ahora…!
En medio de la paz de mi retiro
Mi lira es más fecunda y más sonora.
Si con esto un pesar mayor os causo
Y el dedo pongo en vuestra llama viva,
Sabed que nunca me importó el aplauso
Ni me importado nunca la diatriba.
¿a qué dar tanto pábulo a la pena
Que os produce una lirica victoria?
Y a la posteridad, grave y serena,
Al separar el oro de la escoria
Dirá cuando termine la faena
Quién mereció al olvido y quién la gloria.
JULIO FLÓREZ

JULIO FLÓREZ
“El Divino”

DE LA NADA Y DEL SILENCIO SURGEN
PALABRAS Y PENSAMIENTOS, COMO EL HUMO,
DE CHIMENEAS DE LOS HOGARES PUEBLERINOS;
QUE SE LOS LLEVA EL VIENTO, Y
QUE SOLO EL RECUEDO LOS RESUME.
ENTRE TAPIAS Y HUERTOS, ENTRE FLORES Y PERFUMES;
DE CONVENTOS Y TEMPLOS DOCTRINEROS,
ME DELEITÉ ESCUCHANDO SUS VERSOS, SUS CANTARES.
NO TUVE MIEDO AL ESCUCHAR SU QUEJA,
CUANDO A LA MUERTE LE CANTÓ SUS TRINOS.
FUE EN SU TIEMPO, AMO, SEÑOR, Y DUEÑO,
DE DORADOS LAURELES DEL OLIMPO,
TUVO MÁS QUE TRISTEZAS Y NOSTALGIAS,
SOLO EL CANDOR DE SU PETRONA Y DE SUS HIJOS,
APACIGUÓ EL ALMA DE QUIEN BAUTIZARON: “El DIVINO”.
EDUARDO MALAGÓN BRAVO

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