El rey del escándalo está de vuelta

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Por | Darío Rodríguez

Que las heridas sanen. Aunque la curación llegue meses después de haber sido causadas, o las víctimas tengan que esperar casi un siglo para hallar el alivio, la calma. Esas heridas y esa sanación son el común denominador de ‘Madres paralelas’, la más reciente película del cineasta español Pedro Almodóvar. Una espléndida narración audiovisual que se sirve de la maternidad y de la recuperación de la memoria con el fin de proseguir su búsqueda: descifrar los códigos de la compleja alma humana, capaz de los actos más incongruentes, también de los más dignos.

El regreso de Almodóvar al éxito de crítica y públicos se estaba complicando. Para 2013, con el estreno de la comedia ligera ‘Los amantes pasajeros’ – un film que decepcionó a tirios y troyanos – fue declarado en decadencia. ‘Julieta’, de 2016, un enrevesado melodrama, no alcanzó a reivindicarlo como el artista de excepción que siempre ha sido. No fue sino hasta 2019, cundo estrenó su autobiográfica ‘Dolor y Gloria’ (en la cual el director vuelve los ojos sobre sí mismo y realiza una autocrítica de la labor artística a partir de su raíz en la infancia y en la historia personal) que volvimos a ver la grandeza y potencia de su obra. ‘Madres paralelas’ llega a completar, junto con el cortometraje ‘La voz humana’, este nuevo florecimiento del autor de ‘Átame’.

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La historia de la maternidad de Janis y de Ana, unida a la exhumación de cadáveres de la Guerra Civil Española exhibe, sin duda, a un guionista y realizador mucho más reposado y contenido que en sus desbordadas y escandalosas cintas de los años ochenta y noventa. El carnaval desopilante de ‘Tacones lejanos’, ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ o ‘Matador’ no puede compararse con la hondura psicológica de ‘Madres paralelas’. Sin embargo, lo que ha mermado en el provocador magistral lo ha ganado al haberse convertido en un narrador de alta calidad que deja a sus espectadores con preguntas aceradas y reflexiones fundamentales para este tiempo convulso que vivimos. El concepto de familia, incluso de afecto familiar, los momentos en que se acaban las guerras (no necesariamente cuando se firma la paz o se deja de disparar y matar), la maternidad en casi todas sus aristas valientes o libérrimas, son algunos de los blancos hacia los cuales apunta esta nueva película.

Para los seguidores veteranos de su filmografía es gratificante encontrar a colaboradores antiguos del director, como el compositor Alberto Iglesias (nominado al Oscar por la banda sonora de ‘Madres paralelas; y con razón: la música del film es estupenda) o el legendario director de fotografía José Luis Alcaine. Así mismo, Penélope Cruz aparte, ya una marca de clase y estilo en Almodóvar, aparecen Rossy de Palma, la picassiana actriz de ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ y sobre todo Julieta Serrano, quien lo acompaña desde su primera película y aquí interpreta a una envejecida testigo presencial de la Guerra Civil.

Estrenada en la plataforma Netflix hace unos cuantos días, ‘Madres paralelas’ despertó reacciones apasionadas entre los usuarios de redes sociales de internet y los críticos quienes, dicho sea de paso, sobreviven hoy en los medios de comunicación alimentando polémicas. Algunos la califican de producción menor, otros echan de menos en ella la claridad argumental que encuentran por ejemplo en las películas de Marvel, y acusan al director de politizado o de comunista encubierto. Lo que ignoran estos defenestradores – muchos de ellos jóvenes – es cuán acostumbrado está Almodóvar a las pullas más aleves y, en el fondo, cuán divertidas le resultan. No es difícil imaginarlo leer a carcajadas las opiniones desinformadas de estos áridos comentaristas y valerse de ellas para seguir fortaleciéndose.

Así ocurrió hace años con la escena en que una joven Carmen Maura invita a su amiga a beber la orina de una chica punky, pero no servida en un vaso sino mientras la chica punky ejecuta la micción. Así mismo ha pasado con otras estaciones de su carrera: besos y sexo entre hombres, una mujer enamorada de su secuestrador, una monja llamada Rata de Alcantarilla, un fecundo y desordenado transexual. Esos personajes y esas historias, con sus extrañas y según algunos incómodas características, son ya parte importantísima de la historia del séptimo arte.

Esta nota tenía como temática la guerra en Ucrania. Pero conviene observar los sucesos a cierta distancia y, mientras el horror sucede, nada es mejor que solazarse con la película excelsa de un gran artista.

Larga vida a Pedro Almodóvar.      

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