Por| Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
Recientemente el DANE divulgó el comportamiento del mercado laboral departamental al cierre de 2020, incorporando el efecto de los ciclos de la pandemia, cuyo pico máximo aún no se ha alcanzado.
Como se observa en el siguiente cuadro el desempeño de la economía departamental durante el cuatrienio 2016-2019 fue inferior al ritmo registrado a lo largo de las últimas dos décadas. En efecto, el PIB real de Boyacá estuvo por debajo del crecimiento promedio nacional, lo que se reflejó en una caída persistente en el empleo que bordeó los 38.000 puestos de trabajo, a la par que un incremento del desempleo cercano a las 7.000 personas. La nueva administración departamental, inaugurada hace más de un año, vio caer en picada el empleo departamental en 82.000 plazas, y, simultáneamente, el disparó de la desocupación en más de 13.000 cesantes.
Quizás las difíciles condiciones derivadas de la pandemia deterioraron aceleradamente el mercado laboral, no evidenciándose estrategias gubernamentales explícitas que favorezcan la reactivación económica, aún considerando el bajonazo en el comercio exterior departamental, caracterizado por una contracción el año pasado de las exportaciones, basadas principalmente de ventas de productos minero-energéticos, de -24,1 por ciento.
Ahora bien, si la pérdida de puestos trabajo es voluminosa, su ritmo pone de manifiesto la reversión de una tendencia decreciente registrada a mediados de la década. La economía boyacense se convirtió en expulsora de mano de obra. Las causas de este menguado comportamiento de la oferta de trabajo no parecen fáciles de identificar y explicar. El año pasado la ocupación se redujo en ocho puntos, mientras que el desempleo se amplió en cuatro puntos porcentuales. Una pregunta obligada: ¿Qué propuesta tiene la Gobernación para superar esta coyuntura laboral?