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En X: @GChalito
La viralidad, la inmediatez, el facilismo, sensacionalismo y demás consecuencias que le acompañan al fenónemo que nos ha traído la masificación de las redes sociales, como quiera que se les llame, y en los diferentes sitios en los que reposan, pues sí, lo ponen a uno a pensar.
¿Qué hago yo? Escribir y escribir, porque es mi pasión. En esta reciente fecha en que celebramos dos acontecimientos trascendentales para quienes todavía decidimos “quemarnos las pestañas”, el Día del Libro y el Día del Idioma, en Colombia y en Boyacá, es para “partir la torta”. Por supuesto, para seguir en los análisis, reflexiones y todo ello. Para mí, resulta más para dar gracias al cielo por la enorme dicha de que, en contravía de lo que nos abruma, aún seguimos en pie.
El placer de la lectura, de escribir para esos amantes de las letras, de las historias, tratar de dar lo máximo por hacerlo de la manera más efectiva, de ganarse ese honor y respetar nuestro querido idioma español, eso, en uno solo, no hay quién lo pague, no tiene precio, es un disfrute único. Es para deleitarse. Para enamorarse.
Por estos días por iniciativa de un gran amigo, colega y compañero, a quien debo agradecer por pensar en mí para reconocer este trabajo que con todo cariño hago con estos artículos (se llama Richie y me entrevistó para radio), recordé que desde el bachillerato esta vaina me ha gustado.

Por allá en el año 1997, con el espaldarazo de mi padrino, en ese entonces (y sigue vigente para fortuna de la educación boyacense) profesor de Química en mi glorioso Colegio Cooperativo Reyes Patria de la ciudad de Sogamoso, ‘Ponchito’, como la mayoría le decimos y conocemos, participé, en representación de la Institución (de la que me gradué) en el concurso de ortografía ‘Punto Aparte’ de EL TIEMPO y el Círculo de Lectores (https://www.instagram.com/p/Codyd90Li-v/?utm_source=ig_web_copy_link).
Ese día me vine para Tunja lleno de ilusiones, igual que lo hice al decidir estudiar aquí la universidad, y conseguí un segundo lugar a nivel departamental. Solo pasaba uno al ámbito nacional (‘paila’ por ese lado, y por una palabra que ahora digo, pa’ Dios, ¿en serio ‘Chalo’?); desde entonces, esa pequeña y gran parte de mi vida se llama felicidad. Cada vez que me siento a redactar alcanzo niveles inimaginables de serotonina. Más que en el incomparable sorbo de un tinto.
Es bastante complejo el arte de escribir, he querido hacer una juiciosa observación sobre este bello y competido mundo, o bueno, en tratar de documentarme muy bien, en lo posible. Es muy extenso. Tiene un sinfín de aristas y de artistas. Un incalculable “cruce de opiniones”. Algunos embelesados y empeñados en continuar con esa apuesta de vida, otros decepcionados; a veces, es muy duro. En otras, inexplicable. Y etcétera.
Sin ir tan lejos, me llamó mucho la atención una publicación del año anterior en ésta, la Casa de la Información de Boyacá, a la que le tengo mucho afecto y gratitud, ya que allí trabajé y prácticamente se ha convertido en ‘cómplice’ de mis “inventos literarios”, que se tituló ‘El escritor tiene dificultad para estudiar y de trabajar’, en la que la creadora literaria Vanessa Pérez Noguera, quien lanzó la novela ‘Camino del Lucero’ en el Festival Internacional de la Cultura Campesina, FICC, cuenta sobre las dificultades por las que atraviesa el gremio.
Por esos mismos días del 2024 en los que leí esa nota (casualmente), y que estoy muy de acuerdo en que se deben tener más alternativas de subsistencia en cuanto a lo referido (y opciones C, D, E…), vi un meme de una editorial (ya les contaré cuál y el porqué la sigo), que conservo, ya que me impactó (y me hizo reír llorando), que dice con su respectiva imagen chistosa: “Cuando digo que viviré solo de la escritura: ¿Qué sigue? ¿Robar autos? ¿Nadar con vagabundos?” (los invito a mirar la imagen adjunta).
“Juemadre”, qué cosa tan brava, sí o qué. En esa parte existe igualmente una y mil discusiones alrededor. Este ‘pechito’ lo sabe y es “terco” en seguir con la escritura. Hay que confesar que no soy un gran lector y menos me considero un gran escritor.
Esto apenas comienza, y del mismo modo que en mi profesión que tanto me apasiona, lo que más me mueve es que el día de mañana alguien que haya leído aunque sea unas líneas mías, pueda decirme “gracias Chalito”; por lo que sea: que lloró y se desahogó, que le ayudé a comprender alguna situación que se nos escape de las manos, que por lo menos le dio otro punto de vista, que en resumidas cuentas, le haya servido para crecer. Lo que cuento es producto de un compendio de errores, pues muy lejos estamos de ser perfectos. Somos humanos. Somos reales.
Aprovecho la ocasión para dedicar mis mejores deseos a quienes están “tan mal de la cabeza” como este servidor (es broma claro, no falta quien me pueda mal interpretar, jejeje). Más enormes sentimientos para quienes investigan. Qué bonito eso. Para quienes dudan y nos enseñan. Sería engorroso y quizá sesgado dar nombres. Para todos. Y para todas las Instituciones, entidades y empresas, que bajo líderes que inspiran, le dan su lugar al tema y a las personas que nos dedicamos a este precioso oficio.
Y la ‘cuñita’
Con la venia de la gerente de este medio de comunicación (debo decirlo, porque ella apoya a escritores de “la tierrita” como el presente) quiero compartir con mis familiares, amigos, conocidos, seres queridos, y ustedes amables lectores, este primer paso para convertirme en escritor (aquí lo pueden observar: https://www.facebook.com/share/p/157rT13ZmQ/).
En un ejercicio más personal les contaré detalles. Por ahora, agradecerle a El Todopoderoso que me puso aquí para empezar este sueño, a mi adorada familia por su amor y apoyo incondicional, y a quienes me están siguiendo de cerca (ellos saben quiénes son, los cuento con los dedos, y el principal es viejo Bayard).
En este ‘pinito’ hago parte, como coautor, del libro ‘Blanco Secreto’, de ITA Editorial (ahhh, por eso es… jajaja). Y no le digan a nadie que estará disponible (según me contaron allá, en edición limitada) en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, FILBo, 2025 (pabellón 6, stand 307… pero “shhh”).
¡Gracias Virgencita y Diosito lindos!