Por| El tábano en la oreja
Estamos en mayo y a 5 meses de que se elija el próximo gobernador de Boyacá. Especulaciones, fotos de alianzas entre políticos y más políticos, avales, reuniones endebles, movimientos de política basta, poco discurso, poca emoción; pobres, pobrísimas estrategias de comunicación, flaco interés y comentarios de ríos de dinero que corren por parte de una campaña. Y así seguiría hasta octubre si no fuera por un pequeño detalle: Falta el golpe de mesa de Amaya. Falta el golpe de autoridad del actual mandatario boyacense, que moverá las fichas del tablero de manera irremediable y cambiará el rumbo de la actual y aguada confrontación electoral.
Y es que, aunque el líder verde ha estado tranquilo y perezoso en la contienda electoral, es un imposible, en la práctica, que el político con mayor ascendencia en Boyacá en los últimos años, se quede por fuera del juego.
Se ha filtrado entre periodistas y opinadores que no quiere participar y que no dará su guiño a ningún candidato; pero las circunstancias son otras: el Amayismo (ese sector de la población que no necesita intermediario, que no se disuelve fácilmente y que confía en el actual gobernador), aunque no afanado, sí está a la expectativa de la decisión para tomar un rumbo. Además, hay un hecho de “realpolitik” incontrovertible: Puede que un líder tenga la sincera disposición de no meterse en X o Y proceso, pero el escenario lo empuja, y el de Boyacá es que Amaya tiene una imagen favorable de más del 70 % y un porcentaje aún mayor votaría en las elecciones a gobernador por un candidato que continúe sus políticas (datos de la última encuesta publicada por El Diario). Ante eso, ningún líder de ninguna parte del mundo puede hacerse el de la vista gorda.
Lo cierto es que ningún actor político del departamento duerme hoy tranquilo sin antes pensar en el próximo movimiento de Amaya. Con plena seguridad les ha causado más de un insomnio. Y ahí está la pepa del asunto: Así algunos sectores de opinión se las tiren de estrategas y lancen sus teorías para confundir o distraer al apreciado público, todos saben que las elecciones de octubre dependen, en gran medida, de la decisión del hombre, así la misma se demore. Simple.