Si se mira hacia el resultado del plebiscito de 1958, que puso fin al enfrentamiento entre violento entre liberales y conservadores, se puede construir el siguiente silogismo:
Todos los colombianos son liberales y conservadores, hay colombianos que no son liberales ni conservadores, por lo tanto, todos los colombianos son liberales o conservadores.
El resultado fue la exclusión ya que los gobiernos del Frente Nacional repartieron milimétricamente las diferentes instituciones del Estado. Se dejó por fuera a quienes no se sentían matriculados en cada uno de los partidos. A partir de ellos surgieron los movimientos que no tuvieron cabida dentro de las políticas que durante 16 años se turnaron en el ejercicio del poder.
Ahora bien, los resultados a los que ha llevado el plebiscito de 2106 repiten lo que ocurrió en 1958. Mucho más parece que la historia ha vuelto a ese punto, dado que se llega una vez más a la exclusión, Pero bien se puede considerar un silogismo que no conlleve la exclusión:
Todos los colombianos son liberales y conservadores, pero, hay colombianos que son de las Farc, ELN y otros grupos, conclusión, todos los colombianos son liberales conservadores, farcos, helenos, polares, etc.
Construir tal razonamiento no es fácil políticamente. Pero solo la apertura hace posible el horizonte de la paz, estado en el cual siempre habrá conflictos, en el cual antagonismos se resuelvan de manera racional, sin tener que recurrir a las armas. Insistir en la exclusión a través del rencor y del miedo no conlleva el establecimiento de una sociedad en la cual se pueda dar la diferencia, la individualidad y los puntos de vista comunitarios.
Sorprende que se afirmen los caminos del neoliberalismo en la apertura económica mientras en el áspero suelo, se niega la apertura política. La apertura política hará posible superar las jeremiadas de los perdedores y los gritos de victoria, hechos que no conducen a salir del escepticismo, la incertidumbre o el desaliento.
Silvio E. Avendaño C