Por | Guillermo Velásquez Forero / guillermovelasquezforero.com
“El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.” Mateo 12:30.
De este dogma evangélico se infiere que Cristo vendría a ser el creador o promotor de un principio criminal que ha servido de fundamento a todas las dictaduras fascistas, comunistas y teocráticas, y a cualquier maquinaria totalitaria de poder: declarar enemigo a todo aquel que piense diferente o divergente, que sea opositor, que adhiera a otra doctrina, que milite en otro partido, que pertenezca a otra raza, cultura, religión, definición sexual o estilo de vida. Este instinto, peor que el de las bestias salvajes, ha desatado genocidios, exterminios de pueblos, destrucciones de culturas y demás calamidades que caracterizan la historia malparida de la fiera humana. Así les queda fácil inventar al enemigo para tener a quién odiar, matar y destruir. El mecanismo implica, primero excluir al otro, satanizarlo y criminalizarlo, y negarle su derecho a vivir, ser, estar y actuar en este mundo. Y el poderoso, que casi siempre es bruto, arbitrario y asesino, determina que hay que exterminarlo y borrar su recuerdo de la faz de la tierra porque es diferente y, que dejarlo vivo es un peligro porque quizás sea más inteligente, pensante, valiente, creativo y humanitario. Es decir, muy superior a sus verdugos. En Colombia, para el uribismo, corrupto y sangriento, todo el que piense distinto y exprese ideas diferentes al fascismo, es declarado enemigo y señalado como comunista y terrorista, y corre el riesgo de ser asesinado. Pero en la cita hay una grave contradicción cristiana, o Mateo miente y son falsas esas palabras, porque ahí mismo (capítulos 5 y 6), Cristo predica la paz, la reconciliación con el hermano, la conciliación con el adversario, el perdón de las ofensas y amar al enemigo.