Por | El Iguaqueño / Tarcicio Cuervo
Es la palabra más pronunciada en las redes sociales y mucho más en Wathsapp, donde unos intrépidos periodistas osaron llamar a Álvaro Uribe Vélez: matarife.
El poeta paisa, Epifanio Mejía Quijano del siglo XIX describe así las acciones de un matarife:
“Ya prisionero y maniatado y triste
sobre la tierra quejumbroso brama
el más hermoso de la fértil vega
blanco novillo de tendidas astas.
Llega el verdugo de cuchillo armado;
el bruto ve con timidez el arma;
rompe el acero palpitantes nervios;
chorros de sangre la maleza esmalta.
Retira el hombre el musculoso brazo;
el arma billa purpurina y blanca;
se queja el bruto y forcejeando tiembla,
el ojo enturbia… y la existencia exhala”.
Dos siglos después aparecieron individuos conformando su propio ejército: “Autodefensas
Unidas de Colombia”, más comúnmente llamados paramilitares. Todo el mundo sabe quienes son: políticos, terratenientes, comerciantes, industriales, banqueros y multinacionales; los mismos que hoy exhiben el poder.
Como toda organización, se hace necesario un jefe y/o líder -o de lo contrario no podría funcionar-, allí esta un Gran Colombiano que gobierna y dirige los ejércitos del estado y el suyo propio.
Con el paramilitarismo se mata, se roba, se tortura, se asesina; lo dicen las organizaciones de derechos humanos, nacionales e internacionales, algunos medios de comunicación y periodistas que esconden el miedo en un lugar inexpugnable y dicen la verdad so pena del destierro y la misma muerte.
Viendo la serie Matarife, se corrobora lo escrito en decenas de libros como: El señor en las sombras, El narcotraficante Nro. 82, Los doce apóstoles, Los jinetes de la coca, Ad portas de Uberrimo, Los buenos muchachos, entre otros; lo escrito en centenares de periódicos y revistas, nacionales e internacionales, programas de radio y televisión y, etc.
Si bien es cierto, don Epifanio Mejía se asombra de ver la muerte de un novillo, este matarife se complace con los ríos de sangre humana, donde un pueblo mentecato lo apoya. ¡Qué desgracia!
Como colombiano que no como entero, alabo la inteligencia innata delos colombianos, pero no en este caso, cuando un asesino, cuya conducta delictiva es producto de su sociopatía que lo hizo un caso interesante para la siquiatría forense, escribo interesante desde el punto de vista científico, porque tenemos al peor delincuente que superó a los más crueles especímenes del mal en la historia de la sociedad moderna y pensar que su condición nació de su sed de venganza que lo ahoga poco a poco y terminará muriendo en su propia ley.