El gran Jaime Barbini

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Del esplendor en la fama, a la triste y melancólica partida. Eduardo Malagón Bravo escribe sobre el actor tunjano que falleció a finales de marzo del año anterior.

Por | Eduardo Malagón Bravo

Cuando de honores se trata, siempre he reprochado, que, algunas veces, estos actos son meramente protocolarios, sombríos, tardíos y póstumos, pero también debo allanarme al dicho: “Más vale tarde que nunca”. Bajo estas dos premisas es mi deseo lograr exaltar la memoria de quien fuera mi amigo, contertulio, confidente y personaje epónimo.

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Jaime Antonio Chaparro Mesa – así aparecía en su registro de nacimiento – ‘Barbini’ como lo llamaban sus amigos de juventud…por aquello de su barba, y referencia del paso por ‘La dolce vita’ en escenarios italianos, apodo o sobrenombre que adoptó, en proceso notarial, de Jaime Barbini, como se le conoció y reconoció en el argot de la farándula. Con pinta de galán, de ojos azules, sobresalió como dramaturgo, en actuaciones sobresalientes de actor y director de cine, teatro y televisión. De Alemania le hicieron un reconocimiento y el diploma venía con el nombre de Jaime ‘Barbini’, hecho que también lo llevó a formalizar mediante escritura pública, el nombre que lo hizo famoso y singular.

Su fama traspasó los limites domésticos y fue admirado y querido por millones de amantes de las letras, las artes y porque no, la farándula novelesca, en muchas latitudes.

Por allá en 2005, cuando emprendimos “el Renacimiento de Puente de Boyacá”, Jaime contribuyó en la escenografía y coreografía de magistrales presentaciones, produciendo una excelente socialización y promoción de las mejores manifestaciones artísticas y culturales de los municipios de Boyacá.

Entre sus múltiples ocupaciones y también en periodos que nos juntábamos, como “Honorables desocupados”, en la plaza de Bolívar de Tunja, cuando en ocasiones, no teníamos “ni para un Tinto”, “arreglábamos el país”, y nos avocábamos a hacer planteamientos pletóricos de idealismo, pensando en la cultura de nuestra tierra, que, hasta la fecha, no se han podido cumplir.

De su pasado, su gloria y su fama, todos fuimos testigos, a través de las películas, obras de teatros y novelas, que vale la pena registrar en estos momentos. Pero es mi deber rendir mi reconocimiento sincero a quienes fueron su apoyo y fortaleza, en los más infaustos momentos de sus últimos días, que fueron terriblemente difíciles para el mismo y para su familia: su esposa Aura Yezmin Becerra Moreno, su hijita Melibea y su hija adoptiva Katherín, quienes enfrentando las dificultades propias de quien no tenía rentas, ni pensión, ni nada, solo la fama ingrata y efímera, y sus tres mujeres, Ellas no lo abandonaron, y en una titánica lucha le prodigaron con ternura y verdadero amor, los mejores cuidados, para aliviar los dolores del cuerpo y las angustias y los pesares del alma, hasta el día de su partida. A sus hermanos Héctor, Yolanda, Enrique y Cecilia Chaparro, que en la medida de sus capacidades contribuyeron oportunamente, también mi reconocimiento, al gobierno de Boyacá, por acciones que le prodigaron, algo de alivio en este aciago trance de la vida. Pero no puedo dejar sin referirme a esos verdaderos amigos, que piden que no se les nombre, pero que se esmeraron en esta noble causa; a ellos, gracias infinitas.

Uno de esos días que antecedieron la pandemia Jaime me hizo una cavilación suelta: “Cuando los padres nos dan la vida…y luego los hijos nos dan la espalda…” la tomé y asimilé como propia. Es la sentencia de la trascendencia humana, quizás en la conciencia de quienes pudieron hacer algo y no lo hicieron, y quede a manera de reflexión, dentro de la filosofía, que jamás será una condena. De ese episodio, Solo me quedó en la memoria de aquel día, la dulzura y el brillo de sus ojos, que trastocaron la frustración y profunda tristeza, en una sonrisa de quien se convirtió en personificación de la dignidad absoluta.

Jaime Barbini nació en Tunja, en la casa señorial donde hoy funciona la Secretaría de cultura y patrimonio de la Gobernación de Boyacá. Por esa razón hoy 24 de febrero a partir de las 2 p.m. se devela un busto y se le rendirán los honores correspondientes a quien dedicó su vida a enaltecer la condición excelsa de la boyacensidad. Los actos serán presididos por el gobierno de Boyacá, con la asistencia de familiares y amigos, donde el mérito, que es la expresión más augusta de la condición humana, se manifiesta, gracias a espíritus superiores, que tienen la gallardía de reconocer las virtudes y valores de quien nos hizo la vida más amable, cuando en sus actuaciones cargadas de histrionismo puro, nos hizo llorar o reír, con maravillosos libretos y guiones, propios de su oficio. Campaña Libertadora.

Estos actos no son para dar trascendencia a los individuos como tales, son para exaltar su pensamiento y sus acciones y se realizan con los mejores sentimientos de cariño, admiración y respeto por parte de la secretaría de cultura y patrimonio de Boyacá, para también enriquecer el acervo histórico cultural de nuestro departamento, que además de ser el atrio del patriotismo y heroísmo, también se establece como la Meca o el Olimpo y de las artes y la cultura en toda la región. Honor y gloria a Jaime ‘Dignidad’ Barbini.

• Patriota boyacensista.

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1 COMENTARIO

  1. Sr. Malagón, conocí al famoso Barbini y agradezco los merecidos homenajes que le han dedicado a quien se formó teatralmente en Alemania y tuvo a cargo el área cultural de la embajada de la RDA en Colombia; realizó con un dedicado grupo de vecinos, amplio trabajo comunal en Bogotá, Las Américas, Sectores Galán y Occidental, beneficiando así a un gran vecindario, de la asignación de guardería y de servicio telefónico urgentes ambos aspectos por tratarse de nuevos terrenos urbanizados en esta gran urbe.
    Aporto esta información seguramente desconocida porque es de hace más de 40 años, y porque deduzco que desconoce de esos
    tiempos, que Barbini disfrutaba una familia con su pareja totalmente participativa de sus actividades y dos hermosos hijos criados en compañía de otras dos hermanas mayores.
    Ellos generosamente acompañaron y apoyaron, a quien por su salud, estuvo Tunja-Bogotá-Tunja, casa-apto.-clinica, etc., su hijo le dedicó además el tiempo y su presencia -en clínica o casa siempre que fuera necesario, aún con el riesgo de su esposa embarazada y en plena pandemia.
    Además de los viajes desde Alemania de una de sus hijas, y la tristeza de otra de ellas por no poder venir desde Bélgica.
    Hago esto como merecido homenaje al personaje que Barbini representó en la sociedad y al ser humano que conocí, y además como reconocimiento a esa familia que le cumplió a Barbini con responsabilidad y amor, siendo su centro, la cuarta mujer ignorada en su columna.
    Cordial saludo.

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