Por | Pedro Pablo Salas / Líder social y exasesor de Diálogo Social y Paz de Boyacá
Me alegra mucho por los sectores sociales la llegada de Francia Márquez como fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro. Creo que a Gustavo hay que quitarle tantas camisas de fuerza, bienvenido el pacto nacional, con el liberalismo, los verdes, los conservadores progresistas, etc.
Quiero dejar la inquietud en torno a que el establecimiento no es homogéneo, que hay un sector que busca salir del estancamiento y del riesgo de caer en una espiral de un mayor conflicto socio político del que hoy se tiene, ese sector del establecimiento debe estar del lado de Petro, porque el pacto no es de izquierdas.
Los rabiosos sectores que antes que entrar en razón, utilizan un lenguaje de revanchas irracionales desde el punto de vista de lo que Gustavo Petro a diseñado como Pacto Histórico, puede convertirse en un disparo en el pie a los llamados de una necesaria unidad nacional, y pacto sobre lo fundamental de la que habla el dirigente de la Colombia Humana y nos ha invitado a construir.
Estoy de acuerdo con el senador Roy Barrera cuando afirma: «Muy difícil así. En relaciones de este nivel no se puede improvisar. Aplausos de la galería emocionada. Puertas cerradas para construir gobernabilidad. Dilapidar los esfuerzos hechos para sumar y ganar en primera vuelta no es buena idea. Aún ganando, hay que gobernar».
Es una reflexión por demás delicada de un hombre que sabe del terreno en el que se camina la política nacional. Los deseos y la política no siempre coinciden.
Los partidos tienen sus estructuras, los momentos históricos tienen sus realidades y el voluntarismo sus límites.
No es de aplaudir tirarle a Gaviria un portazo en la cara, hay una confusión de métodos, este es un gobierno de elecciones lo que implica construir consensos, el pacto es heterogéneo, no es una dictadura proletaria, no se llega al poder a través de la fuerza y de la imposición de una clase, es un acuerdo donde pensar que el otro tiene intereses, representa sectores e historias, implica entender esa realidad para construir consensos y gobernabilidad, en el entendimiento de que se llega al gobierno, y en el mejor sentido de Foucault, «el poder está en todas partes», y si las intenciones son las de profundizar la democracia, la justicia como una construcción de hegemonías de tipo Gramsciano, esto responde más a procesos, a olas a flujos y reflujos, a aprendizajes.
Este no es un pacto de venganzas, de odios, de luchas entre historias de identidades de razas, géneros, clases etc. No estamos ante un momento Leninista, aquí no hay derrotas de una clase sobre otra, aquí hay democracia, elecciones públicas, búsqueda de paz; por consiguiente, necesitamos convivir, concertar.
Estamos en un momento de la historia donde se requiere de una construcción universal en sentido Kantiano, donde se puede llegar a construir la paz que necesitamos y esto no se hace imponiendo hegemonías, dictando voluntades, se hace en lo que Ostrom planteó en su método de construcción Democrática para la acción colectiva, trabajando juntos.
Cita en su buen artículo Ud., Sr Salas a celebres filósofos, humanistas y sociologos entre otros Foucault y los micropoderes, Lenin y la defensa del proletariado, Kant y el idealismo, Elinor Ostrom, la de los recursos compartidos Gramsciano, el del saber y el hacer, analizando la concepción estructural del escenario generado por las recientes definiciones del Pacto Histórico, todos ellos constructores de pensamiento en diferentes etapas de la cultura sociopolítica de la humanidad, pero deja de la lado a Stalin, que es vigente sobre todo en nuestra época y medio. Porque al parecer en las recientes elecciones, alguien e Boyacá, tomó el papel de Iosif Stalin y borró no sólo a Trosky sino a todos los que no se arropan bajo su ruana. Lo triste es que el Sr Stalin terminó un poco mal.