Por: Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC / @zaperongo
La ausencia de un análisis global de la economía impide tener una mejor comprensión de los sectores líderes, que privilegia el plan, tales como el agropecuario, el turismo, la minería, entre otros. El sector industrial no está en la agenda gubernamental.
El 3 de junio pasado fue aprobado el plan de desarrollo “Pacto social por Boyacá: tierra que sigue avanzando 2020-2023”, que, como suele decirse, es la “hoja de ruta” del próximo cuatrienio. El voluminoso documento de 440 páginas, aprobado, mediante Ordenanza No. 06 por la Asamblea Departamental, a trancas y mochas, para atender los plazos establecidos en la Ley 152 de 1994, tiene una inversión proyectada de $4,1 billones, y se prevé que el 72,4 por ciento de la financiación provendrá del Sistema General de Participaciones y del Sistema General de Regalías.
Fuentes de financiación del plan de desarrollo (pesos$)
El plan se basa en tres pactos (Capacidades, oportunidades y garantías), se ramifica en seis dimensiones o líneas estratégicas (Humana y de Capacidades, Económica y de Oportunidades, Socioecológica y Territorial, Conocimiento e Innovación, Conectividad y Transporte, y, Gobierno y Asuntos Públicos), 29 sectores o componentes y 111 programas.
Lo bueno
Aparte de la visión territorial, el objetivo central, las políticas, las misiones y principios, que actúan como compartimentos de las bases del plan, es necesario destacar el enfoque que estructura el documento.
En efecto, el enunciado que define este enfoque es envolvente: “El escenario actual exige revisar e implementar enfoques alternativos que permitan promover un desarrollo económico endógeno, orientado a la transformación productiva, la generación de empleo, una mejor distribución de los ingresos, reducción de la pobreza y sobre todo que propicie condiciones para el cierre de las brechas de la inequidad” (p. 2).
Nadie podrá estar en desacuerdo que las piezas claves del desarrollo territorial están asociados a su endogeneidad, al cambio estructural, a la generación de oportunidades y a la equidad distributiva.
Asimismo, la estrategia participativa “Diálogo de saberes”, permitió escuchar la polifonía territorial desde los diferentes confines del departamento, alrededor de las 16 temáticas escogidas por el gobierno departamental, lo cual confluyó en el enfoque territorial diferenciado que propone el plan.
Lo malo
Una pieza clave en el rompecabezas territorial es el conocimiento del mismo territorio. Pese a las dificultades que rodean a un deficiente sistema de información regional, el diagnóstico presentado se basa en cifras estadística correspondientes a un solo año, lo que no permite rastrear la trayectoria de la variable de referencia.
El esquema metodológico que involucra elementos, tales como indicador de producto o resultado, unidad de medida, línea base y meta, no especifica la fuente de la información utilizada, que pueda validar la veracidad y comparabilidad de la misma, de lo que resultan indicadores ambiguos y metas arbitrarias. En muchos casos, la línea base es cero, lo que denota un complejo adánico.
En el caso de la economía, se hace referencia al comportamiento del PIB boyacense durante el último año (2018), abstrayéndose de las tendencias observadas en la última década. Simultáneamente, no se incluye ninguna referencia sobre el empleo, su composición y calidad, crucial para entender la actual coyuntura social de Boyacá.
La ausencia de un análisis global de la economía impide tener una mejor comprensión de los sectores líderes, que privilegia el plan, tales como el agropecuario, el turismo, la minería, entre otros. El sector industrial no está en la agenda gubernamental.
No obstante que el diagnóstico económico es parcial, a renglón seguido se formulan estrategias de reactivación económica, basándose para ello en percepciones generalizantes y generalizadas de diversas dependencias gubernamentales. De allí se da un salto para proponer estrategias empresariales y competir en los diversos mercados.
Pese al entusiasmo de la gobernación por la integración regional, no está definido cuál es el tipo de inserción en la región Administrativa de Planificación Especial (RAP-E) Central, aparte de enunciados hiperbólicos que forman parte de la narrativa planificadora.
Lo feo
Es comprensible que la pandemia alteró todos los procesos de la gestión pública, por lo que el plan de desarrollo se elaboró a finales del año pasado, cuando no se anticipaban sus funestos impactos.
De allí, que a pesar de que el plan fue aprobado recientemente, después de una maratónica discusión en instancias como el Consejo Departamental de Planeación, y que el plan incluyó un subprograma (“Avancemos en salud contra el COVID 19”), los seis indicadores de producto, arrancan con una línea base de cero. De igual forma, no se perfilaron escenarios sobre las múltiples repercusiones puntuales de la propagación y contención del coronavirus.
Por último, dentro de las articulaciones del proceso de planeación un eslabón fundamental son los proyectos de inversión, por lo que se establecen los costos y fuentes de financiación y se derivan las acciones sectoriales. El plan tiene programas y subprogramas, pero no identifica los proyectos cuatrienales prioritarios.
En fin, la planeación territorial debe ser flexible. El voluntarismo es una apuesta a ciegas. La pandemia indujo a los gobiernos a concentrase en el corto plazo. El mediano y largo plazo está sembrado de incógnitas e interrogantes.
E-mail: contrapuntoeconomico@gmail.com
Twitter: @zaperongo
La constante de improvisación y desconocimiento de importantes variables, confluye como siempre en lo inocuo de su aplicación y el sectarismo de sus beneficios, aunado a la imperiosa necesidad de conjurar el impacto que la coyuntura impone. Los parámetros y cifras tomadas como base no consultan el potencial real de los sectores jalonadores de la oportunidad de crecimiento, el desconocimiento de sectores activos contribuirá al desbalance que acarrea la total ausencia de mecanismos de planificación económica y social. Todo un esperpento de desigualdad.
Esperamos que el plan de desarrollo se concrete en obras visibles de infraestrcutura para la provincia de Márquez, la tan anelada via de tantos anuncios desde el gobierno de granados, el mejoramiento y pavimentación de la vía Tibaná-Turmequé-Villapinzón, toda vez que la población Tibanense respaldó masivamente la aspiración del actual gobernador, y no continuemos acumulando desencantos de ilusiones.
Muy oportuna y equilibrada la nota periodística sobre el plan de desarrollo, ojalá el gobernador junto con sus asesores previa aprobación de la Asamblea, actúen sin oportunismo ante lo feo y lo malo, y puedan ser consecuentes con el difícil momento que se avecina por las consecuencias del virus sobre la población menos favorecida.