Por | Jacinto Pineda Jiménez, líder grupo de investigación GRIMAP-ESAP
Petro el gobierno del cambio enfrenta entornos socioeconómicos adversos y una violencia que no da tregua. El gobierno en su arranque no ha sido lo trágico que pregonaban sus adversarios ni el paraíso que pintaban sus fieles seguidores; genera esperanza, pero debe ser más concreto en su accionar.
Uno de los hechos más importantes durante el año 2022 lo constituye el ascenso al poder de Gustavo Petro, un presidente de tendencia de izquierda.
El hecho como tal ya implicaba una ruptura ideológica con lo que había ocurrido en la historia del país. Un presidente con un pasado en un movimiento guerrillero M-19, desmovilizado desde 1.990, hecho que, sumado a la estela de adversarios y opositores tras largos años de oposición y denuncias, críticas y discursos beligerantes, hacían prever un gobierno polarizado inmerso en el cotidiano debate, donde el odio y la camorra ahogan cualquier argumento. Sin embargo, el gobierno en su arranque no ha sido lo trágico que pregonaban sus adversarios ni el paraíso que pintaban sus fieles seguidores.
El entorno internacional derivado de la pandemia caracterizado por una economía bajo la amenaza de la estanflación, es decir alta inflación, desempleo y estancamiento del crecimiento económico, lleva consigo una alta incertidumbre en los mercados con un deterioro de los indicadores económicos.
El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, y el riesgo de su expansión agrava el panorama. Colombia inmersa en este panorama se vio afectada en el 2022 por la alta inflación, la desaceleración y la incertidumbre monetaria que sin lugar a duda golpea el bolsillo de los colombianos, especialmente de los más vulnerables.
La inflación en noviembre llegó a una variación anual del 12,53%, un acumulado de enero noviembre de 11,72%, siendo lo más preocupante el precio de los alimentos que en la variación anual del índice de precios del consumidor (IPC) registra el 27,08%. La inflación anual para los pobres en noviembre llegó al 14,34% mientras la de ingresos altos es de 12,53%, En conclusión, son los pobres los castigados por la alta inflación.
Consecuencia del fenómeno es la tasa de interés del banco de la república que llega al 12%, y por lo tanto impacta el costo de endeudarse. Se espera que la economía colombiana crezca este año en un 8%, siendo la segunda más alta en Suramérica, después de Venezuela, pero caerá en el 2023 al 1,5%, y será entonces de las más afectadas pues seis de las diez economías suramericanas crecerán con mayor ritmo, según datos de la CEPAL de 15 de diciembre de 2022. Se espera que el desempleo continúe a la baja, ya llegó a un dígito en noviembre, 9,7% y que el precio del dólar se estabilice.
Inmersos en esta realidad, algunas de las propuestas del actual gobierno han tenido que ceder frente al panorama, me refiero al proceso de transformación productiva, en el cual se busca una menor dependencia en las exportaciones del petróleo y el carbón. La transición ante la necesidad de ingresos deberá ser más lento de lo prometido en campaña.
También algunas de las apuestas del gobierno materializadas en las bases del plan nacional de desarrollo (PND) “Colombia potencia mundial de la vida 2022-2026”, estarán supeditadas a estas realidades económicas. Las bases del PND, plantean transformaciones que apuntan a problemas estructurales del país, de igual manera una visión acorde con los desafíos mundiales donde deberá enrutarse el país.
Retos como la convergencia territorial, la seguridad y la justicia social, derechos humanos a la alimentación, la pluralidad, el ordenamiento territorial o la transformación productiva para la vida y la acción climática, son transformaciones en sintonía con el país que esperamos para el presente y las futuras generaciones.
El otro gran desafío es la paz total, bajo un nuevo paradigma el de la seguridad humana, el cual implica priorizar el diálogo con los actores, abriendo caminos a “nuevas negociaciones que permitan ponerle fin a la insurgencia armada, y consolidar procesos pacíficos de desmantelamiento del crimen organizado y sometimiento a la justicia de sus miembros”, según el gobierno.
La paz es la madre de las batallas y hay que apostarle, claro no será fácil el camino, máxime en un país donde los índices de violencia este año han incrementado y la multiplicidad de las violencias, sus motivaciones, los disímiles actores la vuelven más compleja.
Hay un país que sueña el cambio, hay unas apuestas, esperamos poner andar con más realismo las estrategias, en medio de un debate sin odios y más propositivo, por el bien del país.