En memoria de los compañeros asesinados en el occidente del país

Foto | Colprensa
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Por: Jairo Barbosa 

Mientras no sé cuántos millones de colombianos “agonizábamos” frente a una pantalla, con las uñas carcomidas por los nervios, sintiendo la grandeza de nuestro equipo conformado en su mayoría por jóvenes que no tuvieron otra oportunidad en la vida  distinta a ser anónimos o jugadores, no porque ser jugador no sea una profesión digna, sino porque se constituye en una de las pocas posibilidades de salir de la pobreza, que de hecho el porcentaje de esos muchachos virtuosos del fútbol que logran llegar a esas instancias no cambia la realidad a la que se enfrentan día a día quienes quedan en sus pueblos de origen; quizás en el mismo instante que sufríamos viendo el partido, en otros pueblos estaban velando los cadáveres de otros jóvenes que tomaron la decisión de luchar por una igualdad y por defender el medio ambiente y la posibilidad de tener un lugar digno para vivir, o de ser autónomos en la decisión de cultivar y liberar a la madre tierra de la esclavitud capitalista de los monocultivos latifundistas.

En el Cauca, Valle del Cauca,  Chocó y Nariño,  asesinaron impunemente a siete personas, líderes y lideresas reconocidas y pacifistas. Ningún diario oficial se ha pronunciado, ningún medio masivo ha hecho algún comentario, no hay investigación ni protección de autoridades, no hay respeto a los acuerdos de autonomía y libre determinación.

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Estamos condenados a desaparecer por decreto de los grupos de extrema derecha paramilitar que se están encargando de hacer “limpieza social” de lo que ellos denominan “indeseables” para la sociedad.

En sus comunicados manifiestan el respaldo de las autoridades y el permiso para actuar con impunidad. ¿A quién le importa esos homicidios si el país está inmenso en el profundo dolor de haber sido eliminados del Mundial? ¿Qué significan siete cadáveres más de la larga lista, frente a la grandeza de una selección que se paró con gallardía frente a una potencia del fútbol mundial y jugó como nunca?

¿Cuántos miles de millones dispone el Gobierno para cubrir la representación del país en esa digna instancia internacional, mientras en muchos de los pueblos de origen de esos mismos jugadores no hay alcantarillado, ni  puestos de salud y su gente es asesinada por oponerse a las políticas extractivistas o de los grandes monopolios económicos que han acaparado, usurpado las tierras de labranza campesina e indígena, o por haber hecho campaña por una opción distinta a la de los gamonales y políticos corruptos?

Le pedimos a Dios nos ayudara a triunfar en ese partido y nos falló. Pero no nos importa si otros compatriotas que luchan por la equidad son asesinados.

La indiferencia es vergonzosa sobre todo porque es cómplice de la impunidad y la corrupción. Los mismos medios que trasmiten con profundo patriotismo los partidos del Mundial, exhortándonos a la unidad, callan sistemáticamente sobre estos sucesos intrascendentes.

Y peor aún transmiten información falsa, se someten a los intereses de las corporaciones convirtiéndose en cortina de humo frente a la realidad.
La noche oscura continúa y teñirá de sangre el sueño de los justos.

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