Egan lo logró, conquistó ese sueño que siempre pareció inalcanzable para un ser humano de este lado del continente. Pero era obligatorio, el primer latinoamericano en lograrlo debía ser colombiano. Pasaron 200 años de la historia de Colombia como República, 44 desde que Colombia empezó a cultivar esa gloriosa historia en el Tour de Francia, en ese entonces con Martín Emilio “Cochise” Rodríguez como la primera participación colombiana.
Faltaban 22 años para el nacimiento de Egan Bernal. En ese par de décadas que antecedieron el natalicio del “niño maravilla”, Colombia escribió sus primeras páginas doradas en el Tour. Los encargados fueron un boyacense y un cundinamarqués, igual que en este 2019 con Nairo Quintana y Egan Bernal; en ese entonces fueron Fabio Parra y Lucho Herrera, que con sangre, sudor y lágrimas crearon una reputación, un respeto hacia el pedalista colombiano.
También fueron los primeros en poner a soñar en grande al pueblo colombiano, le enseñaron a Colombia lo que significa un triunfo de etapa en un Tour de Francia, lo que es portar y lucir en París la camiseta de la montaña, la de pepas, la que más gusta entre la afición del ciclismo; fueron los primeros colombianos en poner a celebrar a sus compatriotas por un par de días seguidos, inolvidables fueron el 9 y 10 de julio de 1985 con las victorias de Herrera y Parra respectivamente; fueron los encargados de ratificar esa leyenda de los “escarabajos”, creada años atrás por hombres como Ramón Hoyos y el mismo “Cochise” Rodríguez.
Tal leyenda parecía haberse puesto en entredicho en la década de los noventa, pues fue quizás la más discreta desde que los colombianos se animaron a correr por 21 días en territorio francés. Sin embargo, los triunfos de etapa de Oliverio Rincón, Nelson Rodríguez y “Chepe” González no permitieron que la leyenda de los “escarabajos” llegara a su fin. Claro que lo más importante que iba a pasar en esa década era el nacimiento de las dos más grandes glorias del ciclismo colombiano: Nairo Quintana (1990) y Egan Bernal (1997).
La existencia de estos dos pedalistas es la que permitió que Colombia hoy toque el cielo con las manos, es la razón para que Colombia haya conquistado el “sueño amarillo”.
Tan importante Nairo como Egan, pues fue el primero que demostró el tesón de un ciclista colombiano con sus triunfos en Giro y Vuelta, fue el encargado de demostrar que un joven colombiano podía pelear mano a mano con los mejores del mundo. En 2013 se ganaba la clasificación de los jóvenes, la de la montaña, el segundo lugar en el podio del Tour, el respeto del resto del pelotón, y la admiración de todos los colombiano, incluido Egan Bernal, que para ese entonces conseguía su primer título importante: El Panamericano Junior de Ciclomontañismo disputado en Tucumán, Argentina.
Su juventud en el ciclomontañismo estuvo llena de éxitos, se proclamó campeón latinoamericano, campeón mundial en categoría junior, consiguió un bronce en el Campeonato Panamericano de Ciclomontañismo de Brasil en 2014.
Quintana y Bernal siguieron conquistando títulos para el país, el boyacense en el ciclismo de ruta y el cundinamarqués en el ciclomontañismo. Pero en 2016, luego de haber barrido con cuanta competencia le pusieran en frente, viendo todo su potencial, y aprovechando el camino creado por Nairo Quintana; Egan Bernal decide empezar su historia en el ciclismo de ruta, entra entonces en la etapa profunda de este “sueño amarillo”.
El camino a transitar no era sencillo, pero sus condiciones, la reputación creada por los “escarabajos” antecesores y lo hecho por Nairo, haber demostrado que un joven humilde colombiano podía alcanzar cualquier objetivo, iban a llevar a Bernal a conquistar la mayor gloria deportiva de Colombia en toda su historia.
La admiración de Bernal hacia Quintana se hizo evidente desde las primeras veces en que fueron compañeros de carretera, desde aquella vez que disputaron mano a mano el título de la primera edición del Tour Colombia, carrera en la que Bernal se impuso sobre Quintana, también sobre Rigoberto Urán, pero en la que a su término reconoció la grandeza de estos corredores, especialmente el boyacense, que ha sido el ejemplo a seguir de esta nueva y brillante generación, integrada por hombres como Daniel Martínez, Miguel ángel López, Iván Sosa, Sergio Higuita, y el mismo Egan Bernal.
Luego de la victoria de Quintana en la etapa 18, Bernal, a pesar de haber ascendido a la segunda posición de la general y de haber dejado el Tour de Francia casi sentenciado a su favor, hizo caso omiso de la importancia de su hazaña para felicitar al gran mentor, al gran maestro, al hombre inspiración: “Es un día muy bonito para Colombia.Estoy muy contento por Nairo Quintana, se lo merece. Es un corredor que ha dado muchísimo por nuestro país y hoy ha demostrado que es uno de los mejores corredores del mundo”.
Hoy, cuando termina el Tour con la victoria de Caleb Ewan en París, es otro día inolvidable para Colombia, no solo por tener a Egan Bernal luciendo el maillot amarillo en lo más alto del podio en París, también por saber que aún quedan años de gloria para el gran Nairo Quintana, respaldados por una brillante nueva generación que ha encontrado su gran inspiración en el boyacense.