Espíritu animal y otras notas en ciudad domingo

Foto: Diego Armando Muñoz
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Por Julio Medrano / @JCMedrano3 / juliomedranoperez.blogspot.com

A Homo sapiens también le gusta pensar
que goza de una condición moral superior,
y que la vida humana tiene un valor mucho mayor
que la de los cerdos, los elefantes o los lobos.
Yuval Noha Harari

Espíritu animal

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Tunja ahora menos ruidosa y menos contaminada, recibe a estas aves rojas que se apoderan de las pocas zonas boscosas y riachuelos que les hemos dejado, como en los días cuando eran de ellos.

Nos alegramos al ver que la naturaleza reclama su espacio, el que nosotros usamos como guardería y wáter al mismo tiempo.

No puedo dormir

Fue lo que escribió alguno en Twitter y se esparció el hashtag como tendencia. Un trasnocho colectivo nos invadió a los colombianos que no podemos despegarnos del celular.

Martha Ospina, Directora del Instituto Nacional de Salud. Screenshot durante locución presidencial.

Quién se puede despegar del aparato hoy, después de saber que el primer muerto por COVID-19 en Colombia resultó ser un taxista, que alcanzaría a recibir no sé cuántos pasajeros antes de ser internado en la clínica. El motín en distintas cárceles, todas en una misma cronometrada acción de ataque, en el país donde el noventa por ciento de habitantes creyeron que el suceso de “se están metiendo al conjunto de al lado” fue planeado y coordinado por entes policiales. Al ver al Presidente salir en un supuesto video montaje diciéndole al pueblo que deben quedarse en casa, pero muchos creen que él está lejos de Colombia [¿cuándo estuvo cerca?]; la cara sombría de Martha Ospina, Directora del Instituto Nacional de Salud, un remedo de los días que nos vienen encima.

Llamadas telefónicas y conexiones grupales

Qué tanto cuidamos o estamos atentos de los nuestros. Afortunado quien en pleno aislamiento no tiene minutos en el celular y Claro le cortó el servicio de internet, y recibe una llamada, ¿Cómo estás?, pregunta aquella voz cálida del servicio de televentas.

Pensando en mi esposa y en mi hija, obvié llamar a mi padre. Ayer le escribí por whatsapp y aproveché para preguntarle por el estado de salud de mi abuela. Le hablé acerca del escritor Yuval Noah Harari que practica Vipassana, él se emocionó y cómo no, si es que mi padre también practica esa meditación. Sentí alivio al saber que lo había logrado emocionar.

Ayer tuve que cantarle happy birthday a un primo a través de la pantalla, con la sensación tácita de estar hablándole al aparato celular. Mi familia hizo una llamada grupal a través de Hangouts, reímos al ver nuestras caras sin afeitar y sin maquillar, sentimos nostalgia por el abrazo y el beso en la mejilla. Siempre hemos estado lejos, unos en Bogotá otros en Duitama, pero esta vez la sensación de distancia fue sutilmente más inmensa.

Que el encierro sea excusa para comunicarse con los que no suele frecuentar.

Descanse en paz del virus

Las medidas de confinamiento que nos privan de ir a charlar al bar, al café, a la tienda de la esquina, nos van enterrando vivos en nuestras cajas de fósforos, apartamentos de 2×2. Un vecino ha muerto en la ciudad, el coche fúnebre ronda las avenidas sin tráfico.

Sí, la gente igual sigue muriendo, sea por COVID-19 o por falla cardiovascular. Las procesiones fúnebres rondan las calles hasta el cementerio. Al sepelio pueden ir cinco o diez personas a despedir al muerto. Muchos duelos inesperados, mal resueltos, pérdidas que no se logran superar. Espero no se multipliquen y no toquen a mi puerta.

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