Expertos y analistas en la actividad física aseguran que, si no es el más difícil, por lo menos es uno en donde más se sufre. Los aficionados al deporte de las bielas han visto las imágenes y videos que dan testimonio del estado de agotamiento y de las caídas en las grandes vueltas.
Una dramática fotografía del paipano Sebastián Molano demostrando su nivel de agotamiento durante la Vuelta a España que se corre actualmente puso a hablar a los aficionados sobre la manera en que se sufre en el ciclismo profesional.
La fotografía de Molano hizo recordar una escena parecida en la que el que se desmayó después de una dura fracción en el Tour de Francia fue Nairo Quintana.
Los videos y las fotografías del ciclista de Cómbita fueron captados en el Tour de Francia del 2013, cuando Nairo logró el título de mejor joven de esa competición y obtuvo el subcampeonato de esa prueba escoltando al Christopher Froome.
Las imágenes correspondieron a lo ocurrido cuando terminó la etapa 15, en la que Nairo quedó de segundo. A tan solo unos metros de la meta el ciclista se desplomó entre las cámaras de los periodistas que grabaron el aterrador momento. A pesar del percance de salud, el corredor boyacense se recuperó para la etapa del día siguiente.
Pero la pregunta que surge es ¿es el ciclismo el deporte profesional más exigente y en el que más se sufre?
Sobre el particular, el portal Bicio Sport señala que “atribuimos al sufrimiento físico todo aquel sufrimiento que tiene que ver con el cansancio, con el dolor muscular, con los calambres y, en definitiva, con todo aquello que se siente y por supuesto se incrementa conforme el tiempo y/o la intensidad”.
“El sufrimiento físico es muy complicado de identificar y valorar, pero es el que responde al entrenamiento y que se tolera mejor conforme más entrenado se está. A más entrenamiento, más tolerancia y por lo tanto menos sufrimiento a igualdad de condiciones”.
Y agrega: “Los ciclistas entrenan muy duro para lograr asimilar mejor ese sufrimiento físico. Entrenar duro es importante pero también es muy importante descansar bien. Recuerda lo que decimos siempre: “más vale calidad que cantidad”.
El sufrimiento físico no tiene por qué estar asociado a la condición física. Cada uno a su nivel puede sufrir igual. Una persona de cualquier edad y condición física puede sufrir. Aquí es donde entran en juego las zonas de potencia de entrenamiento y las ventajas de los medidores de potencia (potenciómetros) frente a los pulsómetros.
Ese mismo portal se refiere a lo que denomina ‘el sufrimiento mental’: “El sufrimiento mental es muchísimo más complicado que el físico. Es lo que diferencia a los buenos ciclistas de los grandes campeones. La capacidad que tiene uno para aguantar altos niveles de sufrimiento”.
“Evidentemente estar entrenado físicamente ayuda, pero se requiere de una gran fortaleza mental para resistir el sufrimiento cuando el ritmo es agónico”.
Llegados a este punto algunos ciclistas se vienen abajo, mientras que otros se vienen arriba. Lo que está claro es que para ser un gran ciclista tienes que estar muy mentalizado de que te va a tocar sufrir de lo lindo. El ciclismo de competición, de cualquier disciplina, es eso.
El sufrimiento mental marca diferencias y es que en un puerto de montaña a todo el mundo le duelen las piernas. Aguantar en el grupo cabecero a veces es más cuestión de cabeza que de piernas. El puntito extra te lo va a dar más una buena cabeza que unas buenas piernas.
Por su parte el País de España, en un artículo publicado en julio de 2000, hizo un análisis sobre si efectivamente es el ciclismo el deporte en el que más se sufre:
“Son muchos los que opinan que el ciclismo profesional es el deporte más duro (al menos dentro de los llamados de resistencia). En cambio, si le preguntamos a un maratoniano o nadador, por citar dos ejemplos, posiblemente responderá que su deporte es el más duro. ¿Es de verdad el ciclismo el deporte más duro? ¿Se puede responder objetivamente a esta pregunta? Aunque el concepto de dureza sea en gran medida subjetivo y personal, sí que se puede llegar a cuantificar usando ciertos parámetros objetivos”.
“El ciclismo es, posiblemente, uno de los deportes más duros (sino el más duro) en términos de volumen total de trabajo físico realizado. Entre 30.000 y 35.000 kilómetros por temporada. Expresado en calorías consumidas: entre 6.000 y 8.000 durante cada día de una gran vuelta (casi tres veces más que las que gasta diariamente un varón sano y joven con un estilo de vida sedentario)”.
“Y no olvidemos que muchos ciclistas no andan lejos de los 100 días de competición al año (¡unas 400 horas con el dorsal puesto!). Pero el ciclismo no sólo son horas (y muchas) de sillín. No es sólo un deporte de desgaste. También es un deporte de sufrimiento agónico”.
“Por ejemplo, en el Tour los ciclistas pedalean a una intensidad media-alta (equiparable a la intensidad a la que se puede correr un maratón) durante un total de unas 30 horas. Durante ocho de estas horas han de tolerar el sufrimiento que supone trabajar por encima del umbral anaeróbico (170 pulsaciones por minuto). Además, estas ocho horas se concentran en pocos días, en la segunda mitad de la prueba, cuando las fuerzas empiezan a flaquear. Existen datos científicos que permiten afirmar que el ciclismo es un deporte de resistencia a la vez que de alta intensidad. Entran en juego tanto el metabolismo aeróbico como el anaeróbico (éste en los momentos decisivos de la competición)”.
“Más argumentos para el debate. El ciclismo es el deporte más duro en términos de posibilidad (o mejor, imposibilidad) de recuperación de un día para otro. ¿En qué otro deporte hay tantos días seguidos de competición? A este respecto, es completamente cierto que el ciclista no sufre tanto daño muscular en una etapa como el que se sufre por ejemplo en un maratón. De hecho, se recupera muscularmente (esto también es matizable) para la etapa del día siguiente mientras que un maratoniano de élite rara vez participa en más de 2-3 maratones al año. Claro que también se le puede dar la vuelta al argumento y decir que precisamente el ciclista tiene la desgracia de que sus músculos no sufran tantos microtraumatismos dando pedales: así que a sufrir tocan, día tras día. ¿Y sus sistemas neurohormonal o inmunológico? ¿También se recuperan de un día para otro o es un hecho simplemente asumido? Desde que el ciclismo es ciclismo (hace casi 100 años) hemos dado por hecho que los ciclistas deben competir a diario durante semanas. Así que no les queda más remedio que hacerlo. Se hayan recuperado de verdad o no. Para terminar, no debemos olvidar las numerosas variables relativamente incontrolables y aleatorias que entran en juego en este deporte y que también le añaden dureza. Como los cambios de condiciones ambientales (temperatura, humedad, presión atmosférica) a los que está expuesto un ciclista día tras día, o incluso dentro de una misma jornada. Además, las circunstancias de la propia competición (viento, tácticas, abanicos, escapadas, etc.) hacen que en muchas ocasiones el ciclista no sepa con certeza cuándo (ni durante cuánto tiempo) ha de esforzarse al máximo. Por último, tengamos siempre presente que el ciclista arriesga su vida muchos días al año”.
Y un último dato: seis ciclistas han fallecido en carretera en la historia del Tour de Francia.