Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
Tan pronto se divulguen las cifras de pobreza monetaria se confirmará el empobrecimiento y el retroceso de los indicadores sociales. La eufemísticamente denominada “nueva realidad” es una vieja realidad de mayor inequidad social. En realidad, estamos frente a un nuevo empobrecimiento.
Las revelaciones del DANE
En días pasados el DANE reveló que una de las manifestaciones del empobrecimiento de la población, en tiempos de pandemia, se había acentuado. En efecto, la pérdida de puestos de trabajo trae consigo una contracción de los ingresos y, por añadidura, una reducción del consumo de los hogares.
Como se recordará, en el periodo enero-julio se destruyeron entre 3,5 y 4,0 millones de empleos, observándose un leve repunte en junio, quizá resultado de la forzada reapertura económica. Si el año pasado se contaban con 8,5 millones (17,5 por ciento) de personas atrapadas en la pobreza multidimensional, al finalizar 2020 esta cifra se habrá amplificado. Se calcula que los hogares colombianos han dejado de percibir $22 billones.
El pulso de la pandemia
La agencia oficial de estadísticas aplicó entre julio y agosto la Encuesta de Pulso Social para medir los “sentimientos económicos”, como una percepción de las jefaturas de los hogares colombianos frente a los cambiantes ciclos económicos, como la coyuntura actual atravesada por una letal pandemia, que el gobierno ha querido revertir a punta de decretos presidenciales, bajo la engañosa apariencia de “nueva realidad”.
Los hallazgos de la encuesta
Algunos de los hallazgos de esta encuesta son muy dicientes:
1. El 48,4 por ciento de los 1,8 millones de personas reportadas declaró encontrarse muy preocupada, en tanto que el 22,6 por ciento planteó que estaba un poco preocupada; 2. El 59,8 por ciento de los encuestados respondió que la situación familiar había empeorado, en relación con la de hace un año, y el 13,3 por ciento contestó que es mucho peor;
3. El 63,3 por ciento manifestó que la situación económica del país empeoró y el 28,4 por ciento que empeoró mucho;
4. El 85,9 por ciento reportó que no ha tenido posibilidad de adquirir muchos artículos de la canasta familia, incluidos alimentos;
5. El 64,1 por ciento declaró que no le es posible ahorrar, mientras que el 27,6 por ciento no tiene siquiera ingresos;
6. Pese a la contención de precios de la canasta familiar durante la pandemia, el 43,1 por ciento de los encuestados declaró que los precios se aumentaron mucho y, el 23,6 por ciento, poco;
7. El 54,1 por ciento se considera poco o nada favorecido;
8. El 59,9 por ciento señaló afrontar una excesiva carga doméstica con la rutina del confinamiento, sin embargo, contrario a lo que podría esperarse, los conflictos no se exacerbaron, aunque la gente fue invadida por el nerviosismo, el cansancio, la irritabilidad, la soledad, la tristeza, entre otros sentimientos. Una estrategia ensayada fue fortalecer los lazos familiares y amistosos (70,2 por ciento);
9. Llama poderosamente la atención, que antes de la cuarentena o aislamiento preventivo, el 10,6 por ciento de los hogares (823. 185) consumía sólo dos comidas diarias y, el 88,9 por ciento, las tres raciones. Durante los últimos días, en plena intensidad del aislamiento obligatorio, el número de hogares que tenía acceso a solo dos comidas se trepó a 29,2 por ciento (2.263.778), y el número de los que consumían tres raciones descendió a 68,1 por ciento, afectando con mayor intensidad a los que la jefatura era femenina (30,6 por ciento),
10. Las expectativas para los próximos doce meses, no son muy optimistas: el 32,8 por ciento planteó que su situación económica empeorará. A su vez, el 44,2 por ciento respondió que el empleo disminuirá mucho.
¿Cuál nueva realidad?
Así las cosas, la pandemia ha dejado en una condición más vulnerable a la población colombiana. Tan pronto se divulguen las cifras de pobreza monetaria se confirmará el empobrecimiento y el retroceso de los indicadores sociales. La eufemísticamente denominada “nueva realidad” es una vieja realidad de mayor inequidad social. En realidad, estamos frente a un nuevo empobrecimiento.
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