EDUARDO MALAGÓN BRAVO / Escultor Chiquinquireño
Con una tradición importante el Encuentro Internacional de la Cultura de Chiquinquirá, hoy reabre Las puertas del palacio de la Cultura de Chiquinquirá, la antigua Estación del tren. Esa hermosa construcción trae los recuerdos mejores recuerdos de mi infancia, que brotan por montones, atropellando mis sentimientos, cuando llegan a mi mente episodios maravillosos, como cuando brincaba la barda que separaba la casa materna, del convento de las clarisas, para tomar furtivamenteun durazno, una pera o una deliciosa ciruela, para darme un banquete de medias nueves. Qué tiempos aquellos, mi abuela María Luisa Bravo de Villamil, sus hermanas y primas, conformaban un ramillete de damas delicadas y dulces, en el trato. Todo era bondad y más bondad, ternura y más ternura; dignidad y señorío, una especie de linaje forjado en la tradición de familia honorable con arraigo de patriotas, ya que somos descendientes de patriota y mártir Isidro Bravo, cuando el 16 de julio de 1819, en un breve sumario, le fue dictada la sentencia de muerte de la heroína Antonia Santos, junto a los próceres Isidro Bravo y Pascual Becerra. El 28 de julio de 1819, a las diez y media de la mañana, Santos fue llevada al cadalso, ubicado en un ángulo de la plaza del Socorro, junto con sus compañeros Pascual Becerra e Isidro Bravo; iban acompañados por el cura de la parroquia, presbítero N. Torres. Fueron asesinados por orden del imperio español.
Volviendo al tema que nos ocupa, manifiesto mi orgullo al mostrar parte de mi obra, como maestro de arte testimonial conmemorativo, siguiendo la tradición que brillantemente inició el gran maestro chiquinquireño Dionisio Cortés, llamado el Padre de la escultura en bronce de Colombia. Pude llenar el recinto de la Estación del tren, con toda mi colección, que esta repartida en varias exposiciones, pero los organizadores no tomaron en serio lo que les ofrecía. Pero lo expuesto, en una buena muestra de mi hermosa colección. Como Chiquinquireño, “Cuatro Manos”, me precio de tener el don de la virtuosidad en la belleza, por la laboriosidad que hace rendir, por dos o por más.
Atrio de la Basílica de la Virgen, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá con monseñor Héctor Gutiérrez Pabón. El presidente Pastrana, Ana Michelle Malagón Arias y el Maestro Eduardo Malagón Bravo, en el acto de entrega del Escudo de la Paz, a nombre de los boyacenses.
Soy maestro de firma, con obras significativas como la cabeza de Bolívar y Nariño; las más grandes del mundo hasta hoy, soy autor de obras emblemáticas que enriquecen el patrimonio cultural de Boyacá y Colombia, como la Simona Amaya, La Diosa del Agua, la Princesa Moniquirá, la Juana Velasco de Gallo, la Matilde Anaray, los obeliscos del Bicentenario, el monumento a Santander en el parque de la Liberación en El Cairo, Egipto, soy aportante de las efigien de Pedro Pascasio Martínez, Simona Amaya, para preseas del las Fuerzas Militares, autor de los himnos de Moniquirá, Pisba y Paya. Autor de los escudos heráldicos de Moniquirá, Sutamarchán, Santa Sofía. Autor de Escudo de la Paz de Colombia. Presentado por primera vez en el atrio de la Basílica de la Virgen, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, en el año de 1999.
Orgulloso por mis aportes a Chiquinquirá, sin reclamar nada a cambio, aspiro, por lo menos a mantenerme en la memoria ye el corazón de los buenos chiquinquireños, con la satisfacción grande al contemplar la obra realizada.
A CHIQUINQUIRÁ
Chiquinquirá del alma Villa Republicana,
Prodigio de abundancia, remanso de amistad,
Esplendorosa cuna de gente noble y buena;
Rendímoste homenaje, Suprema Majestad.
Santa Virgen del Rosario, Colombia entera te aclama,
Santuario de nuestre fe, aposento milenario,
Un día el Libertador con devoción se postró
y la libertad imploró en histórica proclama.
Somos chiquinquireños de estirpe libertaria,
De buril, pincel, pluma, de armas y oración;
Horizonte infinito de cielo, tierra y mar,
Chiquinquirá, primero…Siempre, en mi corazón.
EDUARDO MALAGÓN BRAVO
16 agosto 2001
