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La economía colombiana continúa desacelerándose. Luego de haber registrado un modesto crecimiento al 0,3% en 2023, las proyecciones para el cierre de 2024 todavía apuntan a un escenario desalentador, con una revisión a la baja del 1,1%, según el FMI.
El empleo se estanca, la industria se contrae y la inversión privada se desploma. Y ante el evidente desastre, a Petro no se le ocurre una idea más brillante que forzar a invertir al sector privado.
Un momento, la causa de que la inversión privada se debilite y registre un año de crecimiento negativo, se debe justamente al conjunto de impuestos, regulaciones y a la incertidumbre permanente que ha introducido durante su mandato
El gobierno exprime al sector empresarial como si se tratase de un cajero automático y después se pregunta porqué se desploma la inversión. Recordemos que tan solo la pasada Reforma Tributaria de 2022 aumento el impuesto corporativo del 32% al 35% y elevó a 20% el gravamen sobre los dividendos.
Las empresas aún no se reponen de semejante expolio, y el gobierno ya prepara su arsenal Confiscatorio con un proyecto de ley que aumentará la tarifa del impuesto al carbono y al patrimonio. Una maravilla.
Desde luego, el efecto neto de estas políticas sobre la inversión privada ha sido claramente calamitoso. Según el DANE, la inversión privada, medida por la formación bruta de capital fijo, cayó a 24,8% durante 2023, el nivel más bajo en 15 años.
El desempeño sigue siendo preocúpate. Tan solo en el primer semestre de este año, el sector industrial registró una caída de 3,5% y el sector minero de 2,8%.
Los empresarios no saben si podrán disfrutar de los frutos de sus inversiones por la contina intervención del gobierno, por tantas trabas burocráticas y por la altísima tributación. Por eso no acumulan capital. Prefieren guardarse el dinero en el bolsillo e invertirlo cuando el entorno político y económico sea seguro. Resultado: caída de inversión privada.
Y la solución para Petro, después de haber destruido las mismas bases que construyen la confianza empresarial, es que el Estado ocupe su lugar invirtiendo recursos al mismo ritmo que lo hacían las empresas antes.
Basta con echarle un vistazo a el reciente proyecto de ley, donde autoriza «la inversión forzosa, una política de inversión estratégica en la que el sistema financiero privado canaliza los ahorros con destino a créditos a la pequeña, mediana y gran industria, agricultura y turismo”.
Con este esquema las empresas están obligados a destinar una parte de sus recursos financieros a sectores del gobierno de baja productividad o rentabilidad nula, y los bancos a colocar dinero en iniciativas riesgosas y poco atractivas y por las que muy probablemente no hubieran optado en condiciones de libre mercado.
La ley de inversión forzosa es la evidencia más clara del fracaso del gobierno de Gustavo Petro; desalienta por completo la inversión, y después, para tapar el error, echa mano de los ahorros de los ciudadanos y los utiliza como nuevas líneas de crédito para obligar a las empresas a invertir en proyectos estatales.
En lugar de fortalecer la inversión privada y volver al país en un destino atractivo para la inversión extranjera con medidas que disminuyan los gravámenes a la renta y la regulación a la actividad empresarial, que sería la base del crecimiento económico, se dedica a perseguir a todo aquel que genera riqueza.
Es importante entender que si las empresas no han invertido en la agricultura y el turismo antes es porque la incertidumbre con respecto al futuro es altísima. Y si los bancos no desembolsan créditos hacia estos sectores es porque observan que la rentabilidad esperada es menor al nivel del riesgo asumido. De manera que, si los privados no quieren invertir, mucho menos lo deberían hacer los políticos que ni siquiera disponen de la información suficiente para hacer un cálculo de estimación de la rentabilidad ni tampoco conocen cuál es el coste de oportunidad real del capital que están empleando.
La ley de inversión forzosa, es una absoluta violación a los derechos de propiedad sobre utilidades y ahorros. Esta clase de coacciones estatales frenan aún más la inversión privada porque inducen a los inversionistas a proteger su capital y a sacarlo del país hacia lugares con mayor seguridad jurídica. Dejando a la economía colombiana estancada, con más desempleo y sin el potencial de crecimiento a largo plazo.
Pero esta es finalmente la gran estafa del socialismo, que cuando más te promete el bienestar en realidad tanto más te encamina a la ruina.
*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan la postura editorial de EL DIARIO.
Muy profesional tu comentario..
Tienes toda la razón..es lo q se está viendo este momento. El futuro está muy nublado con el presidente .
No hay cambio el socialismo es solo para ellos ..y su grupo..
El pueblo Colombiano tiene q despertar en las siguientes elecciones..