Las actividades programadas para los 30 años de la firma del “acuerdo regional de paz de Occidente de Boyacá”, quedaron aplazadas, según un comunicado de última hora. Esto supone varias reflexiones.
En las últimas horas, la ONG BOYAPAZ, la entidad que lidera la programación de los 30 años de la firma del “proceso regional de paz de Occidente de Boyacá”, expresó, mediante un comunicado, el aplazamiento indefinido de esta agenda.
Explicó la organización, que el motivo principal son las medidas preventivas para proteger a las comunidades, que irían a participar en los distintos eventos de esta agenda. Entre otros: los 7º Juegos de la Paz, la 3ª Escuela de Liderazgo Regional, el 3er Congreso de Minería de Subsistencia y la Gran Misión por la reconciliación, la sanación y el perdón.
Aunque no se estableció fecha probable para la realización de esta agenda, una vez finalizada la crisis, las directivas de BOYAPAZ, dieron a conocer que ya trabajan para la posibilidad de realizar algunas actividades programadas, de manera virtual.
Recordemos que la firma del “acuerdo regional de paz de Occidente de Boyacá” se hizo el 12 de julio de 1990, en el municipio de Muzo. En ella, intervinieron la Diócesis de Chiquinquirá y un grupo significativo de líderes de las esmeraldas de la región de ese momento, que permitió terminar una disputa territorial de décadas, que dejó una estela de tragedia y muerte en toda la región.
Para está celebración ya se habían dado pasos importantes. No sólo la ONG BOYAPAZ y la Diócesis de Chiquinquirá se dieron a esta tarea. También, por iniciativa de varios mandatarios locales, se había trabajado en las últimas semanas, para contar con varios invitados especiales para esta celebración, entre otros, el Alto Comisionado para la Paz, la Vicepresidenta de la República y la Comisión de Paz del Senado de la República.
Con el aplazamiento de la celebración, por cuenta de la pandemia, sus comunidades y dirigentes tendrán la oportunidad de abrir un compás de espera, para mirar, con sentido crítico, lo que ha significó estos 30 años del “acuerdo regional de paz”. Especialmente, para reflexionar sobre el papel del Estado en el escenario de la reconciliación, la construcción de “la memoria” y las inversiones en obras públicas, para una región que siempre ha reclamado las bondades de la esa PAZ.
También, para reflexionar sobre la elaboración colectiva de sus propios imaginarios sobre la paz, tarea que debe comprometer el sentir y las voces de actores como los campesinos, las juventudes, la niñez, los educadores, los guaqueros y las víctimas.
Y por último, este aplazamiento, sería un momento indicado, para reflexionar sobre las angustias históricas, expresada por muchos actores, por convertir “la verdad” en un instrumento viable y útil, que ayude a consolidar un ambiente de confianza y de recomposición de los tejidos sociales y culturales para este territorio, luego de tres décadas de haber firmado la PAZ.Entonces, lo que se aplaza es la celebración colectiva con las concentraciones proyectadas, ya en seminarios, certámenes deporticos, o grandes convocatorias, lo cual siendo importante no es lo fundamental; así que tanto el gobierno en sus distintos niveles, las organizaciones sociales, gremiales, de guaqueros, artesanos, agricultores, empresarios, industriales, del turismo, todos pueden y deben seguir trabajando en la formación de un nuevo modelo de desarrollo para la región, que consolide la paz, que reivindique de verdad a las comunidades afectadas, que permita una nueva visión de manejo, aprovechamiento y cuidado del territorio y sus recursos; que se creen oportunidades para las nuevas generaciones y que hagan del Occidente la nueva región de prosperidad y convivencia del departamento que sea ejemplo en Colombia de la superación real de un conflicto que tuvo todos los componentes de destrucción y muerte.