En algún momento la grama del estadio La Independencia fue considerada la mejor del país, aunque eso es hoy un lejano recuerdo.
Año 2008. Los boyacenses no solo se deleitaban del equipo comandado por Miguel Caneo y dirigido por Alberto Gamero, sino hasta el mismo terreno en el que rodaba la pelota era motivo del orgullo de los boyacenses.
Hoy en cambio el Boyacá Chicó lucha para no descender, y la grama del estadio La Independencia es por lejos la más descuidada de todo el país, por lo menos la peor en la que juega alguno de los equipos de primera división.
Tanto así que desde hace un par de años, por lo menos, el estado de la cancha del estadio La Independencia es motivo de críticas de jugadores, cuerpos técnicos, y un comodín discursivo para los comentaristas deportivos, que encuentran en el lamentable estado de la gramilla una oportunidad de llenar silencios incómodos en medio de sus transmisiones.
En su momento se dijo que el deterioro del escenario era por su excesivo uso, o por la realización de conciertos en ese lugar, o por efecto de drásticas condiciones climáticas. Pero hoy nada de eso se cumple, los equipos boyacenses no disputan un partido allí desde el pasado 30 de noviembre de 2020, y conciertos no se realizan desde hace un par de años por lo menos.
De momento los equipos boyacenses han aplazado sus partidos en condición de local a causa del delicado estado sanitario por el que atraviesa la capital boyacense, y aunque este mejore y se autorice la disputa de partidos en Tunja, tanto Patriotas como Boyacá Chicó han de analizar si es conveniente jugar al fútbol profesional en la deteriorada grama que alguna vez fue orgullo de los boyacenses.
Que pena, que grima, que pena ajena que sentimos al ver transmitido un partido de fútbol y aparecer la imagen del estadio de Tunja en toda su dimensión de Detrimento en el que se encuentra, que feo, que triste imagen.