En Duitama, ¿quién cuida lo público?

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Los niños salen corriendo sobre el andén. Su perrito tira de la correa. Es comprensible la felicidad que tienen todos. La escuela, la mayoría de las veces, es una tortura, y el encierro, a las mascotas les aplasta su espíritu. Perro y niños, desde lejos, ven que el lote ha sido cercado con alambre de púas, sin embargo, su agilidad les permite meterse entre los alambres y comenzar a correr como lo habían hecho durante los últimos cuatro años, cuando llegaron al barrio. El riesgo existe, una vecina dijo que el supuesto dueño amenazó con envenenar a los perros que entraran, y los animalitos, por lo general, no saben de la capacidad de dañar y destruir de los humanos, así que, es probable que no sepan lo que puede significar la palabra veneno.

Por | Miyer Pineda.
Docente de ciencias sociales. Líder de la Cátedra Jaime Garzón y del proyecto Mnemósine: la memoria histórica, una pedagogía para la paz; proyecto ganador en el Foro Educativo Nacional 2017 y Proyecto nominado al Premio Compartir al Maestro. Premio Internacional de Poesía en Paralelo Cero 2022.

El hombre, además de cercar, destruyó un parque que la comunidad había construido para los niños y encerró todo el lote. Desde la tienda, otro par de vecinas le cuestionaron lo que hacía, pero tuvieron que silenciarse por el tono, la amenaza y la grosería del individuo. Destrozó unas plantas; llegó la policía, pero no fueron capaces de imponerle un comparendo por arrancar las maticas.

Es probable que construyan más apartamentos allí, si la justicia dictamina que ese lote -que durante años fue parque, cancha, jardín, etc., – es de su propiedad. Se supone que la comunidad ya ganó una pertenencia, por eso no entienden lo que está sucediendo.

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Al otro lado de la ciudad, detrás del espacio turístico más importante de Duitama, hay una de esas vías destapadas que terminó por convertirse en una senda para caminantes; hay árboles, vacas, y un poco de tranquilidad. Sin embargo, lo aterrador es ver a los perritos amarrados en los ranchos; llevan encadenados toda su perra vida, a la vera del camino, porque es costumbre esclavizar a estos animales con la creencia de que cuidarán la casa del torturador, en su ausencia. Nunca esa palabra reunió tanta maldad: amos, seres crueles capaces de condenar a pobres animalitos hasta destrozarles el espíritu.

Lo cierto es que la vía sigue en el tiempo, a pesar de que se ha cercado con alambradas como en los campos de concentración. Muchos de los caminantes han derribado los alambres y la gente sigue pasando por allí. En ocasiones vuelve a aparecer la cerca y hay personas amenazantes, sin embargo, al poco tiempo los caminantes vuelven a abrir el paso. Se dice que quieren apropiarse de una servidumbre que existe en este lugar y que permitir la cerca es inaceptable. La ruta lleva a otra vía adornada de cruces para un viacrucis y termina en un mirador y en un parque construido por unos verdaderos genios, adaptado para hacer ejercicio. La vista desde allí a una parte de la ciudad es grandiosa.  

Al lado del único centro comercial de la ciudad, construyeron unas torres de apartamentos. En la parte posterior hay una cancha de baloncesto y una de microfútbol. De un momento a otro comenzaron a cercar por partes y hay avisos de SE VENDE; en otro extremo comenzaron a construir algo.

Los visitantes al lugar, vemos con cierta indiferencia cómo los pocos espacios verdes de la ciudad comienzan a desaparecer. La misma suerte corren las zonas de reserva natural o las donaciones hechas hace décadas por habitantes, quienes, iluminados por el espíritu de su comunidad, decidieron ceder parte de sus propiedades para el beneficio de todos. Aparecieron herederos en paracaídas, y asesorados por abogados vergonzantes, se aprovechan de la mediocridad o de la sospechosa ineptitud de los funcionarios de la administración municipal.  

Sobre estas cuestiones es inevitable preguntar, ¿quién protege lo público? ¿Qué funcionarios tienen el deber de vigilar las pertenencias o el estado en el que se encuentran las zonas de reserva natural y las propiedades de la ciudad? ¿Quiénes han sido los irresponsables que autorizan las construcciones en la ciudad, sin tener en cuenta que ya no hay parques ni zonas verdes? ¿No se debería, cada cierto número de habitantes construir un macroparque en el que haya zonas verdes con vegetación nativa, que con el tiempo se vuelvan santuarios bióticos, y, a los lados, canchas y gimnasios para que los niños, las familias y los jóvenes liberen su energía y mejoren su calidad de vida? ¿Si esto pasa en las narices de todo el mundo, cómo será la situación en los páramos y cerca de los cauces de los ríos? ¿Dónde están los concejales, tan hábiles para entorpecer procesos, para hacer negocios y apropiarse de los recursos mientras manipulan a través de sus redes sociales, pero tan reacios a proteger a la ciudad y el bienestar de los habitantes?

En Duitama, por primera vez, se ha abierto un espacio para conversar sobre el plan de desarrollo; y, a lo mejor esta propuesta llegue a alguno de los lideres del proceso: proteger lo público al fin y construir parques serios; incluso, alguno de estos funcionarios a quienes se les paga con nuestros impuestos, quizás comprenda que su trabajo es proteger lo público y se proponga diseñar un plan para buscarlo, inventariarlo, defenderlo y resguardarlo, mientras se adecúan para crear espacios que permitan oxigenar tanto estrés y tanta depresión. Caminar permite que nuestro espíritu respire, y si hay mascotas, mejor, su compañía permite guerrear y respaldar ese esfuerzo.

Para terminar, dos ñapas:

Primera, en Tunja, mi ciudad, entre los barrios aledaños al barrio en el que crecí, había un bosque; uno lo miraba y respiraba. Ese bosque era uno de los límites de mi Escuela. Un día, la ciudad eligió a un alcalde del Partido Verde, quien derribó parte del bosque para construir algo porque esos contratos, ya saben, dan platica. Nadie le exigió al arboricida reponer ese bosque que poco a poco se reduce a su mínima expresión. Si no se respeta a los animales mucho menos a los árboles. Vivimos tiempos en que lo importante es el dinero, y no cualquiera de estos prójimos.

Segunda, en Duitama, se le ha pedido al alcalde recién posesionado que solucione los problemas que se han acumulado en los últimos 70 años y más, en menos de un mes de trabajo. Los ataques a través de las redes demuestran ser una forma de encubrir el afán de tumbarlo para recuperar los contratos, que, en realidad, son lo único que les interesa. Ojalá la ciudadanía esté atenta a lo que sucede y piense en manifestarse al respecto. Las expectativas y la corrupción viajan a máxima velocidad y gobernar con ética es una rueda demasiado lenta. Esto puede ser otro logro de Bohórquez: los ataques ponen en evidencia lo que no le conviene a Duitama, ni ahora, ni a futuro.

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