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El mayor legado de Iván “el cerdo baboso y ladrón”, que robó la mitad de las reservas de oro, saqueó el tesoro nacional y dejó en bancarrota a Colombia, fue el de infestar nuestro país de criminales venezolanos. Idiota útil y títere del imperio norteamericano, se creyó autorizado para intervenir en asuntos internos de Venezuela, y pretendía perseguir y acorralar al vecino país con el “cerco diplomático”, con la ridícula ilusión de derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro. Con ese fin perverso, le brindó acogida y creó programas especiales de atención y protección al lumpen venezolano, que enseguida invadió nuestro territorio como si fuera tierra de nadie. Gracias a esa cerdada de Duque, Colombia ha sido invadido por hordas de bandidos del país “hermano”. Son multitudes de vagos, mendigos, ladrones, atracadores, asesinos, drogadictos, putas, gente de la calle y demás que pululan repartiendo el miedo y la inseguridad por calles, parques, plazas, terminales de transportes y otros espacios públicos. No son profesionales, técnicos, empresarios, académicos, personas con formación para el trabajo; son “fementida canalla y gente baja”, como los llamó Don Quijote. Los que no militan en la delincuencia, el único bien que le hacen al país es quitarles el trabajo a los colombianos, degradar el salario y aumentar las tasas de desempleo. Y no es xenofobia sino la verdad de los hechos cotidianos.
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Aunque la cifra de sus crímenes es prolija y espantosa, la prensa mercenaria de la derecha, cómplice y encubridora, ha sustituido en sus noticias el gentilicio venezolano por el adjetivo “extranjero”, para hacer creer que los hampones que nos están robando y matando pueden ser ingleses, noruegos o alemanes.
Es más, la vocación de estos vecinos ha alcanzado la cúspide de la perfección: crearon una organización criminal de nivel internacional llamada “El Tren de Aragua”, que funciona en varios países. Uno de sus más peligrosos cabecillas, Yonayke Martínez Carrión, ha sido capturado por la Policía en Belén, un pueblo de Boyacá donde se ocultaba disfrazado de peluquero.
El actual alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán, ya no sabe qué hacer para defender a la ciudadanía de esa plaga que ha infestado la ciudad y la mantiene ultrajada, atemorizada y violentada, pues los operativos policiales no bastan porque los criminales que son deportados regresan ilegales y clandestinos, y continúan ejerciendo. Y son muy emprendedores: han perpetrado atracos, robos, asesinatos y hasta masacres. Pero Migración Colombia prohíbe la deportación masiva de estos delincuentes, a pesar de ser los autores de la mayoría de los delitos cometidos en Santander. Ecuador y Perú les prohibieron el acceso a los venezolanos, y sólo pueden ingresar con pasaporte y visa, como turistas, sin posibilidad de establecerse ni de trabajar. Se tenía la ilusión de que la derecha triunfara en Venezuela y fundara el paraíso para que los apátridas retornaran a su país. Habrá que esperar otro milenio.
www.guillermovelasquezforero.com
*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan la postura editorial de EL DIARIO.