Por | Zully Orozco – Economista e investigadora – Miembro del grupo de investigación CREPIB de la UPTC. Economista Liberal y apartidista
La victoria progresista que emerge a la luz de esta nueva década con la elección del candidato de izquierda Gabriel Boric en Chile, marca el cambio del ciclo político hacia una era de hegemonía de izquierda en América Latina. Sin embargo, lo que se observa en la actualidad, es de hecho, la fase culminante de un proceso silencioso pero rápido de invasión de la ideología progresista en la cultura que se ha venido gestando a lo largo de las últimas décadas y que ha logrado alcanzar su triunfo final hacia la toma del poder político.
El conformismo, la inacción y el amodorramiento de la elite política conservadora, que no puso la menor resistencia ante este progreso sutil pero preciso, es la razón detrás de la rápida intrusión de la influencia ideológica progresista en la sociedad, los medios de comunicación y la educación. Todo ello ha contribuido gradualmente a definir las preferencias políticas de las masas, que se mueven cada vez más, hacia la elección de caudillos populistas de izquierda.
Con Respecto a esto, Axel Káiser director de la Fundación para el Progreso menciona lo siguiente: “La derecha, ha dejado que la izquierda acapare la cultura casi sin contrapesos permitiéndole instalar su mensaje. Esa es la fatal ignorancia de la derecha: no entender que la cultura y el mundo intelectual son decisivos en la batalla por las ideas.”
A falta de una verdadera oposición de la derecha, las ideas progresistas han hundido sus raíces en lo más profundo de la cultura y han logrado evadir con éxito, el terreno espinoso de la confrontación ideológica. El resultado no ha podido ser otro; la inevitable victoria en la esfera política. Nadie después de esto puede ir por ahí refunfuñando y rumiando descontentos porque el Estado priva ahora de mayores libertades, infringe los límites al ejercicio del poder y estanca la economía a punta de impuestos, cuando la ausencia de enfrentamiento ideológico fue evidente.
Además, el relativo triunfo que han alcanzado las ideas totalitarias e igualitaristas de la izquierda progresista, por si no fuera poco, han comenzado también a ser adoptas por los partidos de derecha, que ven como por toda América Latina, y más allá, la lucha por la igualdad de género, la legalización del aborto, el cambio climático entre otros, van viento en popa y reciben una sorprendente aceptación entre los electores.
Por suscitar algunos ejemplos, el conservadurismo francés de Marine Le Pen, defiende la doctrina del medio ambiente argumentando que no puede ser monopolio exclusivo de la izquierda. Asimismo, la ex canciller alemana Angela Merkel introdujo la agenda verde y la lucha contra el cambio climático en la campaña preelectoral durante 2021, mientras que Mauricio Macri, líder de la centroderecha argentina, mostró su favoritismo por la despenalización del aborto. Estos hechos, manifiestan la tremenda mutación ideológica que viene aconteciendo con fuerza alrededor del mundo, y que desvanece poco a poco la línea divisoria que diferencia el orden político de derecha de la ideología de izquierda.
Los partidos de la derecha radical, han abrazado tan estrechamente la narrativa de la ideología progresista en pro de su oportunismo político, que se hace difícil distinguirlos. La defensa de las libertades, que en otro tiempo constituía su discurso político, es una ilusión ahora, como el mago que quiere hacer creer que tiene un conejo en la mano derecha, cuando en realidad lo tiene en su mano izquierda. La defensa de la familia, la libertad y la vida que hasta el presente, hicieron posible la existencia del orden civilizatorio, parecen no ser hoy por hoy electoralmente rentables.
No hay otro camino. Se debe contener la oleada de progresismo que amenaza con destruir las libertad y sembrar la miseria allí donde se le permite. La elite política conservadora y en general todos los que se muestran a favor de la sociedades libres, no deben ignorar que la izquierda se ha reconfigurado; Ha pasado de obtener el poder mediante temibles golpes de Estado, como los que caracterizaron a los gobiernos de América Latina durante mitad del siglo XX, ha influir en la mente y las emociones de las personas mediante movimientos que promueven el feminismo, el ambientalismo, la igualdad de género, la justicia distributiva etc.
No cabe la menor duda que el factor de mayor confrontación en esta lucha contra la hegemonía progresista que en la actualidad parece dominar la esfera cultural, son las ideas de la liberal. Lo peor que le puede pasar a las democracias es que sus defensores callen. Es tiempo de que sus más fervientes partidarios, ya sean liberales o conservadores, se sacudan de la espantosa pasividad intelectual y den la batalla cultural, antes de que la nefasta influencia de la izquierda progresista termine trasformando la realidad social, y con ello, la política, hasta volverla desconocida.
[1] Axel káiser (2014) La fatal ignorancia: La anorexia cultural de la derecha frente al avance ideológico progresista. Fundación para el Progreso.
https://fppchile.org/wp-content/uploads/2020/03/Libro-La-fatal-ignorancia-Axel-Kaiser-FPP-PDF.pdf