Con la muerte de Horacio Serpa Uribe es dable decir que se cierra una época particularmente violenta de la historia del país, siendo él uno de sus principales protagonistas.
La vida y la actuación política de Horacio Serpa, un santandereano que no pertenecía a la tradicional élite colombiana, pero que en el largo periplo de su presencia ocupo los más altos cargos del Estado, desde concejal, Representante a la Cámara, Senador de la República, Procurador General de la Nación, varias veces ministro de Estado, negociador de Paz, copresidente de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, candidato a la Presidencia, gobernador de su propio departamento, y otra vez senador de la República, le permitió ser testigo de los más duros y contradictorios momentos en la búsqueda de la paz y, al parecer, el eterno retorno a la guerra, a la que ha estado sometido el país a lo largo de su historia.
Serpa Uribe, despunta en el escenario político a mediados de la década del 70, del siglo pasado. Comenzando la década de los 80 se consolida en la política regional de Santander como figura preponderante con lo que en su momento se llamó el Fila, el Frente de Izquierda Liberal Auténtico, con el cual proyectó su carrera política, cuya piedra angular fue la ciudad Petrolera de Barrancabermeja, donde en las elecciones de 1982, de los 11 concejales de la ciudad el Fila logró conquistar nueve escaños.
Y a partir de esas elecciones, hasta el día de hoy, se extiende un gran arco de la vida política y del acontecer de la guerra y la paz del país en los últimos 40 años, de los cuales Serpa fue testigo y hacedor como pocos políticos en Colombia.
Quizá uno de los momentos cruciales del país se vivió hacia 1984 cuando el gobierno de Belisario Bentancur posibilitó los diálogos de paz que llevaron a la creación de la Unión Patriótica, un movimiento Político que pudo transformar y redefinir el destino del país y que habría tenido en el mismo Serpa y en su coterráneo Luis Carlos Galán, los pilares de tal transformación, si hubieran sido capaces de tomar la decisión correcta de formar parte del nuevo orden que se proponía; en cambio de eso, fracasados los diálogos de Belisario y vuelto al poder el Partido Liberal con el presiente Barco, el país deriva en uno de los capítulos más traumáticos y violentos, con el extermino de los dirigentes de la UP, el asesinato de cinco precandidatos presidenciales, el empoderamiento del paramilitarismo y la etapa más violenta del poder del narcotráfico. Para entonces el senador Serpa Uribe, pasa a ser el Procurador General de la Nación, desde donde ayuda con otros dos acontecimientos cruciales, las negociaciones de paz con el M19, el EPL, el PRT y el Quintín Lame, lo que lleva a la Constituyente y a la redacción de la constitución de 1991, de la cual Serpa fue una de sus principales figuras, estampando su firma en tal documento como copresidente, junto a Álvaro Gómez Hurtado y a Antonio Navarro, en otro momento crucial que hizo pensar en que el país al fin podría iniciar el camino de la paz con base en el nuevo pacto social y político que se suponía era la reciente constitución.
Sin embargo eso tampoco sucedió. Tres años después de aprobada la nueva constitución, con el tercer periodo consecutivo del Partido Liberal en el poder, la figura de Horacio Serpa se encuentra en la cúspide del gobierno de Ernesto Samper como Ministro del Interior, luego de haber sido el jefe de la campaña ganadora, pero que de inmediato se enzarzó en otro de los episodios tragicómicos de la política nacional: el escándalo de los narco cassettes y el consiguiente proceso Ocho Mil que Serpa enfrentó con todo su carácter y entereza, que lo llevaría a ser Candidato presidencial en 1998, estando a punto de ganar el primer cargo de la nación en la segunda vuelta.
El resultado concreto de aquél periodo no fue otro que la agudización del conflicto armado con el crecimiento inédito de la guerrilla de la Farc, a la vez que se desbocaba el paramilitarismo como la más cruenta respuesta, donde las principales víctimas fueron millones de personas de comunidades indefensas empobrecidas, desplazadas y asesinadas.
Lo que vino después, fueron los tiempos de los diálogos del Caguán y su estrepitoso fracaso, El Plan Colombia y la Seguridad Democrática, un lapso de 12 años, hasta 2010, que configuró la ‘guerra definitiva’ contra la insurgencia, con la imposibilidad siquiera de contemplar cualquier iniciativa de Paz. En ese periodo Serpa volvió dos veces como candidato presidencial y en ambas fracasó. En 2007, siguiendo en la lid política resuelve ir a su departamento para lograr la gobernación de este territorio que se ha convertido en uno de los más prósperos, a lo cual su gestión contribuyó de manera importante.
Y como la reciedumbre y tenacidad de su carácter no le permitían el retiro, Horacio Serpa vuelve a la contienda y en 2014, al frente del Partido Liberal, alcanza otra vez un su escaño en el Senado de la República para ser testigo del último esfuerzo por conseguir la paz, esta vez gracias a las negociaciones de la Habana y el consecuente Acuerdo que se firma en 2016, pero que tampoco consolida el viejo anhelo de encontrar el camino de a reconciliación, ya que enseguida, sospechosamente, gana el No en el Plebiscito de octubre del mismo año, lo que abrió el camino para hacer añicos tales acuerdos, lo que se consolidó con los resultados de las elecciones de 2018, para las cuales Horacio Serpa ya no se presentó.
Así que estos dos últimos años de vida del líder y figura central de la política colombiana en los avatares de la Guerra y la Paz, terminan en un escenario extraño donde parece que los argumentos de la guerra solo quedan como el ultimo instrumento de los sectores más extremos, pero que los argumentos de la Paz pareciera que tampoco sirven para ganar elecciones, mientras el actual gobierno hace todo lo posible para regresar al país al escenario de nuevos y perores niveles de violencias.
En estas circunstancias, Horacio Serpa deja este mundo, y en consecuencia el de la política colombiana, que no parece muy distinto del que lo indujo hace 50 años a iniciar el camino que hasta ahora anduvo, pensando que la paz era posible, pero que sigue como meta inalcanzable.
Puede que algunas personas adoren a Serpa. Pero ha sido uno de tantos políticos que han dividido, polarizado y destruido al país. Verdadero representante de la nefasta clase política colombiana.